El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, llegó en la madrugada del miércoles a Shanghai desde donde inició su primer viaje de Estado al gigante asiático en el marco de su tercer mandato. Allí, su primer paso fue encontrarse con Dilma Rousseff, flamante presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) constituido por los cinco países del Brics (Brasil, Rusia, India,China y Sudáfrica). Fue el segundo en tomar la palabra durante el acto de asunción formal en el que participó este jueves y usó ese espacio para destacar el "gran potencial" que la entidad tiene "en la medida en que libera a los países emergentes de la sumisión a las instituciones financieras tradicionales, que quieren gobernarnos". La entidad, se animó a vaticinar, podría convertirse en el "gran banco del Sur Global".
"Por primera vez se establece un banco de desarrollo de alcance global sin la participación de los países desarrollados en su fase inicial. Libres, por tanto, de las cadenas de las condicionalidades impuestas por las instituciones tradicionales a las economías emergentes (N de R: como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional). Y más: con la posibilidad de financiar proyectos en moneda local", aseguró Lula. Más tarde, señaló Télam, se salteó el discurso e improvisó: en ese momento fue cuando sostuvo que el FMI es una institución que "asfixia" a países como la Argentina, como en el pasado lo hizo con Brasil.
Argentina retornó al FMI en 2018, cuando el Gobierno de entonces de Mauricio Macri acudió al último prestamista para adquirir el crédito récord de 45.000 millones de dólares. Lula dijo que ningún gobernante puede ejercer el poder "con el cuchillo en la garganta" de las medidas internas que reclama el FMI a cambio de mantener el acuerdo del préstamo, por eso celebró la entidad que ahora dirigirá su compañera y ex presidenta -depuesta en 2016 por un golpe parlamentario-: "La creación de este Banco demuestra que la unión de los países emergentes es capaz de generar cambios sociales y económicos relevantes para el mundo", aseguró.
El NBD, continuó, "tiene un gran potencial transformador, ya que libera a los países emergentes del sometimiento a las instituciones financieras tradicionales, que pretenden gobernarnos, sin tener un mandato para hacerlo". En ese sentido, afirmó que las necesidades financieras de las naciones en desarrollo son enormes, pero que la falta de reformas ha limitado el crédito de los bancos existentes, por eso, afirmó que desde ese lugar se podría ayudar a los países en desarrollo a depender menos del dólar y financiar el comercio en monedas locales.
"Necesitamos una moneda que dé más tranquilidad a los países, porque hoy un país necesita correr detrás del dólar para poder exportar, cuando podría exportar en su propia moneda", dijo. Entre los más de 20 acuerdos con los que llegó dispuesto a reforzar las relaciones comerciales con China, Lula y su par Xi Jinping, consolidarán un mecanismo para abaratar los costos de los intercambios sin depender del dólar estadounidense.
China es el mayor socio comercial de Brasil desde 2009 aún pese al distanciamiento de cuatro años bajo el gobierno su predecesor, Jair Bolsonaro. Brasil, además, es un mercado importante para la soja, el mineral de hierro y el petróleo y es ahora el mayor receptor de inversiones chinas en América Latina, impulsadas por el gasto en líneas de transmisión eléctrica de alta tensión y la producción de petróleo.
El jueves en Shanghai, Lula también visitó el centro de investigación del gigante chino de las telecomunicaciones Huawei y se reunió con los directores ejecutivos de China Communications Construction Company y el fabricante de automóviles BYD Co Ltd, que planea una importante inversión en autos eléctricos en Brasil. El fabricante brasileño de aviones Embraer SA podría firmar un acuerdo para la venta de 20 aviones comerciales a una aerolínea china, dijeron dos personas familiarizadas con el asunto, poniendo fin a la escasez de nuevos negocios de la compañía en China desde el cierre en 2016 de una empresa conjunta en una fábrica en Harbin.
La visita busca, entre otros puntos, fomentar la innovación, la sostenibilidad y fortalecer el sector de energías renovables, así como la comercialización de créditos de biodiversidad, asociaciones para apoyar el desarrollo de startups brasileñas en China, transferencia de conocimiento e investigación científica en la fabricación de acero con bajo contenido de carbono.
Además de los aspectos económicos, el presidente brasileño intenta afianzar su política exterior e insertar a su país en la agenda mundial con el impulso de un club de amigos para lograr un alto al fuego en la guerra en Ucrania y Rusia, propuesta que llevará ante Xi este viernes en la reunión oficial de ambos presidentes.
Este es su tercer viaje, ya lo hizo a Argentina, Uruguay y Estados Unidos. En menos de tres meses de gobierno retornó a los organismos multilaterales de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).
Con información de Reuters