Miriam Lewin, Sabrina Calandrón, Ricardo Ragendorfer, Natalia Raimondo Anselmino y Gabriel Kessler compartirán mañana desde las 18 en la sede del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE) una conversación en torno al libro El delito televisado: ¿Cómo se producen y se consumen las noticias sobre inseguridad y violencia en la Argentina 2016-2020".
El volumen editado por Gabriel Kessler, Martín Becerra, Natalia Aruguete y Natalia Raimondo Anselmino será el foco para desarrollar en Hipólito Yrigoyen 1116, 5º piso, el debate cuyo título es ¿Qué cambió en la presentación mediática del delito?.
Al respecto, Aruguete apunta en charla con Télam que la alta preocupación por delitos de distinto tipo aumenta sin solución de continuidad y un aspecto insoslayable de este temor a ser víctimas de un delito es el contexto de polarización política y afectiva.
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La doctora en Ciencias Sociales y magíster en Sociología Económica, Investigadora adjunta del Conicet y profesora en la Universidad Nacional de Quilmes y en la Universidad Austral que analiza las agendas mediática, política y pública, agrega que la inseguridad es uno de los temas de clivaje entre partidarios que se identifican con el actual oficialismo o con la oposición de derecha y centro-derecha, que apoyan proyectos punitivistas.
En consecuencia -sintetiza-, encuentran empatía con coberturas dramatizadas, descontextualizadas y estereotipadas. Y más importante aún, casi todas ellas son narradas desde la versión oficial e institucional, acaparadas por la palabra de las Fuerzas de Seguridad y el Poder Judicial.
El conversatorio en el IADE reunirá a dos de los autores del libro publicado por Biblos con Lewin (Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual), Calandrón (Rectora del Instituto Superior de Seguridad Aeroportuaria de la PSA, Investigadora de Conicet) y Ragendorfer (periodista y escritor especializado en crónicas policiales).
Télam: ¿Aparecen patrones de conducta comunicacional o nuevas preguntas sobre el fenómeno de la "espectacularización" de este tipo de sucesos?
Natalia Aruguete: En relación con las noticias televisivas sobre delito, inseguridad y violencia, encontramos que las coberturas utilizan enfoques que amplificaban la presencia de estos hechos en los medios y contribuyen así a una mayor preocupación social por el delito. La espectacularización de este tipo de cobertura -un rasgo trabajado en el libro por Ornela Carboni y Gabriela Fabbro-, es un mecanismo recurrente en la construcción de las noticias. Tales procedimientos de espectacularización y dramatización exacerban las emociones y generan empatía en las audiencias, a expensas de procesos narrativos de descontextualización y fragmentación de los hechos que son relatados.
T: No parece casual el período elegido para la investigación propuesta ¿qué encontraron de particular en la gestión de Cambiemos al respecto?
NA: Nuestro período de estudio empírico se circunscribe al Macrismo (2016-2019) y más aún, el análisis de las coberturas de hechos de delito se enfocó en el año 2016. Lo que observamos como rasgo singular es que la gestión de Cambiemos estuvo marcada por un incremento de la violencia policial, legitimada desde las autoridades del Ministerio de Seguridad. La violencia institucional tuvo un impacto muy alto en términos de activación y movilización social, cuya máxima expresión se dio con la desaparición y posterior hallazgo del cuerpo sin vida de Santiago Maldonado.
T: Aún con los casos de abusos policiales y mayor control estatal por la pandemia ¿hubo algún cambio significativo entre el período estudiado y los últimos dos años?
NA: Uno podría pensar que, durante la pandemia, no hubo hechos delictivos devenidos en casos conmocionantes o que se hayan definido como problemas públicos (entiendo los problemas públicos como aquellos eventos que se convierten en un conflicto que es definido socialmente como tal y, además, es reconocido por la atención pública). En ese sentido, tanto el asesinato de Mariano Ferreyra como la desaparición y muerte de Santiago Maldonado o el asesinato del joven Pablo Kukoc a manos del policía Chocobar, por poner solo algunos ejemplos, se convirtieron en problemas públicos y disputaron un sentido en la sociedad. Y esa disputa discursiva dividió aguas entre las personas que se posicionaron a ambos lados de la grieta. Esos fueron casos más resonantes que los abusos y excesos que se produjeron durante la pandemia. Con esto no estoy diciendo que hayan bajado los niveles de abuso institucional en los últimos dos años; incluso hay que remarcar que, en ocasiones, las fuerzas de seguridad se sintieron más habilitadas a cometer abusos.
Con información de Télam