Aún resuenan los estruendos de las noticias. El “Party gate”, el escándalo sexual de Christopher Pincher, la renuncia de ministros con efecto dominó, y la posterior dimisión de Boris Johnson como primer ministro. Pero, ¿qué hay más allá del escándalo y el estruendo en el país de la Corona?, ¿en manos de quién está el futuro del influyente Reino Unido, asolado por el vaticinio de una recesión cuando se acerca el invierno europeo?
Johnson pasará a la historia como el siempre despeinado Primer Ministro inglés que fue sorprendido por flashes clandestinos brindando y bailando en Downing Street, la casa de gobierno británico, en momentos en que no estaba permitido para el resto de la población inglesa debido a la amenaza del Covid-19. Un informe oficial presentado en mayo de este año llevó a Johnson a enfrentar en junio una moción de censura en el parlamento, impulsada en el seno de su propio Partido.
Doscientos once diputados “tories”, como se llama a los integrantes del Partido Conservador, dieron la venia a Johnson para continuar en el cargo, mientras que 118 le retiraron su apoyo. Si sus detractores al interior del partido hubieran logrado 180 votos, el Primer Ministro Inglés hubiera tenido que dimitir en aquella oportunidad, cosa que finalmente hizo el pasado 7 de julio, cuando la ofensiva en la interna conservadora se hizo sentir a partir de la renuncia de unos 40 funcionarios de alto rango en menos de 48 horas. Esa catarata de renuncias de julio se disparó con los portazos del Ministro de Hacienda, Rishi Sunak, y el Secretario de Salud, Sajid Javid.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Más allá del consenso público sobre su personalidad, que al mejor estilo de Trump ha insultado hasta el hartazgo la moral inglesa, nadie podrá negar que el mandatario logró concretar las aspiraciones del llamado “Euroescepticismo”, alcanzando en medio de la pandemia lo que su predecesora, Teresa May, no pudo: la concreción del Brexit, es decir, la salida definitiva del Reino Unido de la Unión Europea.
El despeinado Primer Ministro cumplió así con la misión que lo llevó al poder en 2019, con una aplastante victoria que otorgó al Partido Conservador el 43% de los votos y 365 escaños en la Cámara de los Comunes, gracias al apoyo de la clase trabajadora del norte y el centro del país, las antiguas zonas mineras e industriales que históricamente habían sido base de apoyo del Partido Laborista.
En la historia reciente, el Brexit es lo que ha ocupado los debates dividiendo en una cruda interna a los Partidos. En el seno del Conservador, el ala más radical ha esgrimido todo tipo de estrategias en favor de la ruptura de Inglaterra con la Comunidad Europea. Sin embargo, la renuncia de Boris Johnson es la tercera desde el referéndum del Brexit en junio de 2016, con 51,9% de los votos a favor de abandonar la Unión Europea. David Cameron, Conservador, pero contrario a esa postura, renunció al segundo día de perder esta elección. Luego llegó Theresa May, que duró tres años en el cargo y que, pese a siete rondas de negociaciones con el Bloque Europeo, no pudo dar inicio a la salida de Gran Bretaña. Obstruida dentro del Partido Conservador y debilitada políticamente en elecciones anticipadas por ella misma, May renunció luego de afrontar un pedido de moción de censura y un nuevo rechazo en la Cámara de los Comunes a su plan de salida. En julio de 2019 asumió Boris Johnson, quien había sido el Ministro de Relaciones Exteriores de May y un decidido partidario del Brexit.
Finalmente, el 31 de enero de 2020 el Reino Unido abandonó la Unión Europea. Emergieron, por ese entonces, argumentos de una derecha radicalizada en contra de la migración a causa de la falta de control de las fronteras, con la consecuente amenaza de una “hibridación cultural”. El racismo y la supremacía inglesa detrás de la aspiración de contar con voz propia en organismos multilaterales, o dejar de derivar recursos de su potente economía, una de las más grandes de Europa Occidental, al bloque común.
“El Brexit será fabuloso”, sentenció Donald Trump a principios de 2017 en una entrevista con el diario británico The Times. A finales de julio de 2019, el mandatario norteamericano, inclinado hacia el proteccionismo, acordó con Johnson “profundizar y expandir inmediatamente las relaciones económicas bilaterales”, llegando a proponer un TLC entre sus dos países. A fin de ese año, Trump volvió a manifestar su simpatía por el Primer Ministro Inglés y el trabajo que se planteaba. “Hace falta un hombre como él para lograr el Brexit”, sentenció.
Lo cierto es que, conjugado con la restricción de circulación por la pandemia y la crisis económica que causó la emergencia sanitaria, a dos años de su definitiva implementación, no hay noticias de que el Brexit haya redundado en una mejora de las variables económicas inglesas. Por el contrario, en septiembre de 2021, el mundo intentaba decodificar qué sucedía en el prometedor territorio del Reino Unido, cuando se multiplicaban imágenes en la prensa de las góndolas vacías en los supermercados. Las normas migratorias, aprobadas el año previo, impactaron en la disponibilidad de mano de obra, tensando las cadenas de suministro con asiento en Reino Unido. Aunque es contrafáctico, muchas voces aún hoy culpan al Brexit por agravar lo que era inevitable en medio de una pandemia.
En los últimos días, se conocieron noticias de huelgas en el sector portuario inglés. El índice de inflación, que en lo que va del año llegó a 10,1%, tocando las dos cifras por primera vez en 40 años, mientras que un aumento al doble de las facturas de energía se comen el salario de las y los trabajadores. Todo esto, de conjunto, hace que se multipliquen las advertencias sobre el inicio de una recesión económica a fines de este año.
El próximo gobierno se dirime en la interna del Partido Conservador
Los “tories” gobiernan el Parlamento británico desde hace 12 años y, desde 2019, cuentan con una cómoda mayoría. Esto permite que el cambio de figuras, algo que es común en la historia política inglesa, se dirima en la interna conservadora y no con un llamado a elecciones.
La carrera por la sucesión de Johnson comenzó con varias candidaturas hacia el interior del Partido, como la de la ministra de Comercio, Penny Mordaunt, el parlamentario Tom Tugendhat, el ex ministro de Igualdad, Kemi Badenoch, y la fiscal general Suella Braverman, entre otros. Sin embargo, luego de las rondas de votación internas en las que participaron los 358 legisladores del Partido Conservador, sólo quedaron dos: el ex jefe del Tesoro, Rishi Sunak, y la ministra de relaciones exteriores, Liz Truss.
Liz Truss ha sido ministra de los últimos 3 gobiernos en 5 ministerios diferentes, por lo que cuenta con una trayectoria importante en tareas del ejecutivo. Por su parte, Sunak, de origen indio, tuvo un precipitado ascenso en el 2020, cuando fue nombrado en el segundo puesto de mayor importancia del Reino Unido, el “Canciller del Tesoro”, convirtiéndose en el segundo ministro de hacienda más joven de la historia.
En plena campaña y ya habiendo participado de dos debates (aunque el segundo tuvo que ser suspendido tras el desmayo de la presentadora), el candidato y la candidata expresaron en sus declaraciones dos programas que se dirimen en la interna conservadora.
Uno de los temas que dividió las aguas fue la transición energética, que han llevado adelante tanto los últimos gobiernos conservadores como sus predecesores laboristas. Mientras que Sunak busca la continuidad de un programa que persiga este objetivo a partir de diferentes políticas, entre ellas los impuestos. Truss afirmó: “lo que no quiero ver son los hogares ordinarios penalizados por nuestro objetivo de cero neto. Por lo tanto, levantaría el impuesto a la energía verde y recortaría el dinero de las facturas de combustible de las personas mientras busco mejores formas de cumplir con el cero neto”.
En relación a la política económica, Sunak ha dicho “necesitamos controlar la inflación” y que, para ello, deben equilibrar las cuentas del Estado y garantizar la acumulación de reservas, además de aumentar los impuestos a las empresas, quienes, en palabras de Sunak “todavía pagarán una tasa de impuestos muy generosa en comparación con la mayoría de los otros países”. Por su parte, Truss se posicionó en contra del aumento de impuestos ya que perseguir el equilibrio de la política fiscal en este momento llevaría al país a la recesión. Por su parte, Sunak criticó a Truss por los efectos de su política económica, que, dice, “llevaría a que las tasas hipotecarias, las tasas de interés, suban hasta el 7%. ¿Se imaginan lo que eso va a hacer para todos aquí? Gente en la miseria”.
MÁS INFO
¿Se alinean Downing Street y la Casa Blanca?
La ola de renuncias encabezada por Rishi Sunak se dio luego del escándalo asociado a Christopher Pincher, a quien el medio The Sun acusó de emborracharse y manosear a dos hombres. El hecho fue comprobado y obligó a Pincher y a Johnson a pedir disculpas públicas por otro insulto a la moral inglesa. Pincher había sido nombrado por Johnson como Jefe Adjunto del Gobierno. Se puede intuir que, con la renuncia de Pincher, Johnson perdió a su potencial sucesor, fiel a sus ideas comprometidas con el ala más radical del Partido, es decir, fiel al Brexit y al proyecto estratégico neoconservador.
Lo cierto es que Johnson se negó a dimitir junto a Pincher, invocando el aplastante triunfo que le dio al partido en 2019. Entonces, la fracción del Partido Conservador que impulsó la fallida moción de censura en junio de este año avanzó por otros medios, dando un golpe con la catarata de renuncias que inició Rishi Sunak, por entonces Ministerio de Hacienda.
A poco de la renuncia de Johnson, Rishi Sunak, que antes de ser ministro trabajó como analista del Banco Goldman Sachs y para fondos de cobertura de la City de Londres, manifestó que el mandatario no estaba dispuesto a tomar “decisiones difíciles” en la economía. Pareciera, entonces, que detrás del escándalo de Pincher, en realidad, emerge una disputa por el programa económico, en un mundo cada vez más restringido y dividido por la contradicción del gran capital de origen angloamericano, es decir, entre globalistas y neoconservadores.
Por el momento, las encuestas están otorgando una leve ventaja a la Lizz Truss, quien ha sumado el apoyo de sectores como el de David Frost, principal negociador del Brexit, Penny Mourdant, quien resultó tercera en las primeras rondas de la interna del Partido Conservador, y a Nadhim Zahawi, el actual Canciller del Tesoro. Sunak, quien aparece en redes sociales acusado incluso por la ministra Nadine Dorries de “apuñalar por la espalda” a Johnson, es afectado por el rechazo del sector identificado con el programa estratégico de Boris Johnson.
Truss, a quien el medio CNN ha calificado de “camaleón de la política” por su recorrido en el Partido Demócrata Liberal y luego en el Partido Conservador, tiene varios ejemplos de “cambios de opinión” en temas importantes. Promovió la legalización del cannabis y la abolición de la Corona en su juventud antes de pasarse a las filas conservadoras. En 2016, Truss se pronunció a favor de permanecer en la Unión Europea porque era el “interés económico de Gran Bretaña”, mientras que ahora apoya el Brexit y reconoce haberse equivocado en sus opiniones. De hecho, ahora profundizó esta posición amenazando con suspender toda la legislación restante de la UE en el Reino Unido.
En 2020, Joe Biden había calificado al Primer Ministro británico como “un clon físico y emocional” de Donald Trump, con lo que marcaba un claro distanciamiento del proyecto que estos personajes representan, un neoconservadurismo con tintes fascistas.
Tras las renuncias, el jefe de la Casa Blanca sólo se ha posicionado para afirmar que “el Reino Unido y Estados Unidos son los amigos y aliados más estrechos, y la relación especial entre nuestros pueblos sigue siendo fuerte y duradera. Espero continuar nuestra estrecha cooperación con el gobierno del Reino Unido”.
A juzgar por sus declaraciones, en caso de resultar victorioso Rishi Sunak, las relaciones entre ambos países estarían en mayor sintonía que si la consulta a las bases del Partido Tory impusiese a Liz Truss.