El Poder Ejecutivo y el Legislativo de Israel "controlarán todos los nombramientos del Poder Judicial", dijo a Télam el catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York Joseph H. H. Weiler sobre la reforma judicial impulsada por el primer ministro Benjamin Netanyahu y advirtió que "una tiranía de la mayoría no es una democracia".
El Gobierno avanzó con su polémica reforma judicial, que logró esta semana la aprobación preliminar de dos votaciones en el Parlamento.
Ayer miles de personas tomaron nuevamente las calles del país para manifestar su rechazo a la iniciativa y fueron duramente reprimidas por la Policía, con al menos 39 detenidos y 11 heridos.
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El catedrático estadounidense de origen judío y expresidente del Instituto Universitario Europeo dialogó con Télam sobre la reforma judicial impulsada por el primer ministro Netanyahu luego de asumir el 29 de diciembre gracias a una coalición con partidos conservadores y ultrarreligiosos.
Télam- ¿Por qué la Reforma judicial de Netanyahu representa un problema potencial para la división de poderes en el país?
Weiler- Es evidente. El Poder Ejecutivo y Legislativo, que en el sistema israelí significan efectivamente lo mismo, controlarán todos los nombramientos del Poder Judicial. Además, el control judicial de la legislación carecería de sentido y, lo que no es menos preocupante, se eliminará la prueba de "extrema irracionalidad" (cuando una mayoría de jueces decide que una medida adoptada por el gobierno elegido por el pueblo es irrazonable, el tribunal la anula) en el control judicial del poder ejecutivo y la administración, una prueba que se encuentra en prácticamente todos los sistemas democráticos.
T- Usted señaló que algunas características de la reforma están presentes en otros países con reconocimiento institucional, pero advierte que no pueden ser tomados de forma aislada ¿Cuál es la diferencia con esos casos?
W- Varias de las propuestas pueden encontrarse efectivamente en otros sistemas que son democracias respetables. Pero en ninguno tendrá el paquete completo propuesto por el actual Gobierno de Israel. Esto produce el efecto Frankenstein: se toma una pierna de un país, una mano de otro, un pie de otro más, y se acaba con un monstruo "democrático".
T-En algunos países, como Estados Unidos y Brasil, se señala críticamente que los sectores de oposición intentan utilizar al Poder Judicial para expresar sus posturas. En Israel hubo argumentos similares con respecto a los judíos sefardíes ¿Qué opina de esto?
W- Es interesante que entre los que protestan se encuentren también miembros de toda la vida del Likud (el partido de Netanyahu), como el antiguo Presidente del Estado Reuven Rivlin, incluidos muchos judíos sefaradíes. Claro, el sistema judicial israelí dista mucho de ser perfecto, como casi cualquier sistema jurídico. ¿Algún comentarista serio cree que el sistema estadounidense de nombramientos políticos vitalicios para el Tribunal Supremo es bueno? Así que hay mucho que arreglar en el sistema israelí. Pero el plan que se propone ha sido justamente caracterizado por el presidente israelí del Tribunal Supremo, no como un plan para reformar, sino como un plan para destruir. Una tiranía de la mayoría no es una democracia.
T- ¿Considera que esta reforma busca la impunidad de Netanyahu en sus causas por corrupción?
W- Claro que sí.
T- ¿Le servirá también a su coalición más allá de lo que puede servirle a él?
W- El gobierno actual incluye partidos -y altos cargos ministeriales- que son abiertamente y atrozmente racistas y supremacistas. Las políticas que proponen perjudicarían e incluso anularían preciados derechos fundamentales de las personas y las minorías. Por supuesto, se beneficiarán de un sistema judicial debilitado.
Con información de Télam