Hace poco más de dos meses que los mandatarios latinoamericanos y caribeños negocian un plan antiinflacionario para implementar en la región más desigual del mundo. La idea es hacerle frente a ese fenómeno que asedia e impacta fuertemente en el costo de vida, que genera pobreza y descontento en la población. La iniciativa partió del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que se contactó con sus pares de Argentina, Cuba, Brasil y Colombia, con quienes hicieron red para ampliar la convocatoria a otros líderes y lideresas. El objetivo de la reunión que se concretará de manera virtual este miércoles a las 13 es sellar un acuerdo comercial a concretar en el corto plazo con el eje puesto en reducir los costos de la canasta básica alimentaria.
Frente a la opción de poner en funcionamiento la estructura de cualquiera de las alianzas multilaterales existentes en la región, AMLO, como se lo conoce al mandatario mexicano, optó por apostar a la afinidad política. Habló con Alberto Fernández; el cubano Miguel Díaz Canel, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva; y con el colombiano Gustavo Petro. Tras consolidar esa base, la red se amplió: Gabriel Boric, de Chile; Xiomara Castro, de Honduras; Luis Arce, de Bolivia; Ralph Gonsalves, el presidente pro tempore de la Celac y mandatario de San Vicente y las Granadinas; y Juan Antonio Briceño, de Belice. Todos ellos están confirmados para el encuentro virtual.
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De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, solo el 9,6% de las exportaciones de la región de productos pertenecientes a la canasta básica tiene como destino este lado del hemisferio, en tanto que las importaciones suman alrededor del 28%, señaló la Cancillería mexicana. Además, la comida, la gasolina y la energía eléctrica son los bienes y servicios que más inflación registraron en los últimos meses en la región.
Por eso, la idea de la Cumbre virtual es "intercambiar puntos de vista, unirnos, ayudarnos mutuamente a enfrentar el problema inflacionario", dijo a modo de adelanto López Obrador en un tuit a principios de marzo. A continuación, pusieron a trabajar a sus equipos técnicos entre los que se contaron las cancillerías y los ministerios de Economía, Comercio, Industria, Agricultura y Turismo, entre otras instancias. “Vamos a hablar básicamente sobre cómo intercambiamos alimentos --comercio de alimentos, de materias primas--, para enfrentar en unidad el problema de la inflación, para bajar los precios, para enfrentar la carestía. Ese es el tema básico”, dijo el mandatario mexicano en su conferencia de prensa diaria este martes.
Puntos de acuerdo en la reunión preliminar
Según informó la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, en el encuentro preliminar realizado el 27 de marzo participaron once países: todos los mencionados anteriormente, más Venezuela -cuya ausencia no supo ser explicada por AMLO en la conferencia de prensa de la mañana de este martes, ni fue respondida ante la consulta de El Destape a la Cancillería mexicana.
Los resultados, informaron en el comunicado, están “en sintonía con los mecanismos de integración comercial regionales y bilaterales ya existentes o en curso de negociación”, afirmaron. Se avanzó en los siguientes puntos:
- Identificación de los respectivos requerimientos de importación.
- Lista de productos y servicios exportables del sector alimentario y servicios esenciales para el bienestar social.
- Cooperación del sector privado.
- Cooperación de organismos internacionales especializados.
Desde entonces y bajo esos parámetros los equipos elaboraron para la cumbre el proyecto que tendrá el formato de declaración política y que debatirán los presidentes. Tiene como eje lograr en el corto plazo:
- Comercio inmediato de bienes y servicios esenciales, con base en flexibilizaciones arancelarias y desregulaciones técnicas y administrativas.
- Establecer mecanismos que permitan en el mediano plazo crear una autonomía alimentaria.
Según explicó el presidente argentino, Alberto Fernández, a fines de febrero, la transacción de los productos funcionaría como una suerte de “clearing de productos”, es decir, un intercambio con mecanismos de compensación entre los países sin recurrir al dólar como moneda de respaldo. Este dato aún no está confirmado. No obstante, vale tener en cuenta que Brasil ya hizo movimientos en este sentido: recientemente firmó acuerdos con China para establecer intercambios económicos en yuanes y reales.
El panorama económico en la región
La intención de un acuerdo entre los países de la región para reducir los costos de la canasta básica pareciera tener cierta lógica: Latinoamérica y el Caribe aportan un 14% de la producción mundial de alimentos y tienen el 45% del comercio internacional neto de productos agroalimentarios, según estableció las Naciones Unidas en 2021. Sin embargo, gran parte de la región no pudo hacerle frente al fenómeno del aumento de precios.
La situación varía según cada país. “Exceptuando Venezuela, el único que tiene problemas graves de inflación en la región es Argentina, el resto sufre el proceso internacional debido a la salida de la pandemia, de la guerra, la suba de precios de alimentos a nivel mundial”, explicó a El Destape Eduardo Crespo, analista en economía política internacional profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), en Brasil; y de la Universidad Nacional de Moreno (UNM), en Argentina.
Según dio a conocer la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, su país terminó 2022 con una inflación de 234%, contra un 686,4% del año anterior. En Argentina, el índice cerró 2022 con un 94,8%, el registro más alto desde 1991, con fuertes incrementos en alimentos e indumentaria.
Respecto a la situación en Brasil, el analista indicó que “no hay un proceso inflacionario”. En ese aspecto, el estudio mensual que realiza el Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos -entidad creada y liderada por el Sindicato de los Metalúrgicos de San Pablo- destacó en febrero pasado que el valor de los alimentos básicos disminuyó en 13 de las 17 capitales, según números de la Encuesta Nacional de la Canasta Básica Alimentaria. Entre enero y febrero de 2023, las reducciones más importantes ocurrieron en Belo Horizonte (-3,97%), Río de Janeiro (-3,15%), Campo Grande (-3,12%), Curitiba (-2,34%) y Vitória (-2,34%), mientras que los aumentos se observaron en cuatro capitales del Norte y Nordeste: Belém (1,25%), Natal (0,64%), Salvador (0,34%) y João Pessoa (0,01%).
En México, en tanto, para fines del año pasado, la inflación trepó al mayor nivel en los últimos 20 años. En diciembre llegó al 7,82% anual, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) local. Y los aumentos ya se venían sintiendo desde 2021. Para dar un ejemplo, el aceite para cocinar dio un salto del 32% en sus precios.
A Colombia, por su parte, los datos oficiales del 13,1% de inflación la ubicaron en el cuarto lugar detrás de Venezuela, Argentina y Chile (13,3). También se trató de uno de los registros más elevados de las últimas dos décadas y estuvo impulsado, principalmente, por los alimentos y bebidas no alcohólicas, que crecieron un 27,81%, seguido por restaurantes y hoteles, con 18,54%.
Bolivia no sufrió este problema global. Cerró con una inflación anual de 3,12%, uno de los números más bajos de la región, que ni siquiera llegó a la proyección de 3,3% estimada por el Ministerio de Economía y el Banco Central de Bolivia (BCB).
La inflación en Cuba, en cambio, alcanzó un registro interanual del 40% en octubre de 2022, acentuando la difícil situación económica que había estallado tras la pandemia de Covid, por el cierre de la economía, por un lado, y la ejecución de las reformas económicas, por otro.
En paralelo, en Belice, los alimentos y bebidas llegaron a marcar en septiembre pasado el mayor aumento (9,4%) desde la crisis alimentaria de 2006-2008, y en Honduras, la situación fue similar. En un país con casi el 70% de su población en condiciones de pobreza, a mediados del año pasado se registró por primera vez desde 2008 una inflación de dos dígitos. Finalmente, 2022 cerró con un 9,80%, tal como informó entonces el Banco Central local.
Frente a este panorama regional y pese a las buenas intenciones manifestadas por los mandatarios, la mirada de Crespo no es demasiado auspiciosa para lograr una reducción de los precios en las canastas básicas a través de un esfuerzo coordinado. Solo imagina un escenario optimista: si la región “garantiza alguna moneda común -para reducir el costo de las transacciones, tal como planean realizar Brasil y Argentina- y a través de la mediación de subsidios” para lograr la desconexión entre los precios locales y los internacionales. Lo mismo para el sector energético.
No está tan claro cómo funcionaría la cooperación con los países centroamericanos y caribeños, que cuentan con economías, la más de las veces, dependientes del turismo como de la exportación o de petróleo o de algún monocultivo -como la caña de azúcar o la banana, por poner un ejemplo-.