El sueño argentino permanente del bienestar y la libertad, que cada tanto se desvanece y siempre vuelve, presente en la Constitución Nacional, es el tema que eligió el autor y director Ignacio Apolo para montar "Canning" una obra teatral que habla también de la diversidad cultural, las nuevas y antiguas generaciones, el valor de los afectos y la relación con el territorio como elementos identitarios y que se puede ver en El Extranjero Teatro del barrio de Abasto.
Protagonizada por Anahí Ribeiro, Rodolfo Machado, Alejandro Chen, Cecilia Sangiovanni y Enrique Porcellana, "Canning" estrenó el 5 de agosto pasado y ofrece funciones los sábados a las 20 en la sala de Valentín Gómez 3378.
Cruzada siempre por la comedia y actuaciones enfáticas y de a momentos desbordadas, la obra narra el regreso a una localidad de la provincia de Buenos Aires de una madre con dos hijos adolescentes que tuvo con una pareja coreana, y el dilema de enfrentar una situación complicada entre un intendente e inversionistas que quieren montar una suerte de shopping en tierras de su padre, que este defiende y donde tiene una pequeña pulpería que ahora regentean la hija y los nietos argentino-coreanos.
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Télam: ¿Podría contarnos como fue el proceso creativo de Canning y qué cuestiones decidió poner en juego?
Ignacio Apolo: Escribí la obra a partir de una convocatoria de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación a un concurso de obras teatrales inspiradas en el preámbulo de la Constitución ("Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina "). Puede parecer raro, pero me lo sé de memoria desde la primaria y hay partes que, de alguna manera, siempre me conmovieron: "en cumplimiento de pactos preexistentes", para "consolidar la paz interior", "promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad", "para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino". Se me pone la piel de gallina, porque creo que es el sueño permanente, que cada tanto se desvanece; es el sueño recurrente que siempre vuelve; es el deseo cruelmente frustrado que renace para mi posteridad. Por supuesto, ese proyecto de país/nación del mediados del siglo XIX emerge de la conquista, la colonización, el mestizaje, las guerras de independencia, las guerras civiles, el despojo, el genocidio. Es un deseo brillante que mira al cielo con los pies en el barro ensangrentado. Por eso, decidí encararlas haciendo hincapié en las nociones de "pueblo" y de "territorio": quiénes somos, quiénes creemos que somos, quiénes seremos, qué es el suelo argentino, de quién es el suelo argentino, por qué. Es una historia familiar y mítica a la vez, histórica como un pulpería y presente como un nuevo barrio privado al lado de una toma de tierras.
T: Más allá de los temas que aborda, la obra tiene una clara preferencia por el humor, ¿por qué tomó esta decisión y desde qué claves de comedia decidió trabajar?
IA: Justamente, para suavizar tanta violencia y acercar la historia al público, bajar la Historia (con mayúsculas) del bronce y provocar reconocimientos: redescubrir aquello que no sabíamos que sabíamos, que es una de las claves del humor. Trabajo mucho, además, las diferencias generacionales (los nietos del abuelo gaucho son unos milennials que hablan en jerga de youtube), y los juegos de palabras entre la tradición y lo nuevo.
T: Sí, en términos de farsa y bajo el código del humor la obra propone una serie de cruces, culturales y culturales-generacionales.
IA: El cruce cultural se te impone en lo cotidiano. Me empezó a pasar cuando mi hijo menor, a los 8 ó 9 años, empezaba a decir palabras y expresiones españolas o mexicanas o chilenas, y yo decía: ¿por qué habla así? Y ahí me di cuenta que a través de los juegos, de la jerga de los "gammers", el cruce cultural se establecía, también, en el clásico lugar del cruce generacional: no solamente los adultos "no entendemos nada" de las jergas jóvenes, sino que, además, éstas están mucho más globalizadas. Ahora bien, aquí encontramos también el límite de la identidad: podemos ser todo lo globalizados que querramos, multiculturales, hijos de los barcos, nietos de inmigrantes, pero Con un supermercado chino por cuadra, no hemos integrado a esa población: coreanos, chinos, hablando su propio idioma. Hemos tenido negros, hemos sido nativos, nos colonizaron los españoles, nos mestizamos en el gaucho. ¿Y los chinos? Para mí, los nietos coreanos del gaucho Don Luz es la posteridad negada, lo imposible de pensar.
T: También está la cuestión del supuesto progreso y las inversiones lucrativas que parecen girar en el aire y en el vacío frente a posturas con más sentido de pertenencia cultural y territorial.
IA: En el verano de 2021, cuando escribí la obra, no hacía mucho que había ocurrido una de las tomas de tierra más grandes de los últimos años, la toma de Guernica (con lo que implica ese significante en la historia de la humanidad). Y se hizo muy conocida porque fue en medio de la pandemia y el conflicto de esa población a la intemperie defendiendo una porción de territorio conquistado a los inversores que duró muchos días. Es notable, porque el debate se da en función de derechos adquiridos -la propiedad de la tierra- y derechos constitucionales -la vivienda digna-, y divide aguas entre el orden, la ley, el territorio "vacío" que, de pronto, pasa de ser un desierto a estar poblado. Esta lucha entre, veamos, pares dinámicos como población+territorio vs propiedad+tierra está en la Constitución de 1853, pero también está en la protesta de los pueblos originarios frente a la apropiación de recursos naturales como el litio, el agua y, tarde o temprano, el propio aire. La pertenencia cultural, en la obra, tiene un dejo nostálgico, porque los íconos (gaucho, pulpería, radio a válvula, tropilla de caballos) se van desvaneciendo y aparecen los celulares, los chinos, los rusos, la música electrónica. La pregunta es: ¿qué mezcla hacemos, qué rescate podemos producir?
T: ¿Cómo fue el pasaje del texto a la escena y el trabajo de puesta con el grupo de actores y actrices?
IA: Fue muy detallado: el texto tiene algo de partitura musical, porque como está construido en base a juegos de palabras, sentidos cruzados, colisión de lenguajes generacionales e, incluso, versificación gauchesca, había que hacer un trabajo de mucha precisión textual y, a la vez, soltar el cuerpo, crear, improvisar, generar escena. Esa tensión entre lo dado y lo creado fue evolucionando paso a paso. Creo, además, que encontramos los tipos físicos en los rasgos, voces, corporalidades, que mejor le vienen a lo que contamos.
Con escenografía de Rodolfo Machado; vestuario de Paz Camelli, iluminación de Félix Padrón, sonido de Fernando Santodomingo, coreografía de Rosario Ruete, asistencia de producción de Paz Camelli; asistencia de dirección de Viviana Represas, dramaturgia y dirección de Ignacio Apolo y actuaciones de Anahí Ribeiro, Rodolfo Machado, Alejandro Chen, Cecilia Sangiovanni, Enrique Porcellana, "Canning" se puede ver los sábados a las 20 en El Extranjero Teatro (Valentín Gómez 3378).
Con información de Télam