(Por Camil Straschnoy) Irlanda del Norte conmemorará el próximo lunes el 25º aniversario del acuerdo de paz que puso fin a tres décadas de conflicto entre unionistas y republicanos, una fecha que llega en un contexto de una profunda parálisis política, la persistencia de muros para segregar comunidades y la existencia de hechos aislados de violencia.
El 10 de abril de 1998, los líderes nacionalistas que buscan la reunificación de Irlanda (mayoritariamente católicos) y unionistas probritánicos (principalmente protestantes) alcanzaron el Acuerdo de Viernes Santo tras negociaciones en las que participaron los gobiernos del Reino Unido, la República de Irlanda y Estados Unidos.
El texto puso fin al conflicto (conocido como The Troubles o Los Problemas) que dejó más de 3.500 muertos y unos 47.500 heridos en masacres como el Domingo Sangriento (inmortalizado por la banda irlandesa U2) cometido por soldados británicos contra civiles católicos o los ataques con explosivos organizados por grupos paramilitares unionistas y republicanos en Belfast, Dublín y Londres.
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Una de las bases de lo firmado es que ambos bandos deben compartir el poder del gobierno regional, pero esta convivencia forzada colapsó entre 2017 y 2020 por la oposición de los republicanos a avalar una política sobre incentivos a energías renovables y volvió a quebrarse desde febrero del año pasado por el rechazo de los unionistas al estatuto de la provincia británica firmado entre Reino Unido y la Unión Europea (UE) tras su divorcio.
Las disposiciones posteriores al Brexit mantienen a Irlanda del Norte en el mercado único europeo para evitar el retorno de una frontera física con la República de Irlanda (país miembro de la UE), lo que para el Partido Democrático Unionista (DUP) aleja a la región del resto del país y hace más probable una isla unificada con los vecinos del sur, objetivo de la otra gran agrupación regional que es el Sinn Féin, brazo político del extinto Ejército Republicano Irlandés (IRA).
"El sistema en Irlanda del Norte depende de que antiguos enemigos trabajen juntos. Esto nunca ha sido fácil, e incluso antes de la última crisis hemos tenido graves tensiones. Pero desde el referendo del Brexit en 2016, Irlanda del Norte lucha por tener algún gobierno. La administración continúa, pero no hay nuevas decisiones sobre presupuestos, política o legislación", explicó a Télam Duncan Morrow, experto en el conflicto norirlandés de la Universidad de Ulster, con sede central en Belfast.
"Aunque no hubo un retorno importante de la violencia, la situación sigue siendo frágil. Irlanda del Norte parece encontrarse en una situación de estancamiento, no de crisis. Esto alimenta un profundo sentimiento de decepción en estos momentos", manifestó.
Pese a esta situación, recalcó que "nadie, salvo una ínfima minoría, desea que se vuelva a la violencia anterior al acuerdo. Así que sigue habiendo apoyo, aunque también desilusión".
En sintonía se pronunció Katy Hayward, docente de Sociología Política de la Universidad Queen's de Belfast: "Veinticinco años después del Acuerdo de Viernes Santo, siete de cada diez personas siguen pensando que sigue siendo la mejor base para gobernar Irlanda del Norte. Sin embargo, la mayoría también cree que necesita algunas reformas. Esto se debe principalmente a que, en cuatro de los últimos seis años, sus instituciones democráticas no funcionaron".
La salida de la UE además debilitó al DUP, histórica fuerza mayoritaria, y en mayo del año pasado provocó que, por primera vez desde la partición de la isla en 1921, las elecciones regionales fueran ganadas por el Sinn Féin, aunque luego los unionistas se negaron a formar gobierno y el Ejecutivo norirlandés quedó vacante a la espera de nuevos comicios, aun sin fecha.
"La victoria del Sinn Féin fue muy significativa en términos simbólicos, teniendo en cuenta que Irlanda del Norte se creó para tener una mayoría unionista. El hecho de que un diputado nacionalista ocupe el cargo de Ministro Principal es, por supuesto, muy significativo. Sin embargo, no implica necesariamente un cambio de paradigma, porque hemos visto que las instituciones necesitan el consentimiento intercomunitario entre nacionalistas y unionistas para funcionar. Y por el momento, no tenemos ese consentimiento", subrayó a esta agencia Hayward, autora de varias publicaciones sobre el conflicto.
En la misma línea opinó Morrow: "El éxito electoral del Sinn Féin tiene una gran importancia simbólica. El Sinn Féin existe para deshacerse de Irlanda del Norte, por lo que tener un Ministro Principal de ese partido supone un enorme desafío para los unionistas. Además, se los asocia con el IRA, y muchos unionistas siguen pensando en ellos como un riesgo real, y están enfadados por su negativa a pedir perdón por las matanzas del pasado".
Si bien el Acuerdo de Viernes Santo permitió desarmar a los paramilitares norirlandeses, desmanteló la militarizada frontera terrestre y llevó a la retirada de tropas británicas, los hechos aislados de violencia continúan.
La última muestra de esto fue el intento de asesinato del agente de policía John Caldwell, que en febrero de este año recibió múltiples disparos cuando salía de un complejo deportivo con su hijo, en un ataque reivindicado por disidentes republicanos embanderados bajo el nombre de Nuevo IRA.
El atentado unió a los líderes políticos norirlandeses en la condena y llevó al Gobierno británico a subir el nivel de amenaza extremista de "sustancial" a "severo", lo que significa que un ataque es "altamente probable".
Además, aún persisten las paredes, bautizadas como "muros de la paz", que separan barrios protestantes y católicos en Belfast y otras grandes zonas urbanas.
"Están ahí porque sigue habiendo riesgo de violencia en esas zonas. Y esto se debe en parte a que, en momentos de tensión política, esa tensión puede expresarse a través alborotos y cierta violencia contra la 'otra' comunidad", contó Hayward.
"Mientras no se den las condiciones para que la gente crea que la mejor forma de hacer oír su voz es votando en lugar de provocando disturbios, estas zonas de contacto seguirán siendo vulnerables y se considerará que los muros de la paz sirven para algo", sentenció la académica.
"El Acuerdo de Viernes Santo fue un acuerdo muy complejo, pero se centró sobre todo en prevenir la violencia del pasado más que en construir juntos un futuro. Los muros ya no protegen a la gente de las amenazas cotidianas, pero sigue existiendo un sentimiento de sospecha en muchas comunidades, por lo que sólo hemos conseguido avances limitados en su derribo", manifestó por su parte Morrow.
Y concluyó: "El cambio dependerá de una situación política más estable y de un esfuerzo más enérgico para deshacerse de los grupos armados, muchos de los cuales siguen existiendo".
En este contexto, Irlanda del Norte se prepara para realizar una serie de actos por los 25 años del Acuerdo de Viernes Santo en un ambiente más de reflexión que de celebración.
De la conmemoración participará el presidente de Estados Unidos, Joe Biden (descendiente de irlandeses), que entre el 11 y el 14 de abril visitará Belfast y se dirigirá luego a la vecina República de Irlanda, donde pronunciará un discurso en su capital Dublín, informó la Casa Blanca.
Con información de Télam