Alemania da un giro histórico en su gasto en defensa y pone a Europa en una nueva carrera armamentística con Rusia. Por iniciativa de quien posiblemente se convierta en canciller, el democristiano Friedrich Merz, el Bundestag aprobó una reforma constitucional que elimina los límites que tenía el país al financiamiento militar. Esta decisión se da en el marco de la guerra en Ucrania con un indescifrable Donald Trump y deja a las claras que el viejo continente modifica su postura de desmilitarización y se prepara para su rearme bélico.
“Falsa sensación de seguridad”
Con el apoyo de los socialdemócratas y ecologistas, los conservadores avanzaron en la aprobación en el Parlamento para la reforma constitucional que permitirá romper con el límite al endeudamiento del gobierno federal del 0,35 % del PIB para gasto militar. Por lo que ahora, Alemania podrá aumentar su gasto en defensa sin esa restricción impuesta en el 2009 como consecuencia de las crisis económica.
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La decisión es histórica por el hecho de que desde la caída del Muro de Berlín, el financiamiento en defensa bajó de manera abrupta, ya que pasó de 2,5% del PIB en 1989 a 1,3% en 2021. Esta medida aprobada tanto por la Cámara baja como por el Consejo Federal, donde están representados todos los estados del país, permitirá aumentar no solo el gasto sino que también irá a un fondo paneuropeo. Si bien varios países incrementaron su gasto en defensa, la medida de Alemania además de ser histórica recobra un rol clave al ser el motor económico de la Unión Europea.
Ahora bien, por qué tras décadas de caída en el financiamiento en defensa y con discursos desmilitarizados hay un giro trascendental: hay una sola respuesta y es la guerra en Ucrania, Rusia y la postura de Trump. La posibilidad de que el gobierno de Vladimir Putin pueda avanzar en otras regiones del continente planteó un desafío en materia de seguridad, incluso en aquellos partidos políticos que parecían alejarse cada vez más de los asuntos militares o que veían como algo del pasado.
Además de la guerra en Ucrania, se sumó también la administración de Trump y sus posturas ambiguas no solo con respecto al conflicto bélico en sí, sino también a lo que puede llegar a pasar en la OTAN. Estos acontecimientos llevaron a varios análisis dentro del bloque europeo de plantearse la dependencia que mantuvieron de Estados Unidos y la necesidad de independizar sus asuntos en materia de seguridad, que no parecieran ser eje de la preocupación del republicano que conversa con Rusia y tiene en la mira a China.
El propio Merz al hablar del cambio histórico afirmó que los europeos habían vivido una “falsa sensación de seguridad” que habría quedado demostrado con la invasión rusa y el desinterés de Estados Unidos que pasó de ser el principal socio que le garantizaba un rol clave en la defensa europea. “La guerra de Putin no se dirige solo contra Ucrania, sino contra Europa, contra nuestra seguridad y nuestra libertad”, afirmó el posible futuro canciller de Alemania, al justificar la reforma y al hablar de esta nueva era europea.
Velar por su propia seguridad
“La retracción de Estados Unidos hacia una postura de carácter más aislacionista deja descubierto a Europa de su principal proveedor de seguridad. Europa se encontró ahora en una situación muy vulnerable donde dependía de los chinos para sus exportaciones, de Rusia para su energía y de Estados Unidos para su defensa. Entonces de alguna manera la retracción estadounidense, la demanda de Trump de que se hicieran cargo de su propia seguridad se traslada a una presión a los presupuestos europeos en defensa”, explica a El Destape el co-director del Grupo de Investigación en Política Europea Contemporánea de Ciencia Política de la UBA, Patricio Talavera.
En ese contexto, el especialista recuerda que los presupuestos de defensa europea caen desde hace siete décadas y que se confió en la OTAN como potencia. “Creo que lo que vemos es el proceso de sinceramiento gradual y aceptación en Europa de algo que no se quería admitir, uno, el andamiaje internacional posterior a la Segunda Guerra se está cayendo a pedazos y segundo que el garante de seguridad europeo no quiere serlo y Europa va a tener que asumir su seguridad por su propia cuenta. De ahí la vuelta al debate de algo que había permanecido silenciado, el tema del Ejército Europeo común”, agrega Talavera.
El temor de la vuelta a una “muerte cerebral” de la OTAN como lo llamó en su momento Emmanuel Macron, pero ahora ante el temor de un giro estadounidense y las dudas acerca de la continuidad del apoyo militar norteamericano a Ucrania, abrieron en Europa un sinfín de interrogantes y debates. Uno de ellos, es que el buen vínculo que pareciera haber entre el republicano y Putin, envalentone o deje mejor posicionado al mandatario ruso para amenazar a los países más cercanos geográficamente a Rusia y que considera que pusieron en riesgo su seguridad al ingresar a la Alianza Atlántica.
En ese marco, pueden entrar países como Estonia, Letonia o Lituania, pero también Polonia o incluso los estados que se convirtieron en miembros de la OTAN recientemente como Suecia y Finlandia. En medio de las negociaciones iniciadas por Trump para poner un cese al fuego, que pareciera dar más ventajas a Rusia atemoriza más a los europeos de la postura en la que podría quedar Putin si sale triunfal con la anexión de los territorios que tomó de Ucrania o con la garantía de que el país no ingresará a la alianza militar.
“No toda la Unión Europea percibe las amenazas de la misma manera. Si hablamos de los países más próximos a Rusia, su principal temor es la posibilidad de que haya una ofensiva rusa no en términos convencionales sino de guerra híbrida en algunos de los territorios europeos. Eso parece que es bastante probable, es decir a través de ciberataques o procesos de desestabilización de las propias democracias, parece mucho menos probable en términos de ataque convencional. Rusia ha demostrado que no tiene la suficiente capacidad militar como para poner en marcha otra ofensiva de conquista territorial en territorio europeo”, asegura a El Destape, la profesora española en Ciencia Política en la Universidad Complutense, Ruth Ferrero, sobre lo que miran con temor desde el viejo continente.
En recesión
Alemania se encuentra en un período de negociaciones para formar gobierno, tras la caída de la coalición semáforo. Es válido recordar que esa formación se rompió por diferencias en materia de defensa del país. Sin embargo, más allá de que podría sumarse otros temas de agenda como la cuestión migratoria, el económico es un factor clave en un país que viene de dos años de recesión y podría ingresar en un tercero, algo que sería histórico para una de las principales potencias del mundo.
“Quitar el techo de gasto tiene que ver con la necesidad de Alemania de incrementar el gasto en defensa. Es la primera vez que se rompe la heterodoxia fiscal alemana en términos de gasto público y se hace en un momento además crítico para la propia economía alemana. Alemania lleva en recesión dos años y alimentar dentro del marco actual a su propias industrias y transformar sus industrias de automóviles en industria de defensa puede provocar una recuperación económica de manera mucho más rápida que de otro modo. Le permitirá poner en marcha un proceso de modernización de infraestructura, de empresas y de industrias”, explica Ferrero.
La especialista española afirma que si bien la decisión es muy reciente, las grandes empresas armamentísticas alemanas “ya se han puesto manos a la obra” para intentar revitalizar la economía. En cuanto a las repercusiones que puede tener en el resto del continente, Ferrero sostiene que dependerá de la capacidad que tenga o no de “dar servicio a la propuesta de Europa en defensa en la que cada vez más suministros armamentísticos procedan de la producción europea y que con eso se permita construir la autonomía estratégica europea de la defensa”.
Con el foco puesto en el enfrentamiento con Rusia, a sabiendas de que su gran aliado en defensa que es Estados Unidos parece dispuesto a soltarle la mano, Europa busca su independencia en materia de seguridad. Incluso aunque eso signifique cambios históricos de postura y años de desmilitarización. La guerra en Ucrania significó un cambio de estrategia, en el cual el viejo continente se suma a lo que ya sucede en otras partes del planeta, en un mundo más armado, que pareciera estar más dispuesto ir a la guerra como único camino.