El poderoso comandante libio Jalifa Hafter registró hoy su candidatura a presidente de Libia en las elecciones del mes próximo, en medio de creciente incertidumbre en torno a la esperada votación en el país árabe del norte de África.
Hafter presentó los documentos necesarios para la aprobación de su candidatura en la oriental ciudad de Bengazi y anunció su decisión en un video en el que dijo que busca el máximo cargo de la nación para "conducir a nuestro pueblo en un escenario fatídico".
Llamó a la ciudadanía de Libia a votar "con los niveles más altos de consciencia y responsabilidad" para que el país pueda reconstruirse y reconciliarse luego de décadas de caos y de guerra civil, informó la agencia de noticias AFP.
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Libia ha estado sumida en la anarquía desde que una revuelta liderada por islamistas y apoyada por la OTAN derrocó y asesinó al exlíder Muammar Kaddafi, en 2011.
Desde entonces, y durante años, Libia estuvo dividida, con un Gobierno en el Este apoyado por Hafter y otro apoyado por la ONU en Trípoli, respaldado por milicias islamistas, entre ellas algunas de las que derrocaron a Kaddafi.
Cada uno de los bandos cuenta además entre sus filas con mercenarios de países como Rusia, o traídos desde Siria por Turquía u otras potencias de Medio Oriente.
Hafter, de 77 años, que tiene doble nacionalidad libia y estadounidense, comanda las llamadas Fuerzas Armadas Árabes de Libia, pero en septiembre delegó sus tareas militares en su lugarteniente, Abdel-Razek al-Nadhouri, por tres meses, para cumplir con requisitos relativos a su candidatura.
El anuncio de Hafter llegó luego de que Saif al-Islam Kaddafi, hijo y otrora heredero del exlíder, registró su candidatura el domingo pasado en la sureña ciudad de Sabha.
Saif al-Islam, quien es requerido por la Corte Penal Internacional (CPI) por cargos de presuntos crímenes contra la humanidad, ha pasado años en la clandestinidad.
Si se aceptaran sus candidaturas, tanto Hafter como Saif al-Islam serán de los principales aspirantes a la Presidencia en los comicios del 24 de diciembre.
Ambos son rechazados por muchos habitantes del oeste de Libia y de Trípoli en particular, que es la capital del país y el bastión de sus oponentes, en su mayoría islamistas.
Políticos y líderes de milicias islamistas de Trípoli y del oeste de Libia ya han expresado su rechazo a sus candidaturas y exigido que se reformen las leyes electorales.
Los aguardados comicios todavía enfrentan muchos desafíos, incluyendo enfrentamientos ocasionales entre grupos armados, la honda grieta entre el Este y el Oeste de Libia, que es histórica, y la presencia de miles de combatientes y soldados extranjeros.
Las fuerzas de Hafter rodearon a Trípoli durante un año y trataron de conquistar la ciudad.
La campaña finalmente fracasó el año pasado, lo que llevó a la ONU a mediar en conversaciones que fructificaron en la formación de un Gobierno de transición encargado de organizar elecciones presidenciales y legislativas.
En sus comentarios en el video, Hafter dijo que si es electo, priorizará la defensa de la "integridad y soberanía de Libia".
Hafter tiene como modelo de liderazgo al presidente de Egipto, Abdel-Fattah al Sisi, un estrecho aliado fuertemente antiislamista que llegó al poder mediante elecciones luego de dar un golpe de Estado.
Ambos le han declarado la guerra al fundamentalismo islámico, término que aplican tanto a grupos armados como a otros más moderado que persiguen una mayor identidad entre islam y Estado pero por la vía política.
Hafter fue comandante de Kaddafi pero desertó en la década de 1980 durante una ruinosa guerra contra Chad en la que él y cientos de soldados libios fueron capturados en una emboscada.
Hafter luego pasó dos décadas en Washington, donde se cree que trabajó con la CIA, antes de regresar a Libia para sumarse al levantamiento contra Kaddafi, en 2011.
Hafter, cuyas fuerzas combatieron a extremistas islámicos y les arrebataron el control de extensas zonas del este y sur de Libia, está apoyado por Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Francia y Rusia.
Grupos de derechos humanos lo acusan de atrocidades.
Con información de Télam