A 90 años de la creación de la Orquesta del Reich: propaganda, resistencia y excelencia musical

16 de diciembre, 2023 | 15.06

(Por Mariano Suárez) La Orquesta Filarmónica de Berlín se convirtió hace 90 años en la orquesta oficial del Tercer Reich y, ya bajo el financiamiento nazi, salió de la bancarrota y se transformó en una lujosa embajadora cultural del régimen; aunque, a la vez, fue un espacio de excelencia artística y de relaciones de tensión y negociación que nadie más podía permitirse en aquella Alemania.

La Orquesta, que ya existía desde fines del siglo XIX, a fines de 1933 se reorganizó como orquesta del Estado, bajo el ámbito de influencia del poderoso ministro de propaganda Joseph Goebbels. Su director, Wilhelm Furtwängler, que ya tenía estatura mítica para entonces, tuvo complejas relaciones con el Gobierno, pletóricas de concesiones, negociaciones, defensa de músicos rechazados y la interpretación de obras prohibidas.

Furtwängler fue juzgado, "cancelado", y luego rehabilitado tras la caída de Berlín en la Segunda Guerra Mundial, pero su influencia musical persiste y su figura sigue alimentando controversias ya que, es evidente, no admite lecturas unidimensionales.

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La Filarmónica fue un elemento de exportación del Reich e interpretaba conciertos en los grandes eventos políticos (por ejemplo, en los Juegos Olímpicos de 1936) o en espacios vestidos con esvásticas, incluso hasta la decadencia del régimen. Al mismo tiempo es conocida aquella escena, parcialmente filmada, en la que Furtwängler se limpia la mano después de saludar a Goebbels, a quien despreciaba.

A fines de 1933, con la aprobación personal de Hitler, la Filarmónica, que funcionaba como una suerte de cooperativa, se convirtió en la orquesta oficial. Los músicos-propietarios no cobraron nada a cambio. El Estado salvó a la orquesta de la bancarrota. Para entonces Goebbels ya había tomado el control de todas las estaciones de radio y la prensa excluyendo a todos los críticos de arte y música que no apoyaban nueva agenda.

El 7 de abril de 1933 se aprobó la ley de Administración del Estado que condujo al despido masivo de directores de orquesta, cantantes, profesores de música y administrativos judíos. Dos compositores más importantes, Arnold Schoenberg y Franz Schreker, fueron despedidos.

Furtwängler dirigía la Filarmónica de Berlín desde 1922 y estaba lejos de ser una figura dócil de manejar pero, por su prestigio, era más difícil despedirlo.

No optó como otros directores por salir del país. Artuto Toscanini -que también fue la contracara del alemán por su técnica y modo de ensayo- en Italia fue un emblema de la lucha contra el fascismo.

La ambición de Furtwängler por la trascendencia musical no admitía interrupciones. Para él, el sonido de su orquesta estaba por encima de los requerimientos nazis y los nazis hacían concesiones con él que no admitían ante ningún otro.

Furtwängler escribió una carta abierta a Goebbels en la que, aunque aprobaba la eliminación de la "influencia judía" sobre la música alemana, también insistía en que había algunos judíos brillantes a quienes deberían permitirles continuar tocando, a quienes protegió. También resistió el ingreso de músicos con carnet del partido porque no los consideraba con el nivel adecuado.

En 1934 Furtwängler dirigió a la Filarmónica interpretando música del prohibido Félix Mendelssohn (por su condición de judío), y estrenó la sinfonía "Mathis der Maler", de Paul Hindemith, a quien el régimen consideraba un autor de "música degenerada". Así fue obligado a renunciar a todos sus cargos y, en lo sucesivo, sólo pudo dirigir a la Filarmónica como director invitado.

Tras la caída del nazismo fue enjuiciado y acusado de colaboracionista.

Tras concluir el "proceso de desnazificación", Furtwängler volvió al podio de la Filarmónica, interpretando obras de Beethoven, en un histórico concierto, el 28 de septiembre de 1947. En 1949 visitó la Argentina por primera vez como director invitado de la Orquesta del Teatro Colón. Regresó en 1951, esta vez como director titular de la Orquesta del Colón, cargo que ocupó hasta 1952.

El pianista y director orquestal argentino-israelí Daniel Barenboim llegó a conocer de niño a Furtwängler, que falleció en 1954.

Sobre él escribió: "Son muchos los músicos que hacen música igual que viven. Furtwängler trató de vivir igual que hizo música. No es precisamente cómodo. Hay que querer y poder hacerlo. Pero únicamente entonces las cosas resultan de manera diferente de aquella a la que estamos acostumbrados".

Fue -tal vez- el mayor director orquestal del siglo XX.

Con información de Télam