Una docena de presidentes y cancilleres latinoamericanos se reunirán el próximo domingo en México en procura de un acuerdo que ayude a frenar la desbordante migración irregular a Estados Unidos, que sumó esta problemática, a menudo convertida en tragedia, a la par de sus grandes desafíos globales. Hasta ahora, confirmaron asistencia de Colombia, Gustavo Petro; Cuba, Miguel Díaz-Canel; Ecuador, Guillermo Lasso; Guatemala, Alejandro Giammattei; Honduras, Xiomara Castro, y Venezuela, Nicolás Maduro, quien acordó un programa de deportaciones masivas con Estados Unidos. También asistirá el primer ministro de Haití, Ariel Henry.
Convocados por México, los mandatarios de Cuba, Venezuela y otros países se reunirán en Palenque, estado sureño de Chiapas, que suele ser la puerta de entrada de cientos de miles de personas que huyen de la pobreza, flagelo que afecta a 32,3% de los latinoamericanos, según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), organismo de la ONU.
"Necesitamos ponernos de acuerdo porque podemos hacer muchas cosas nosotros. Y también, si estamos de acuerdo, buscar la cooperación del Gobierno de Estados Unidos, que ayuden", reclamó en rueda de prensa el presidente mexicano, Andrés López Obrador.
La canciller mexicana, Alicia Bárcena, explicó al Congreso que el acuerdo de Palenque apunta a crear condiciones de bienestar que desincentiven la migración, abordar las sanciones de Washington contra países como Venezuela y Cuba "que agravan la situación y vías de movilidad laboral" hacia Estados Unidos.
El objetivo de México es quitarse presión y darle un enfoque regional al problema, según Dolores París Pombo, especialista del Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana. A la par con estos gestos, Maduro reanudó negociaciones con la oposición que exige garantías para las elecciones presidenciales venezolanas de 2024. Unos 7,1 millones de venezolanos migraron a distintos países y miles están varados en las fronteras mexicanas.
De los países que confirmaron presencia es que salen la mayoría de migrantes, muchos de los cuales atraviesan la peligrosa selva del Darién, entre Colombia y Panamá. Solo este año, 1,7 millones de extranjeros llegaron a la frontera con Estados Unidos a través de México, según el gobierno del presidente López Obrador. Muchos, incluso, lo hicieron tras pagar altas sumas a traficantes de personas, frecuentemente aliados a carteles del narcotráfico.
El presidente estadounidense, Joe Biden, pidió al Congreso 13.600 millones de dólares para reforzar la frontera con México, gestionar la migración ilegal y luchar contra el fentanilo, dentro de un paquete por 105.000 millones de dólares para ayudar a Ucrania e Israel y contrarrestar a China. La crisis migratoria es uno de los escollos del gobernante demócrata en su camino a la reelección en 2024, con acusaciones de los republicanos de inacción frente al problema, e incluso críticas de aliados políticos.
Biden dio recientemente otros pasos para contener la migración, como un acuerdo con Maduro para permitir a Estados Unidos deportar a venezolanos en vuelos directos y levantar temporalmente sanciones económicas. El mandatario llegó a la presidencia en 2021 con la frontera cerrada por la pandemia y desde entonces lanzó varios mecanismos para ordenar la migración, como una aplicación para programar citas y pedir refugio. Pero la espera es larga y muchos deciden seguir la ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).