Japón adoptó hoy una reforma militar que rompe con más de siete décadas de tradición pacifista al duplicar el gasto en Defensa para obtener capacidad de ataques preventivos y de desarrollar misiles dentro de unos años, basado en su necesidad de contrarrestar el poderío militar chino y hacer frente a la amenaza de Corea del Norte y Rusia.
Con esta medida, el gasto en Defensa será de hasta un 2% del PBI de aquí a 2027, lo que equivale a 5 billones de yenes (37.000 millones de dólares).
Si bien el cambio tiene respaldo en la opinión pública, supone un giro radical para un país cuya Constitución pacifista, adoptada tras ser derrotado en la Segunda Guerra Mundial, le prohíbe tener un ejército convencional.
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Después de esa derrota, Japón priorizó el crecimiento económico, dejando la seguridad en manos de las tropas estadounidenses estacionadas en el país en función de un acuerdo de seguridad bilateral.
La nueva doctrina de defensa se basa en tres documentos que hacen referencia a China, mencionada como "el mayor desafío estratégico" y una "grave preocupación para Japón y la comunidad internacional", así como también a Corea del Norte y Rusia, informó la agencia de noticias AFP, que tuvo acceso al texto.
El principal eje de la estrategia es el fuerte aumento del gasto en Defensa, con lo que se alinea al compromiso de los países de la OTAN pese a no ser miembro de la alianza.
Lo que busca Japón es dotarse de capacidad de "contraataque", un concepto que hasta ahora se entendía incompatible con la Constitución y que le permitiría actuar contra amenazas de los países vecinos.
Los medios locales informaron recientemente que el país insular quiere adquirir 500 misiles de crucero Tomahawk de fabricación estadounidense, incrementando así las prestaciones actuales de su arsenal.
La presencia de las Fuerzas de Autodefensa en las islas más meridionales de Japón, las más cercanas a Taiwán y a China, también aumentará, casi triplicando por ejemplo las unidades de intercepción de misiles balísticos, según los medios japoneses.
La preocupación de Tokio hacia China escaló en agosto después de que Beijing realizara unas maniobras militares alrededor de Taiwán, dejando que algunos misiles cayeran en la zona marítima económica exclusiva de Japón.
La estrategia de seguridad nacional también hace referencia a los múltiples disparos de misiles efectuados por Corea del Norte y señala que las acciones militares de Pyongyang representan "una amenaza más inminente para Japón".
Con respecto a Rusia, Japón señaló que la voluntad de Moscú "de recurrir a la fuerza para lograr sus propios objetivos de seguridad, como en Ucrania, es evidente".
También destacó que las actividades militares en la región de Asia Pacífico y la cooperación estratégica con China "constituyen una fuerte preocupación en materia de seguridad".
Incluso antes de su publicación, la nueva política de Japón molestó a Beijing, que suele criticar el militarismo japonés de la primera mitad del siglo XX que tuvo a China como una de las principales víctimas de su brutal ocupación.
El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Wang Wenbin, señaló que Japón estaba "desviándose de su compromiso" en la relación con Beijing, a la que estaba "desacreditando sin fundamento".
Exaltar la llamada amenaza de China para encontrar una excusa para su acumulación militar está condenado al fracaso, agregó Wang en su habitual rueda de prensa diaria.
Estados Unidos, en cambio, felicitó a Japón por esta reforma que va a "fortalecer y modernizar" la alianza militar de ambos países.
"La nueva estrategia refuerza el profundo compromiso del primer ministro (Fumio) Kishida con la paz internacional y la no proliferación nuclear y prepara el escenario para el liderazgo de Japón en 2023, cuando Japón ocupe un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sea anfitrión del G7", sostiene un comunicado de la Casa Blanca.
Con información de Télam