Esta semana vamos a presenciar el inicio de uno de los períodos más turbulentos y transcendentales de la política actual. Hay quienes ya lo llaman un “punto de inflexión”, algo que se conocerá mejor cuando las consecuencias se hagan visibles en el futuro.
El ciclo empezará este 22 de octubre en Kazán, Rusia, cuando los Brics ampliados anuncien, durante su XVI Cumbre, un paquete de medidas que buscan reconfigurar para siempre el actual orden internacional.
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El segundo momento será el 5 de noviembre cuando una parte del pueblo estadounidense (las cifras de ausentismo siempre son altas) elija presidenta o presidente del país. Sea cual fuere el resultado, desde noviembre, hasta el día de la asunción, el 20 de enero de 2025, y aún después, el mundo vivirá las secuelas de esos comicios y los efectos de las internas feroces que atraviesan la Casa Blanca.
Si gana la demócrata Kamala Harris, ¿Donald Trump, su contrincante republicano, admitirá el triunfo? El antecedente del golpe de Estado frustrado, el 6 de enero 2021 -toma del Capitolio por parte de los partidarios de Trump-, permite conjeturar tiempos violentos. Si gana el republicano, también el escenario internacional sufrirá cambios importantes, sobre todo en Ucrania y el resto de Europa.
La Casa Blanca y el “deep state” estadounidense ya no ocultan el pánico que sienten por su propio declive relativo y por el avance de un nuevo orden multipolar desde Oriente. Tres ejemplos de esa alarma: 1) desde el mundo megafinanciero: Black Rock, en su informe “Tablero de riesgos políticos (2023)” admitió que “ya hemos entrado en un nuevo orden mundial”; 2) desde el sector militar: el Pentágono pidió investigar a la Rand Corporation sobre el declive de los imperios en la historia y 3) desde la institucionalidad política, lo blanqueó el Departamento de Estado.
El 1 de octubre, el canciller Anthony Blinken publicó un artículo en la revista Foreign Affairs titulado “La estrategia de renovación de Estados Unidos”. El subtítulo es muy revelador: ya no se trata del “Proyecto para un nuevo siglo americano” de la era unipolar a fines del siglo XX, sino del intento de “Reconstruir el liderazgo para un mundo nuevo”.
En la nota Blinken no sólo admite que EEUU debe recuperar el terreno perdido, sino que avizora un futuro de peligros. “Se está librando una feroz competencia para definir una nueva era en los asuntos internacionales”, escribió. “Hay cuatro países decididos a alterar los principios fundacionales del sistema internacional”, impuesto por EEUU luego de la Segunda Guerra Mundial. Los países son “Rusia y sus aliados Corea del Norte e Irán y China”.
La publicación de este artículo en una revista de gran peso político global en vísperas de la XVI Cumbre de los Brics en Kazan no es casualidad. Del 22 al 24 los cinco países originales –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- darán la bienvenida oficial a los cinco nuevos miembros: Egipto, Etiopía. Irán, Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos. Ahora BRICS+ representa, a nivel mundial, el 46% de la población, el 37, 6% del PBI y el 70% de la producción de petróleo.
Los BRICS+ y el oro
Según observan medios occidentales como el Jerusalen Post, la posesión de oro es otra de las fortalezas de los BRICS. Esta semana, el metal volvió a marcar un record histórico en los mercados mundiales. En las últimas 52 semanas ha subido un 50% casi a razón de 1% semanal. (¿Cómo se entiende en este contexto la decisióndel presidente Javier Milei?).
En cuanto a los Brics, el oro está en el centro de la estrategia financiera del grupo no sólo para diversificar sus reservas y usarlos como “refugio seguro” frente a la “inflación en EEUU y Europa que aumenta hasta niveles no vistos en mucho tiempo”, sino también para hacer viable su propuesta de diseñar un nuevo orden monetario y financiero en el cual el dólar dejaría de ser la única referencia global.
Han trascendido algunos de los puntos que se presentarían esta semana en Kazan y que serían parte de un sistema completamente nuevo, descentralizado y en el que la tecnología digital tendría un lugar de privilegio. Los Brics pretenden una mayor independencia financiera que, al tiempo que neutralice las sanciones utilizadas por EEUU a través de su moneda para castigar o extorsionar a los otros países, sea una vía efectiva para reducir (o incluso eliminar) la hegemonía del dólar a nivel mundial.
Para lograr esa independencia, según dejaron trascender algunos funcionarios rusos, ya está técnicamente lista una moneda de reserva respaldada en un 40% por oro y por otros recursos naturales y en un 60% por una canasta de monedas de los países miembros. Rusia ha propuesto llamarla 5R por el nombre de las divisas de los cinco países originarios de los Brics: real, rublo, rupia, renminbi y rand.
En Kazan, se impulsará también una plataforma de pagos y liquidaciones que conectaría a los mercados financieros de sus miembros, denominada Puente Brics (Brics Bridge), similar al ya existente MBridge del Banco de Pagos Internacionales. Según el especialista en geopolítica y periodista brasileño Pepe Escobar, quien entrevistó a asesores involucrados con estos proyectos, el Puente Brics “complementará los sistemas intrabancarios existentes, como el SPFS de Rusia y el CPAM de Irán, que liquidan las transacciones financieras –y el 60% del comercio– en sus respectivas monedas”.
Otros proyectos son: un sistema de seguros; una agencia de calificación independiente de las potencias occidentales y el Brics Pago (BricsPay), “basado en blockchain (almacenamiento de datos imposible de falsificar) que excluye por completo al dólar” y que competiría con el SWIFT, la transacción interbancaria bajo control total de EEUU.
El nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, actualmente bajo la presidencia de Dilma Rousseff sería la plataforma de integración, conversión y compensación.
Kazan fue elegida como sede de la XVI Cumbre Brics porque es, al mismo tiempo, un centro industrial y científico de avanzada, y un símbolo de la concordia y la diversidad. Su población, mitad rusa y mitad tártara (los dos idiomas son oficiales); mitad musulmana y mitad ortodoxa, es reconocida por la UNESCO como símbolo mundial de convivencia pacífica entre pueblos. Esta ciudad, la tercera más importante de Rusia después de Moscú y San Petersburgo, es la capital de Tartaristán, territorio conquistado en 1552 por Iván el Terrible.
En esta cumbre, el presidente ruso Vladimir Putin traspasará la presidencia pro tempero del organismo a su colega de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva.