El realizador Valentín Diment estrena este jueves en salas locales "El apego", filme que combina el thriller con el melodrama en el que buscó contar "una historia de amor de seres vulnerados, intensos, sin límites y seguirlos en su camino para ver si lograban encontrarse".
"Quería una historia fuerte, que a la gente le pegue, la atrape, la movilice, generar ciertos impactos, que sea divertida, promueva ciertas reflexiones, incomodidades y construir un mundo con una lógica interna sólida", expresó Diment en una entrevista con Télam.
La trama, que transcurre en los años 70, comienza con la historia de una joven que acude desesperada a una clínica para realizarse un aborto clandestino, y a partir de ese momento comienza una inquietante y turbulenta relación con la médica, quien le ofrece asilo en su casa hasta que pueda vender al bebé a unos clientes ya que su embarazo está demasiado avanzado para realizar la práctica.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Con el correr de los días las dos mujeres, que arrastran un oscuro pasado, comenzarán a vincularse de una forma inusual y peligrosa, poniendo en riesgo a quienes las rodean.
"Son personajes con mucha vida y misterios y, a la vez, reconocibles en sus procesos interiores", agregó el realizador de títulos como "El eslabón podrido", "La memoria del muerto" y el documental "Parapolicial negro: Apuntes para una prehistoria de la triple A".
Protagonizado por Lola Berthet y Jimena Anganuzzi, ambas de sólidas actuaciones, el filme fue rodado una parte en blanco y negro y otra parte en color, y cuenta con una estética muy cuidada y una excepcional factura técnica.
Germán de Silva, Marcela Guerty, Marta Haller, Andra Nussenbaum, Elvira Onetto, Edgardo Castro y Luis Ziembrowsky, completan el elenco de la cinta que obtuvo el premio a Mejor Película en la sección Noves Visions de la última edición del Festival de Cine fantástico de Sitges.
Télam: ¿Cómo surge este proyecto en el que cruzás elementos de distintos géneros?
Valentín Diment: Este proyecto surge de las ganas que teníamos de hacer algo juntos con Lola y Jimena. Nos juntamos a desarrollar un argumento que nos dé posibilidades dramáticas y situaciones de actuación que quisiéramos recorrer, con intensidad y delirio, y a partir de ahí escribí el guion. La combinación de géneros es algo que me interesó desde siempre, ese cruce que genera incomodidades, disrupciones, el humor en lo trágico y lo truculento como herramienta emotiva.
T: ¿Hay un eje puesto en el universo femenino donde el hombre tiene un papel secundario?
VD: En el recorte de ese momento, de ese mundo, y de esos personajes, dramáticamente cumplen un rol secundario. Pero si tomamos distancia, es una historia de mujeres tremendamente vulneradas por hombres, y que tratan de construir un mundo lejos de ellos. Ambas son víctimas, cada una a su modo, de la violencia sexual, de esa que es ejercida por sendos hombres -y acá esos hombres son los padres-, que les han impreso una huella ineludible. El motivo que las une, que es un embarazo no deseado, también deviene del encuentro de una de ellas con un hombre. La médica que hace abortos podría leerse como un personaje que borra ciertas huellas que deja en el cuerpo de las mujeres el encuentro con hombres; hay un punto en que no se puede pensar en excluirlos de las historias de mujeres y viceversa, aunque podamos focalizarnos un poco más en uno u otro microclima.
T: ¿Por qué desde lo narrativo elegiste que la trama transcurra en los 70?
VD: Por distintos motivos: me interesaba lo retro para correrme del naturalismo; el aborto no es lo que era; quería correrme de las luchas coyunturales; me interesaba ver los años 70 sin focalizar en la dictadura, aunque te encontrás que lo que hacían los milicos también sucedía por fuera de ese ámbito, como el robo y venta de bebés, violaciones, diferencias sociales extremas, secuestros extorsivos y abusos de poder.
T: ¿Cómo describís la historia de amor entre las protagonistas?
VD: Por un lado, es la historia de un despertar al amor y, por otro, una metáfora del amor habitual, con sus mentiras, sus trampitas, sus pequeñas manipulaciones y posesividades, pero exageradas. Hablar de todo eso de un modo naturalista me resulta aburridísimo, pero cambia si eso alimenta una historia de pasión, crimen y locura.
T: Sos uno de los referentes del cine de género local, ¿considerás que se incrementó la producción de este cine? ¿El cine de género dejó de apuntar a un público de nicho o el público empezó a demandar y a consumir otras historias?
VD: El cine de género ya está instalado en Argentina, es un nicho que crece. En realidad, hay muy poco cine argentino que uno pueda decir que no es de nicho, y en general es cine de género, sobre todo thrillers y comedias. Pero además en el mundo se está moviendo algo con el cine de género. Empezó a estar de moda, incluso en los circuitos que no son los específicos. El filme "Titane" (Julia Ducournau) ganó en Cannes, abrió Sitges, probablemente vaya a competir por algún Oscar y lo comprarán las principales plataformas. El cine de autor en general está adoptando gestos del cine de género porque viene medio agobiado, agotado, aunque a veces se excedan en tomarlo desde un plano metafórico o simbólico. El cruce del cine de género y el de autor está creciendo y dando muy buenas sorpresas.
Con información de Télam