Perú ante una nueva desilusión

Cómo golpeó la noticia de la próxima liberación de Alberto Fujimori y el rol que su figura aún tiene en la inestable política peruana. 

24 de marzo, 2022 | 00.05

La liberación del ex dictador Alberto Fujimori constituye un tiro de gracia a cualquier esperanza de cambio en Perú. Al menos mientras dure el actual gobierno del maestro rural y sindicalista Pedro Castillo, cuyo triunfo electoral había abierto tantas expectativas en su país y en la región, pero cuyo horizonte de acción queda menguado día a día.

El jueves pasado, 17 de marzo, el Tribunal Constitucional restituyó el indulto que el ex presidente Pedro Pablo Kuczynski había concedido a Fujimori en 2017, pero que la Corte Suprema –bajo presión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos- había revocado poco después, obligando al ex dictador de 83 años a volver a la cárcel. 

La liberación de Fujimori tiene un alto valor simbólico para los peruanos. No se trata de un tema legal sino político

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“La derecha oligárquica esperó el momento adecuado y con un artilugio legal logró el indulto”, opinó el ex ministro y académico peruano Nicolás Lynch Gamero, ex embajador de Perú en Argentina. “El tribunal Constitucional tiene seis miembros: tres pegados a derecho, en contra del indulto y tres conservadores, a favor. Esperaron a que uno de esos conservadores asumiera la presidencia para que, como presidente, pudiera desempatar a favor de la libertad de Fujimori.”

Alberto Fujimori ganó democráticamente las elecciones presidenciales en 1990. Poco tiempo después, con la caída de la Unión Soviética, Europa (enmarcada en la llamada “tercera vía”) y América Latina (apegada al mantra thatcherista de que “Hay una sola alternativa”) adoptaron incondicionalmente el Consenso de Washington. El peruano, como sus pares de Argentina y Brasil, Carlos Menem y Fernando Collor de Mello, abrazó el dogma neoliberal.

En Europa y en América latina estas políticas significaron mucho más que un cambio en la estructura económica. Para nuestra región fue la clausura de una etapa –abierta por la Revolución Cubana de 1959- de lucha por transformaciones profundas, con valores como la soberanía, la justicia social, la defensa de los bienes estratégicos del Estado y de la gratuidad de la educación y la salud para toda la población.

En el caso de Perú, para tener las manos libres y poder realizar estos cambios tan profundos, Fujimori pergeñó un autogolpe en 1992. Cerró el Congreso, aprobó una nueva Constitución neoliberal, y cogobernó con los militares. Cometió crímenes de todo tipo. Fue condenado por “robo en banda, corrupción y homicidio calificado” a 25 años de presión en 2009

Queda aún pendiente de juicio una de sus acciones más aberrantes: la esterilización forzada de 300.000 mujeres indígenas y 24 hombres, todos muy pobres. El cinismo de Fujimori llegó al punto de justificar estas monstruosidades con el objetivo de “reducir la pobreza”.

Cuando se conoció la restitución del indulto el pasado 17 de marzo, familiares de las víctimas y parte de la sociedad (lamentablemente no muchos) criticaron esa decisión tan “dolorosa para quienes han esperado durante años que se hiciera justicia”. También reclamaron la intervención de la Corte Internacional de Derechos Humanos.

La CIDH expresó una “profunda preocupación” y le puso al Estado peruano un plazo máximo hasta el 25 de marzo para informar sobre esas medidas. Por otra parte, la Organización de Naciones Unidas consideró el indulto como un “retroceso inaceptable en la lucha contra la impunidad, por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante el gobierno” fujimorista.

“En mi opinión, esta medida a favor de Fujimori refleja la situación de debilidad política del presidente Castillo”, reflexionó Lynch Gamero. “Hay datos que así lo indican. La coalición de derecha y extrema derecha del Congreso que querían vacar (destituir) al presidente Castillo hace diez días, ahora dice que le dará un tiempo más. Los fujimoristas, que tienen una bancada más grande, decidieron retirar sus firmas y ya no van interpelar a los ministros del actual gobierno. Y dos días después el Tribunal Constitucional saca la sentencia a favor de Fujimori.”

Para Lynch Gamero, el actual presidente “no sólo era una alternativa política sino una alternativa étnica-cultural para el 80% del país. Después de mucho tiempo, él viene a expresar a esa mayoría chola, a ese mestizaje de base andina indígena que caracteriza al Perú. Pero lamentablemente, Castillo ha sido domesticado por la oligarquía que no es más del 9% de los peruanos”.

En los últimos meses el presidente se ha ido “olvidando” gradualmente de sus promesas electorales, desde la convocatoria a una Asamblea Constituyente para cambiar la Carta Magna hasta la reforma agraria. “Lamentablemente, la gente de Castillo ha virado al continuismo, han elegido la opción: “¿cómo hacemos para durar?” Y han decidido durar olvidándose de quienes los han votado”, subraya el diplomático.

Los datos económicos sociales de Perú son dramáticos. Antes de la pandemia, el 75% de los peruanos trabajaban en la informalidad. Hoy se calcula que esa cifra ha llegado al 85%. En 2012, sólo el 12% de los trabajadores tenían los derechos según los estándares de la Organización Internacional del Trabajo. Esta cifra es hoy aún más baja. En los últimos años se ha precarizado gravemente la educación y la salud.

Esta combinación de factores socio-económicos sumados a la fragmentación política del Congreso, la bajísima representatividad de los partidos, los escándalos de corrupción y la constante inestabilidad institucional denotan, según el análisis de Lynch Gamero, “no una crisis del gobierno sino una crisis del sistema democrático”. “Creo que si la derecha no le ha dado una estocada final a Castillo es porque saben que ellos no ganarían las elecciones y tampoco pueden gobernar. La hegemonía oligárquica también es precaria”, sentencia Lynch Gamero. 

El escenario queda abierto: aún no se sabe si el indulto quedará firme y qué puede pasar con la hija de Alberto, Keiko Fujimori, quien deberá enfrentar muy pronto un juicio oral, acusada de formar parte del “crimen organizado”. Se ha pedido 30 años de prisión para ella y 20 para su marido. ¿Se llevará a cabo el juicio? Demasiadas luchas palaciegas para un pueblo que necesita respuestas urgentes y vitales.
 

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Telma Luzzani

Tiene una trayectoria de más de 30 años como periodista y analista de política internacional. Trabajó en numerosos medios gráficos (Página 12, Tiempo Argentino y Clarín) y medios audiovisuales. Fue conductora de Voces del Mundo en Sputniknews y co conductora en el multipremiado programa de VISION 7 INTERNACIONAL emitido por la TV Pública. Tiene varios libros escritos. Los más conocidos son: “Todo lo que necesitás saber sobre la Guerra Fría” (2019); "Territorios vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica" (Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2012); Venezuela y la revolución (2008), entre otros.