OIANT: Detrás de la música precolombina y su unión con las nuevas tecnologías

15 de junio, 2022 | 17.03

El director Nacho Garassino acompañó durante 14 años a la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías (Oiant) de la Untref y como síntesis de su experiencia salió la película "Oiant, música para un futuro ancestral", que se estrena mañana en salas y en la que muestra la intimidad tanto ideológica como artística del grupo.

"La motivación que encontré para hacer el documental es que con la orquesta tenemos una visión bastante parecida de Latinoamérica, la historia y el destino humano. La visión tiene que ver con que sin despreciar la Cultura universal, recupera las memorias precolombinas con miras al futuro. Y no con una banalización idealista", postuló el cineasta a Télam.

En total Garassino contó con 1000 horas de grabaciones, entre lo propio, el archivo y lo que filmó para la película. En sí, la cinta toma como principal línea narrativa los shows y sus preparativos en Cusco y Machu Pichu.

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A medida que la orquesta se prepara para los conciertos, se indaga en la historia del grupo fundado por el compositor Alejandro Iglesias Rossi, a quien a los 20 años, John Cage le dedicara un poema por su visión de la música.

Iglesias Rossi recorrió el mundo y en un momento decidió regresar a Argentina para iniciar esta experiencia que hoy cuenta con músicos de varios países.

"Partimos de una mirada político y espiritual común. No es que queremos volver a la sociedad incaica, sino que tenemos que saber qué era eso para saber hacia donde vamos y aprovecharlo para el futuro. No se trata de algo folclórico, sino de linkearlo con la vanguardia tecnológica. Hay un bagaje que puede ser llevado al futuro", dijo el director.

Además de músicos, los integrantes de Oiant son investigadores y constructores de sus propios instrumentos. Hoy, museos del mundo los llaman para que reconozcan algunos objetos que se pensaban como vasijas, pero que en realidad eran instrumentos musicales.

En Perú, por ejemplo, una de las cunas de la organología precolombina, Oiant dictó talleres para la fabricación de los instrumentos.

"Para ser miembro de la orquesta -explicó- te tenés que construir tus propios materiales. Es algo de la Europa premedieval y de los músicos precolombinos. No iban a Yamaha a comprarse una guitarra. Es algo político y creemos que va a enriquecer nuestro futuro latinoamericano".

Así, en su película, Garassino da cuenta de la relevancia internacional de la Oiant, con giras que los llevaron, por ejemplo, a tocar en el Desierto del Sahara. Sin embargo, no fue sencillo que el grupo aceptara la propuesta del documental.

"Cuando filmé 'El Túnel de los Huesos' (su ficción de 2011), quería saber quién iba a hacer la música y en una investigación me llegó música de esta orquesta. Los fui a conocer y hubo una reunión muy rara, tipo tribunal. Pensé que estaba todo mal, pero estaba todo bien", recordó.

Télam: ¿Por qué?

Nacho Garassino: Con el tiempo comprendí que eran muy meticulosos. Ya habían rechazado a otros directores. No se dejan seducir por cualquier cosa. Hicieron música original que nunca volvieron a tocar y así comenzó una relación con ellos. Empecé a ir a giras y a tomar registros, pero no pensando en un documental, sino para tener el material y un día decidimos resumir todo en una película.

T: Con tantas gira, ¿por qué elegir la de Perú para hacer la película?

NG: Existía la posibilidad de hacer algo para un canal con el concierto en el Sahara, pero no se dio. En la película usamos muy poco material de archivo de ellos. El cierre narrativo fue acompañarlos a su viaje en Perú, en Cusco y Machu Pichu, y descubrimos juntos un sitio arqueológico recién descubierto, no abierto al público, donde grabamos cosas maravillosas. Ese eje nos armó el esqueleto de la película que estábamos buscando. El archivo fue la subcapa.

T: Con 1000 horas de material, el montaje debió haber sido imposible...

NG: La primera copia duraba cuatro horas, lo cual en un punto era un delirio. Por un lado es una película militante y esas cuatro horas atentaban contra esto. Me preocupa que en Argentina se los conozco tan poco, teniendo tanto reconocimiento internacional. Con las armas del cine, quise ayudarlos y ayudarme. Nacho Martínez, que es un editor amigo y siempre me aguantó con este proyecto sin cobrar nada. Sin su aporte y el de su familia, esta película no se hubiera hecho. Él se ligó horas y horas de formatos tan diversos para montar la película. Además de lo estético, fue muy fatigoso en lo técnico. Nacho se mandó un trabajo con mucho amor.

T: Teniendo en cuenta lo meticulosos que son los músicos, ¿Cómo lograron ingresar a su intimidad?

NG: Nos mimetizamos con ellos para poder captar la intimidad del escenario. Yo les decía que había algo raro con ellos: los videos que veía no transmitían la piña que me pasaba cuando los veía en vivo. El desafío fue transmitir eso con mi cámara y la manera de romper eso necesitaba del escenario.

Con información de Télam