En medio del crecimiento de los números de la pandemia a nivel global, desde diversos sectores se mantiene la militancia contra la cuarentena. La Organización Mundial de la Salud ha valorado en reiteradas ocasiones la estrategia argentina para contener el COVID-19. En todo el mundo el confinamiento ha salvado vidas y, lejos es estar vencido, ante los rebrotes es la primera opción a tener en cuenta.
Desde hace más de un mes, diversos países relajaron la cuarentena estricta. En muchos casos con aperturas parciales y otros con aperturas totales. Sin embargo, ante la aparición de nuevos casos, la primera opción -y la más efectiva- es volver para atrás en sus respectivas fases. Australia, una de las naciones que vio un rebrote, no tuvo ninguna duda en retrotraer su segunda ciudad más grande.
Las autoridades australianas anunciaron durante la semana que habrá un "confinamiento" durante seis semanas en Melbourne y, de esta forma, casi 5 millones de habitantes tendrán que quedarse en sus casas luego de un rebrote de COVID-19. En el momento de anunciarse la medida, hubo una expansión de 191 casos -la mayoría con contagios locales- y 37 estaban vinculados con focos desconocidos. Los números no son altos, pero el alerta ante una explosión del virus llenó de temor a las autoridades que decidieron volver atrás.
Los ejemplos se multiplican. Hace nada menos que quince días atrás, funcionarios chinos confirmaron el "confinamiento completo y controlado" de Anxin, una ciudad china al sur de Beijing. Más de 500 mil personas estarán confinadas completamente y solo una persona podrá salir a comprar por día y solo a artículos de primera necesidad. Es el mismo tipo de aislamiento que vivió la ciudad de Wuhan. Sin embargo, esta vez se lleva adelante luego de un brote en el mercado de alimentos de la capital de China. ¿La razón? El brote se originó en la parte de pescadería, 300 casos, vinculados a las industrias de pescados justamente ubicadas en la zona de Anxin. También en Asia, Corea del Sur, sufrió un rebrote hace más de quince días y, luego de observar los datos, aisló una de las partes más pudientes de su capital, Seúl, por el temor a una infección.
En Europa, por ejemplo, la preocupación está en diferentes territorios. En España uno de los principales temores es un rebrote en Cataluña. Después de un rebrote en Lleida, las autoridades decretaron el sábado pasado un nuevo confinamiento que podría durar dos semanas. Después de varios días (en verano) con menos de 60 casos, el fin de semana hubo tres días en los que se sumaron 113 nuevos infectados respectivamente. El temor al rebrote llevó a un nuevo endurecimiento de la cuarentena que, además, ha llevado a la responsable de la comarca, Alba Vergés, ha poner en duda un posible "confinamiento total". Por el momento, el endurecimiento es con respecto a las salidas diarias y lejos de la "vida social" activa. Sin embargo, se espera que más de 50 mil personas se queden dentro de sus casas.
Como contrapunto, lejos de estas ideas, el nuevo primer ministro de Francia, Jean Castex señaló que se espera un "nueva oleada de COVID-19" en su país. Sin embargo, ya avisó que no habrá "un confinamiento general" aunque el país haya sido uno de las naciones europeas que más problemas tuvo con el coronavirus. Más allá de esta situción, desde diversos sectores ya comenzaron a mostrar preocupación ante una eventual nueva ola y los problemas que pueden tener.