Las memorias de la ex cancillera alemana, Angela Merkel, son una radiografía provocadora, lúcida y detallada del momento dramático que Occidente y el planeta atraviesan en este siglo XXI. “Aparentemente a Trump le fascinaba Putin”. Esta es una de las tantas frases explosivas que entrelaza sutilmente con anécdotas, testimonios históricos y un profundo análisis de la política internacional, en su autobiografía “Libertad. Recuerdos 1954-2021”, que se presentó el martes pasado, 26 de noviembre, en el Teatro Alemán de Berlín y que fue lanzada simultáneamente en más de 30 países.
Como el título de libro explicita, las memorias van desde su nacimiento, el 17 de julio de 1954, en la República Democrática de Alemania (zona de influencia soviética de la Alemania partida por la Guerra Fría), hasta su renuncia como cancillera en 2021. Esta mujer que fue el timón de la mayor economía europea en siglo XXI decidió, después de cuatro mandatos consecutivos (16 años de gobierno con altos índices de popularidad), no presentarse a una nueva reelección.
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La sucedió el actual canciller, Olaf Sholz, con una coalición popularmente llamada “semáforo”: rojo por los colores de su partido, la socialdemocracia, los verdes y el amarillo del Partido Democrático Libre-FDP. El pasado 6 de noviembre, la alianza se quebró y desde entonces Scholz gobierna en minoría junto con los verdes-ecologistas. Por presiones de la oposición, el próximo 16 de diciembre el Bundestag (parlamento) deberá darle -o no- su voto de confianza.
Si Scholz no tiene el apoyo de la mayoría deberá llamar a elecciones anticipadas, probablemente, el 23 febrero 2025.
Alemania, famosa por su estabilidad y desarrollo económico, hoy lleva dos años consecutivos de contracción en la actividad económica y sin buenas perspectivas. El índice de expectativas del Instituto ZEW (que mide la confianza en la economía y los mercados) cayó de 13,1 en octubre a 7,4 este mes. ZEW informa además que la quiebra de grandes empresas ha aumentado un 33%. Se teme que esto arrastre a las empresas medianas y chicas por “efecto dominó”. Las pymes, conocidas en Alemania como Mittelstand sostienen el 60 % de los empleos y representan el 52 % del Producto Bruto Interno. Según el medio financiero Bloomberg, el cierre parcial de megaindustrias como Bosch, ThyssenKrupp o Volkswagen y de las pymes auguran decena de miles de despidos y reducción de salarios a quienes conserven los puestos.
El camino que llevó a esta crisis tiene muchas aristas pero una explicación simple: la decisión de Scholz de alinearse incondicionalmente a Washington y de dejarse presionar para romper con el Kremlin, es decir, de autolesionar a la industria alemana al prescindir del gas ruso barato.
Tal vez una de las mayores claudicaciones del actual canciller haya sido mantener silencio cuando explotaron los gasoductos Nordstream 1 y 2 que proveía el gas ruso a su país. Las sospechas sobre quién planificó el atentado recaen sobre la Casa Blanca. Falso o no, la realidad es que en los últimos dos años Estados Unidos se liberó de su mayor competidor económico europeo, Alemania, y por ende de la Unión Europea.
Las tácticas de Trump y de Putin
“Lo que nos espera ahora no es nada fácil”, opinó Merkel al semanario Der Spiegel. Se refería a la próxima presidencia de Donald Trump. Como cancillera convivió con cuatro presidentes de Estados Unidos, incluyendo a Trump, quien la destrató públicamente en varias ocasiones. El presidente electo “es un desafío para el mundo, especialmente para el multilateralismo”, agregó.
En su autobiografía recuerda cuando en una visita oficial a la Casa Blanca, en 2017, los fotógrafos pedían insistentemente un apretón de manos. “¿Nos damos la mano?”, le preguntó Merkel mientras Trump con las manos entrelazadas, miraba al frente, sin responder, ignorándola. “Por supuesto, su negativa fue calculada. En otros momentos de la visita nos habíamos dado la mano”, escribió Merkel. “La cantidad de personas en la sala influye en el impulso de Trump por ser el ganador. No se puede conversar con él. Cada reunión es una competencia: tú o yo. Con él no es posible una cooperación para un mundo interconectado.”
En sus memorias, Merkel se da el gusto de una sutil venganza contra Trump y al presidente ruso, simultáneamente. “Trump me hizo una serie de preguntas sobre mis orígenes en Alemania oriental y sobre mi relación con Putin. Aparentemente el presidente ruso le fascinaba. En los años siguientes tuve la impresión de que lo seducían los políticos con rasgos autocráticos y dictatoriales.”
Con su libro “Libertad”, Merkel acaba de conseguir algo inusitado. El jueves pasado, durante una conferencia de prensa en Kazajastán, el presidente ruso le pidió públicamente disculpas al enterarse de lo que ella cuenta en su autobiografía. “Mi intención era crear un ambiente relajado y agradable. Angela, perdóname, no quería causarte incomodidad”, dijo Putin.
Cuenta la alemana: “Desde mi primer encuentro como cancillera, en enero de 2006, él sabía que yo le tenía miedo de los perros porque en 1995, me mordió uno. Mis diplomáticos siempre piden que no haya perros durante los encuentros. En 2006, Putin respetó mi pedido, aunque no se privó de una pequeña maldad: me regaló un gran perro de peluche y, al entregármelo, aseguró que no mordía”.
“Pero en 2007, en su residencia en Sochi, mientras posábamos sentados para los fotógrafos, el perro del presidente empezó a deambular a mi alrededor. Traté de ignorarlo. La expresión de Putin decía claramente (al menos para mí) que encontraba divertida la situación”, recordó.
De inmediato, Merkel analiza políticamente el incidente. “Putin mostró al público, a otro nivel, cómo pretendía mandar señales. Si era necesario con la ayuda de su labrador negro, Koni, que frecuentemente tenía a su lado cuando recibía a invitados extranjeros. ¿Quería ver cómo reaccionaba en apuros? ¿Era una pequeña demostración de poder? Yo solo pensé en no perder la calma, concentrarme en los fotógrafos, pasará. Cuando terminó la reunión, no traté el tema con Putin y me limité, como hago a menudo, a la regla de la aristocracia inglesa: ‘Nunca explicar, nunca quejarse’.”
Extrañamos tanto a Angela
Su visión estratégica del mundo hoy es minoritaria en una parte importante de Occidente. “Después de Ucrania, ha comenzado, lamentablemente, una nueva era en las relaciones de Europa con Rusia”, dijo a la prensa tras la presentación de “Libertad”.
En su libro, explica que cada una de sus políticas, sobre todo las vinculadas con Rusia, tenían como objetivo que no ocurriera lo que finalmente ocurrió: la guerra. “A posteriori, no me parecen un error” -reflexiona- ni mi decisión de mantener las relaciones con Rusia tras la anexión de Crimea en 2014, ni la de rechazar el ingreso de Ucrania y Georgia a la OTAN durante la cumbre de esa entidad en Bucarest, en 2008".
En el primer caso, tanto con Crimea como con la construcción de los gasoductos Nordstream, sus motivos fueron dos: los intereses económico-comerciales de Alemania y mantener vínculos pacíficos con Rusia.
En el segundo caso, Merkel asegura que si ella no hubiera bloqueado la entrada de Ucrania a la OTAN en 2008 “habríamos asistido a un conflicto militar mucho antes. Para mí estaba totalmente claro que el presidente Putin no se habría quedado de brazos cruzados viendo cómo Kiev entraba en la OTAN. Y entonces, Ucrania no habría estado tan preparada como en febrero de 2022”.
Angela Merkel muestras sus pasiones y razones. Cuando ella renuncia como primera mujer cancillera de Alemania empezó la guerra y Europa se desbarrancó. Tanto las políticas energéticas, como la relación entre los países y la militarización dieron un vuelco. Hoy el mundo es mucho más peligroso, Europa navega sin rumbo y Alemania es mucho menos rica y estable. La historia la juzgará.