A menos de un año y medio de asumir, el gobierno de Joe Biden enfrenta un clima de insatisfacción, de los propios, y un descontento general que no le augura un buen resultado en las elecciones de medio mandato del 8 de noviembre próximo en los Estados Unidos, una fecha en la que no solo de definirá la composición del Congreso para los últimos dos años de su gestión, sino que además se pondrán en juego la mayoría de las gobernaciones, en 36 de los 50 estados del país. Y, como si eso no fuera suficiente, en estos seis meses que faltan para los comicios, varios estados se embarcaron en una disputada y estratégica carrera contra reloj para redibujar su mapa electoral tras el censo nacional de 2020.
Hace apenas dos semanas, en una entrevista con un podcast del portal de noticias Politico, John Anzalone, el encuestador de la campaña presidencial de Biden, que ahora trabaja para la reelección del gobernador demócrata en Nevada, resumió lo que la mayoría de los analistas y medios de comunicación vienen diciendo hace semanas: "Es el peor clima político que haya vivido en los 30 años que tengo como consultor político", sentenció y agregó: Hay una gran diferencia entre perder entre 7 y 10 bancas en la Cámara (Baja) y que te liquiden y perder 35 o 40...Creo que realmente tenemos la capacidad de mantener el Senado."
En Estados Unidos -como en otros países con sistemas presidencialistas similares-, los oficialismos suelen sufrir pérdidas en el Congreso, incluso sus mayorías, en las elecciones de medio mandato. Sin embargo, la posibilidad que ya cada vez barajan más es que Biden y los demócratas sufran una paliza de la que sea más difícil recuperarse en las presidenciales de 2024, especialmente dado que el mandatario debería pasar sus últimos dos años con un Congreso aún más paralizado que el actual.
Luces y sombras de la gestión Biden
Pese a este clima de pronósticos oscuros y titulares críticos, el oficialismo demócrata tiene logros del gobierno de Biden para demostrar en esta campaña, logros que hace apenas un año hubiesen representado prioridades para gran parte de la sociedad estadounidense.
En primer lugar, el mandatario logró controlar la pandemia a través de una rápida y efectiva campaña de vacunación que, aunque no logró incluir a la intensa minoría antivacuna y anticiencia, asociada en los últimos tiempos a la extrema derecha que supo representar el ex presidente Donald Trump, pudo frenar la transmisión y atenuar dramáticamente las subsiguientes olas. En segundo lugar, durante todo su mandato Biden se anotó informes de empleo positivos y en abril se anotó el primer registro (3,6% de desempleo) menor a la prepandemia, cuando los números macro eran los mejores aliados de Trump y de sus aspiraciones reeleccionistas.
"Aunque el gobierno no consiguió aprobar la ley de seguridad social que querían, sí pudieron introducir elementos claves que sacaron a muchas personas de la pobreza. Estamos hablando de redes de contención que apoyan a las personas en tiempos difíciles, como los que se vivieron con la pandemia y la crisis económica que siguió", explicó a El Destape Rachael Cobb, titular del Departamento de Gobierno de la Universidad de Suffolk en Boston. "Lo mismo con la ley de infraestructura", agregó.
Pero nada de esto parece estar entre los temas principales de esta incipiente campaña electoral. La inflación, la mayor en más de cuatro décadas, el último dato inesperado de contracción de la economía en el primer trimestre del año y la incapacidad del oficialismo de aprobar en toda su dimensión sus promesas de campaña pese a tener mayoría en la cámara baja y un empate en el Senado que permite desempatar a la vicepresidenta y titular del cuerpo, Kamala Harris. "Se los va a sancionar en las urnas por no cumplir con lo prometido. Hay una frustración enorme con los demócratas por no conseguir los objetivos que se plantearon", destacó Cobb.
Cuando Biden ganó la Presidencia a finales de 2020 impulsado por un fuerte sentimiento anti Trump y un masivo rechazo a su gestión de la pandemia y a la crisis de empleo que esta generó, muchos simpatizantes se emocionaron porque los demócratas volvían a la Casa Blanca y tenían mayoría en el Congreso. Sin embargo, no había sido una victoria arrasadora como en otras presidenciales, en las que el nuevo oficialismo se hacía con mayorías para gobernar, al menos en los primeros dos años, con cierta comodidad.
En noviembre de 2020, los demócratas perdieron 13 bancas en la Cámara Baja, el cuerpo cuyo control habían recuperado en las elecciones de medio mandato de Trump, en 2018, después de ocho años de mayoría republicana. Biden comenzó su gestión con una cámara baja con una mayoría oficialista, pero ajustada: 222 bancas -apenas 4 más de las 218 necesarias para aprobar leyes- frente a las 213 de la oposición. "Los demócratas tuvieron una mayoría muy ajustada en ambas cámaras y eso le dio mucho más poder a legisladores individuales", explicó Cobb, en referencia a un par de senadores y un puñado de congresistas del ala más conservadora que forzaron al gobierno a moderar sus aspiraciones de proyectos de inversión pública históricos y, especialmente, fortalecer las políticas de seguridad social y redistributivas que reclamaba el ala más progresista del partido.
El retorno de la inflación
A esta falta de resultados -o mejor dicho, de resultados óptimos- se suma un elemento que irrita y preocupa a simpatizantes y detractores por igual: la inflación. El índice de precios al consumidor aumentó un 8,5% en marzo pasado respecto al año anterior luego de un alza anual del 7,9% en febrero, según datos del Departamento de Trabajo, y se ubicó como el registro más importante desde 1981. Según una encuesta de Gallup de abril, un 42% de los estadounidenses creen que el estado de la economía es "malo", un 38% "aceptable", un 18% "bueno" y solo un 2% "excelente".
El gobierno apeló públicamente a la "colaboración" de los empresarios de algunos sectores especialmente concentrados, pidió no congelar los precios a través de una baja de salarios, argumentó que los beneficios de la masiva inversión pública del último año y medio son mayores que el efecto en la inflación, y desde marzo intenta explicar el efecto que tuvo la guerra en Ucrania en los precios internacionales de la energía y algunos alimentos en el mundo entero. "Para los demócratas, explicar los temas centrales de geopolítica, las alianzas occidentales y el rol de la OTAN es un problema de verdad porque son conceptos abstractos para muchos estadounidenses. La idea de por qué deberíamos estar gastando tanto dinero es algo así es muy difícil para explicar para muchos. En cambio, para la oposición es fácil explicar que los precios de la nafta se duplicaron y se perdió soberanía para controlar la económica", puntualizó Cobb.
Pese a este escenario y a solo seis meses de unas elecciones que podrían ser muy peligrosas para él, Biden sorprendió al anunciar el mayor paquete de ayuda que hasta ahora había otorgado a Ucrania: 33.000 millones de dólares, de los cuales 20.000 son para asistencia militar y, el resto, es para mantener en pie la estructura estatal de Ucrania y enfrentar la crisis humanitaria que se vive especialmente en las zonas más golpeadas por las fuerzas rusas. El mismo que hizo ese anuncio aclaró que no estaba considerando decretar un perdón generalizado para préstamos universitarios, una de sus problemas de campaña. Este tipo de endeudamiento se ha convertido en un problema serio para los trabajadores más jóvenes del país debido a las matriculas cada vez más caras de las instituciones de educación superior.
"La Segunda Guerra Mundial es un recuerdo distante para muchos estadounidenses; la Guerra Fría también", explicó Cobb y agregó: "George Bush hijo tuvo un 11 de septiembre, ahora no hubo un 11 de septiembre. Por eso, es muy difícil explicar esta situación en términos simples a un público que no se acuerda. ¿Cómo se explica que no se pueden perdonar los préstamos educativos pero si ampliar la ayuda a Ucrania?"
De fondo, las batallas por los mapas electorales de EEUU
Estas elecciones tienen un condimento extra: deben reflejar los cambios demográficos registrados por el censo nacional de 2020, a nivel federal especialmente en la Cámara Baja del Congreso. Allá no existe la lista sábana, los estados se dividen en distritos y cada congresista se presenta como candidato de un distrito en particular, no de todo el estado. Por eso, cuando un censo determina que la población de un estado ha crecido lo suficientemente para requerir una mayor representación en el Congreso, la Legislatura local debe redibujar el mapa de distritos para crear un nuevo, si es que sumó solo un legislador más. De la misma manera, si con el censo perdió algún congresista, debe rediseñar su mapa para quitar un distrito.
Hace tiempo que tanto demócratas como republicanos utilizan estas posibilidades para dividir comunidades o barrios donde el electorado no es afín y, de esa manera, construir distritos en los que tienen más chances de ganar. Esto que parece estar delimitado a las elecciones legislativas tiene un efecto directo en el resto del diseño electoral, incluido las presidenciales, ya que luego son las Legislaturas locales las que definen las reglas electorales del estado, por ejemplo, los límites para ejercer el derecho al voto, un tema que hasta el ex presidente Barack Obama ya reconoce que es uno de los principales amenazas actuales para la democracia estadounidense.
La semana pasada, la máxima corte del estado de Nueva York resolvió que la Legislatura local rediseñó su mapa electoral de manera partidaria a favor del oficialismo demócrata, luego de perder un congresista con el censo. Además, decidió que para las primarias del próximo 28 de junio será un juez de primera instancia el responsable de pedirle a un "experto" que dibuje el nuevo mapa electoral para "desincentivar la competencia" partidaria. Y hasta abrió la puerta a que las primeras se posterguen hasta agosto.
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Los demócratas neoyorquinos podrían intentar llegar a la Corte Suprema federal ya que este tribunal a principio de año creó una jurisprudencia que aún genera controversia y quejas. La máxima corte del país decidió en un voto dividido 5 a 4 que se suspenda la orden de un tribunal inferior para rediseñar el mapa de distritos legislativos del estado de Alabama ya que, según los jueces de esa instancia, los trazados por el oficialismo republicano buscaron diluir el voto de la minoría negra, que tradicionalmente vota más a los demócratas.
El juez supremo Brett Kavanaugh dijo que pedir un rediseño del nuevo mapa podría confundir a los votantes, mientras que su colega Elena Kagan sostuvo que "Alabama no puede violar el derecho al voto de los negros solo porque el reclamo llegó a la corte el primer mes de un año electoral". Pese a que fue un fallo dividido, ya fue utilizado como jurisprudencia por jueces y tribunales en Georgia, Pensilvania y Carolina del Norte para desestimar cuestionamientos a los nuevos diseños distritales.
"Con el censo, quedó claro que hay un cambio demográfico a favor del Sur y, por eso, se otorgaron más bancas a los estados sureños. Uno de ellos es Texas pero hay controversias porque la población que más creció es la que se considera más cercana a los demócratas, pero los mapas no lo reflejan", ejemplificó Cobb, pero de todas maneras aclaró que en muchos casos no se llegará a tener un mapa electoral más justo, en el que las minorías no estén subrepresentadas. "Se pueden postergar las primarias pero no la elección general, entonces hay un límite. Además, los candidatos deben saber por qué distrito se presentan para poder hacer campaña. No hay precedentes para esta situación y seguro no será bueno para la representación", concluyó.
El cambio demográfico a favor del Sur que registró el Censo 2020 también será clave en la definición de las presidenciales de 2024 ya que los estados que crecieron tendrán más votos en el colegio electoral, dado que Estados Unidos tiene un sistema indirecto similar al que Argentina tuvo hasta la reforma constitucional de 1994. Entre los beneficiarios está Texas, que sumó dos más, y Colorado, Florida, Montana, Carolina del Norte y Oregón, todos con uno más. En la última elección, Trump ganó Texas, Florida, Montana y Carolina del Norte. En cambio, los estados que perdieron un voto en el colegio electoral son California, Illinois, Michigan, Nueva York, Ohio, Pensilvania and Virginia Occidental. Salvo Ohio, todos ellos votaron por Biden en la última elección.