Luego de una transición problemática (y si no surge, arbitrariamente, algún nuevo impedimento) el próximo domingo 14, Bernardo Arévalo asumirá la presidencia de Guatemala. Fue democráticamente elegido en balotaje por el 60% de los guatemaltecos, pero -con un Congreso en minoría, un Poder Judicial amañado, y una élite política que teme ser investigada por corrupción una vez que deje el poder- muchos se preguntan cómo hará para gobernar el presidente a partir del 15 de enero.
Sociólogo, doctor en filosofía, político con una vasta experiencia en relaciones exteriores, Bernardo nació en 1958 en Uruguay, donde se había exiliado su padre, Juan José Arévalo, quien también fue presidente de Guatemala (1945-1951). En los primeros años de paz después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos -como hoy- activaba su plan de dominio y control sobre toda América. Entonces fue porque Washington veía como muy factible convertirse en una gran potencia mundial y necesitaba usar al continente como plataforma de expansión. Hoy por todo lo contrario: debido a su declive y pérdida de liderazgo busca controlar daños consolidándose en la región. En ambos casos Guatemala fue un país clave.
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A mediados del siglo XX, en plena Guerra Fría, ese país fue campo de ensayos de EEUU: desde experimentos con seres humanos (al estilo nazi) hasta técnicas de guerra psicológica de la CIA. Entre 1946 y 1948, médicos norteamericanos inocularon sífilis y gonorrea en más de 1.500 guatemaltecas y guatemaltecos sin su conocimiento ni consentimiento. Recién en octubre de 2010, la canciller Hillary Clinton se disculpó ante el entonces presidente Álvaro Colom por el crimen.
Guatemala fue también laboratorio para los golpes de Estado cometidos por EEUU en América latina y el mundo. Juan José Arévalo (padre de Bernardo) sufrió 30 intentos de golpe (todos fallaron). Su sucesor y correligionario, el ex presidente Jacobo Arbenz, fue derrocado en 1954 por una asonada militar comandada por la CIA.
El golpe tenía el código PBSUCCESS y fue el segundo en el mundo de la Guerra Fría. El primero había sido la Operación Ajax, en 1953, para derrocar al primer ministro democrático de Irán, Mohamed Mosaddeq, quien había intentado nacionalizar el petróleo iraní. Otra vez, después de muchos años, vinieron las disculpas de EEUU: en 2009 en El Cairo, Barack Obama admitió la participación de la Casa Blanca en los golpes.
Hoy Guatemala no deja de ser fundamental. Según el analista Ollantay Itzamná, en su artículo “¿Por qué los EEUU ‘batalla’ por la ‘democracia’ en Guatemala?”, el gobierno de Arévalo será un ensayo de gobierno “progresista” manejado desde Washington.
El Pacto de Corruptos
Inesperadamente, Arévalo y su Movimiento Semilla, a contramano de lo que vaticinaban las encuestas y calculaba el establishment guatemalteco, triunfaron en el balotaje de agosto de 2023 con más de 20 puntos sobre su rival, la candidata y ex primera dama, Sandra Torres (39%). Esa victoria hizo patente el enfrentamiento entre un sector mayoritario, popular, de tendencia progresista y vinculado con los pueblos originarios, y otro, representado por la élite neocolonial política, empresarial, judicial, militar y mediática (popularmente bautizado «Pacto de corruptos»), asociada con el narco y el crimen organizado.
Desde el triunfo de Arévalo, mientras los medios hegemónicos no dejaban de desprestigiarlo, el Pacto de corruptos puso en marcha una maquinaria de boicot para impedir su asunción y la de su compañera de fórmula Karin Herrera. La fiscal general, Consuelo Porras, ordenó allanamientos a la sede del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Se secuestraron urnas y actas oficiales (fueron amenazados aquellos magistrados del TSE que se negaban a “colaborar”) con el objetivo de anular el balotaje. A través de maniobras inconstitucionales se suspendió la personería jurídica del Movimiento Semilla y se abrieron investigaciones contra sus diputados en el Congreso.
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Entretanto hubo un fuertísimo movimiento popular de defensa a la democracia liderado por los pueblos originarios. La Junta Directiva y el Consejo de Alcaldes Comunales de los 48 cantones –comunidad K’iché con más de 4.000 años de historia en Mesoamérica- convocaron a un paro nacional. Se sumaron docentes y estudiantes, trabajadores y profesionales, en masivas movilizaciones que denunciaban la arbitrariedad de la clase alta dirigencial profundamente racista, patriarcal y corrupta, encabezado por el presidente saliente, Alejandro Giammattei, la fiscal Porras y una lista enorme de fiscales, jueces, dueños de medios de comunicación y organizaciones de extrema derecha.
En octubre, Estados Unidos tomó claramente partido a favor de Arévalo. Envió al subsecretario de Estado, Brian Nichols, quien luego de entrevistarse con Arévalo y Herrera señaló: “Compartimos con el presidente electo nuestro firme compromiso para apoyar el proceso democrático de Guatemala y promover la transición pacífica a su administración el 14 de enero. Espero trabajar más con su equipo cuando asuma el cargo”. Semanas antes, la OEA había enviado una Misión de Observación Electoral (MOE) que concluyó que el “ataque sin fundamento ni motivación clara al órgano electoral atenta contra su independencia y autonomía”.
Para sumar más confusión en la arena política, también el alto empresariado rural e industrial -cafetaleros; azucareros- se expresaron a favor de Arévalo. Guatemala tiene grandes potencialidades. Es la primera economía en Centroamérica y la novena en América latina (supera a Uruguay y Paraguay). Tiene importantes recursos naturales (petróleo, níquel, maderas raras, energía hidroeléctrica), pero la distribución de la riqueza es muy inequitativa: más del 60% de sus casi 18 millones de habitantes vive en la pobreza.
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El analista Ollantay Itzamná, explica por qué EEUU elige hoy sostener la presidencia de Arevalo. La Casa Blanca baraja la posibilidad de instalar en Guatemala un “corredor” para sus mercancías y para contener a los BRICS. “La preponderancia norteamericana en el Canal de Panamá decrece. Nicaragua ya firmó con China para construir/controlar el canal que unirá y permitirá el flujo de carga entre el Atlántico y el Pacífico. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, ya inauguró el ferrocarril que une ambos océanos y es una empresa pública. EEUU está cada vez más limitado para mover su cargamento de costa a costa. El único territorio, geopolíticamente con posibilidades fácticas es Guatemala (desde Puerto Barrios, en el Atlántico, al Puerto San José, en el Pacífico)” aseguró en el mencionado artículo.
¿Cómo será el gobierno de Bernardo Arévalo? Es un enigma. En los últimos meses de 2023, se reunió con numerosos funcionarios del gobierno estadounidense pero el jueves 4 de enero, eligió a Xiomara Castro, la presidenta de Honduras, quien defiende una línea soberana y se opone a la sumisión a EEUU, para hacer su última visita de cortesía.
“Que nadie espere cambios estructurales profundos”, afirmó el politólogo argentino Marcelo Colussi. “Es un partido socialdemócrata, tibio. El Movimiento Semilla ganó con la bandera de la lucha contra la corrupción y el temor del establishment político es que cumplan con esa promesa”. Atravesado por las tensiones entre el Pacto de Corruptos, EEUU y la fuerza popular de los pueblos originarios, Arévalo tiene por delante meses muy difíciles en los que deberá sortear innumerables obstáculos para mantener un mínimo de gobernabilidad.