El estreno de "La gesta heroica", de Ricardo Bartís, este jueves en la sala Trinidad Guevara del Teatro Nacional Cervantes, vuelve sobre una serie de tópicos propios del autor de "La pesca" y también sobre formas narrativas que parecen tener parentesco con la literatura de Roberto Arlt.
"La puesta de 'El pecado no se puede nombrar' (1998), basada en textos de Arlt fue para todos los que participamos de esa experiencia decisoria, en parte por lateralidad, me hice más amigo de Horacio González y de Ricardo Piglia, que vinieron a ver ensayos al viejo estudio. No nos conocíamos, fueron muy generosos, entusiastas y la cosa nos arrojó a una idea lenguaje muy fuerte", señala Bartís.
Télam: ¿En qué sentido?
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Ricardo Bartís: Arlt no trabaja sobre núcleos de comportamiento coyunturales sino sobre núcleos de comportamientos básicos: política y locura, la relación con el dinero, la invención de un habla para darle dimensión a la desmesura de lo que está nombrando. Eso fue muy importante para arrojarnos a una intensidad expresiva que si bien fuera realista en el sentido de que quedara clara la información, al mismo tiempo fuera muy poética en su forma.
Eso fue como un eje muy fuertemente desarrollado en el Sportivo, que la historia fuera muy clara y muy simple y al mismo tiempo los procedimientos de realización estuvieran totalmente extrañados, fueran sorprendentes y raros; la combinación de eso, que acá en 'La gesta heroica' pone de manifiesto el desencuentro entre ese nombre pomposo y una cosa de mala muerte, un teatrito de cuarta categoría.
T: Muy propio de los mundos de Arlt.
RB: Combinar situaciones grotescas pero al mismo tiempo muy dramáticas, donde teníamos que tomarnos muy en serio los conflictos sin caer en el realismo, sin caer en psicología, sin caer en la naturaleza costumbrista de los vínculos pero reconociendo la necesidad de instalar fuertemente convenciones emocionales reconocibles para el que mira, que pueda decir "esto es parte de mi vida, estas cosas nos pasan".
T: También nos pasó la dictadura, a la que se alude, acaso tangencialmente, en este relato
RB: El personaje del padre es manifiestamente antiheroico, no tiene ninguna épica, su épica es menor y lateral, que es el recuerdo de los muertos tirados desde los aviones que el mar devuelve en las playas de la Costa Atlántica, pero es una vivencia lateral que, por otro lado, se resuelve como resolvió la mayoría de la sociedad argentina lo que pasaba en la dictadura, que es se enteró pero al mismo tiempo no se hizo cargo.
A mí me interesaba muchísimo hablar de la marca que ha dejado la dictadura en nosotros como sociedad, más allá de las experiencias individuales, en lo macro, que es una participación distante y como espectadores del horror, algo que ha sido tocado y que no puede metabolizarse, donde solo el arte puede tratar de acercarse a esa humanidad desfalleciente que fue esa experiencia de la sociedad argentina.
Con información de Télam