La llamada Crisis Política Boliviana del año 2.019, se refiere al resultado de las protestas que tuvieron lugar contra el gobierno del entonces presidente Juan Evo Morales Ayma, que fue acusado de haber cometido fraude electoral en las elecciones generales de dicho año, lo que resultara de un informe emitido por la Organización de Estados Americanos. En esa ocasión, en la mañana del 10 de noviembre, el presidente llamó a nuevas elecciones para corregir las aparentes irregularidades del proceso eleccionario anterior. Pero en el ínterin se sucedieron una serie de planteos y declaraciones en contra y la petición de su renuncia hecha por la Central Obrera Boliviana, y posteriormente por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Eso precipitó la renuncia del vicepresidente Álvaro García Linera, y de diversos funcionarios que dejaron huérfana la línea sucesoria, lo que llevó a que el día 12 de noviembre fuera proclamada presidenta de la República la entonces segunda vicepresidenta del senado, Jeanine Áñez Chávez, en una sesión legislativa carente de quorum, pero que fue reconocida posteriormente por el Tribunal Constitucional Plurinacional.
En ese proceso se produjeron las masacres de Sacaba y Senkata, en las cuales las fuerzas policiales produjeron al menos 22 víctimas fatales entre los maifestantes y más de 180 heridos, lo que derivó en la declaración de inconstitucionalidad de la asunción de la señora Jeanine Añez, y la calificación de dicho proceso como golpe de estado.
En ese caso, la dinámica de los hechos y su aprovechamiento por distintos sectores sociales con intereses particulares como fue el caso del separatismo del departamento de Santa Cruz, que tuvo un rol fundamental en la elección de la presidenta provisional, se llevó puesta por delante la propuesta que había hecho el presidente Juan Evo Morales Ayma de repetir el proceso electoral, es decir de ofrecer una solución institucional a una crisis institucional. Y el resultado de todo eso es por demás conocido. No es menor que esa crisis institucional que culmina en un golpe de estado, comienza a impactar en la dinámica económico social boliviana y comienza a ser un factor importante en la actual crisis económica estructural en la que se encuentra el estado boliviano.
Pero parece que esta capacidad humana de tropezar más de una vez con el mismo obstáculo no se difumina. En el presente, es el mismo Juan Evo Morales Ayma, que recibió un proceso de protesta social, que impidió cualquier salida institucional para abordarla, y que se vio sobrepasado completamente por la propia dinámica del proceso, el que está en el papel en el que estuvieron las fuerzas que se le enfrentaron, está socavando las bases de estabilidad y legitimidad constitucional del actual presidente Luis Arce Catacora y de su gabinete; lo hace sólo por objetivos privados que no pueden ser alterados por ninguna gestión del Poder Ejecutivo, ya que exigen una reforma constitucional que tiene un procedimiento ya establecido. Y así como, en su momento, su propia propuesta institucional de abordar la crisis y poder encauzarla fue sobrepasada por los acontecimientos, el propio Juan Evo Morales Ayma está impidiendo que el presidente de la república haga exactamente lo mismo que él quiso hacer, es decir abordar por medio de un referendo, que pone a consideración del pueblo soberano, la posible reforma de la Constitución del Estado a fin de resolver cualquier problema de interpretación acerca de la cantidad máxima de mandatos que pueda tener un ciudadano de la república. Y como sucedió en el año 2.019, es muy posible que el proceso que comienza con la desobediencia civil en las calles y que continúa con el sitio a las ciudades más importantes, impidiendo el acceso de alimentos y combustible, pueda derivar en una serie de protestas indiscriminadas y fuera de toda razonabilidad.
Las máximas autoridades del Estado están señalando precisamente esta suerte de extraña antinomia en el comportamiento del expresidente. La ministra de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia, Celinda Sosa Lunda, ha declarado que: “Las ambiciones de poder del expresidente Morales que, hace meses, manifestó que sería candidato a la presidencia ‘por las buenas o las malas’, están causando dolor y sufrimiento a nuestro país. Rechazamos el plan antidemocrático de Morales y ratificamos nuestra posición en defensa de la vida, la democracia y los intereses del pueblo boliviano”. Y el presidente de la República Luis Arce Catacora declaró en sus redes sociales que: "Destruir, amenazar, bloquear y sembrar odio siempre será más fácil para quienes no creen en la democracia, para quienes se creen salvadores de escenarios de incertidumbre que ellos mismos buscan promover. Pero el pueblo boliviano es sabio y estamos seguros que no se dejará engañar”.
La frase latina “Quo vadis” pregunta "¿A dónde vas?, ¿Cuál es tu rumbo?, o dicho de otra manera ¿cómo congeniás tu pasado con tu presente en donde estás haciendo exactamente lo contrario de lo que hiciste en aquel momento? Esta es la pregunta que las autoridades políticas del Estado parecen hacerle al expresidente Juan Evo Morales Ayma. Se trata de la pregunta más dramática del presente boliviano, en la cual se apela a quien ha vivido y ha padecido estas circunstancias, y se ha visto ante la imposibilidad de ofrecer una respuesta institucional, lo que abrió la caja de Pandora de la política llevando a resultados que él nunca hubiera querido lograr, por querer apelar a esos procesos que a él mismo le resultaron en contra y lo despojaron del poder.
"¿A dónde vas, Juan Evo Morales Ayma? ¿A la vía de una resolución institucional de un problema complicado que es la convergencia de la crisis económica y de un reclamo sobre un fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional o al extravío político que pueda llevar a una catastrófica situación económica y social? Eso es lo que le demanda a la sociedad boliviana hoy, una pregunta que parece tener en los hechos una respuesta negativa.