Con un final ajustado y todavía irresuelto, por el conteo de votos realizados por correo, Estados Unidos se acerca a una resolución atípica. Al igual que Argentina previa a la reforma constitucional de 1994, el país del norte tiene un sistema de votación indirecto, en la que se obtienen todos los representantes de aquellos estados ganados.
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Actualmente la competencia está reñida y ninguno de los dos candidatos alcanza los 270 electores necesarios para convertirse en presidente de los Estados Unidos. Todavía quedan algunos estados en los que el sistema de votación por correo ralentizó los conteos y, a la hora de mirar los números, existe una ligera posibilidad de que se generara un empate técnico en 269 electores para cada uno.
El escenario es atípico pero no imposible. Para eso el resultado debería ser el siguiente:
Joe Biden debería imponerse en Arizona (11), Wisconsin (10), Nevada (6), estados en donde está liderando, además de North Carolina (15) y tres de los cuatro electores en Maine (que reparte 2 por la mayoría y dos por sistema d'hont). Donald Trump debería ganar Alaska (3), Georgia (16), Michigan (16) y Pennsylvania (20).
La Constitución de EEUU establece que en caso de que ninguno de los candidatos obtenga la mayoría de los votos electorales, la decisión de elegir presidente pasa al Congreso. El presidente es elegido por la Cámara de Representantes, y el vice por el Senado. Esta situación sólo ha ocurrido en dos ocasiones.
Si la Cámara de Representantes debiera elegir al nuevo presidente, se le asignaría un voto a cada Estado, independientemente de su cantidad de habitantes. Para ganar, el candidato necesita de 26 de los 50 Estados que conforman la unión. La situación es diferente para el compañero de fórmula: para el vicepresidente cada senador tiene un voto, lo que si discrimina según electores representados. Por el momento, los republicanos tienen la mayoría simple de 26 delegaciones estatales, mientras que los demócratas solo 23 delegaciones estatales y un estado.
Los resultados en el Congreso
Con un escrutinio aún en ciernes, la oposición demócrata en Estados Unidos logró conservar el control de la cámara baja del Congreso, y hasta ampliar su mayoría, mientras que estaba lejos de poder ganar el Senado, la elección más disputada, después de la presidencial.
Durante los últimos dos años, el oficialismo republicano tuvo una mayoría de 53-47 en el Senado y este martes se pusieron en juego 35 bancas, 23 en manos de ellos y 12, de los demócratas.
Por el momento, 14 bancas fueron proyectas por los principales medios de comunicación y casi todas ellas las ganó el candidato a la reelección, incluso el titular de la bancada oficialista, Mitch McConnell.