(Por Martín Olavarría) El largometraje brasileño "El libro de los placeres", que desde el jueves pasado ocupa salas locales protagonizado por Simone Spoladore y el argentino Javier Drolas, explora con una aproximación experimental tópicos como la fobia al amor y a la intimidad, la melancolía, existencialismo y las presiones sentimentales que pueden tener las mujeres a partir del avance de la edad.
Basada en la novela de 1969 de Clarice Lispector, la película dirigida por la además productora del proyecto Marcela Lordy, que también adaptó el guion de ese libro junto a Josefina Trotta, es una coproducción brasileño-argentina que transcurre en el país vecino y ofrece una elaborada actuación protagónica de Spoladore, premiada por su rol el año pasado como mejor actriz en el Bafici.
Rodada en 2019, la película se estrenó en festivales de Brasil en 2020 y estuvo en el Bafici del año siguiente, con cierta demora para estrenarse comercialmente en Argentina por la pandemia.
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La adaptación, que se adecua a la actualidad, cuenta en clave de drama erótico un juego de seducción marcado por la apatía emocional en la que Lóri y Ulises atraviesan sus desafíos personales en la aceptación del amor.
"A pesar de haber sido basada en una novela de 1969, hay algo contemporáneo en la historia: la directora menciona que esta es una época de amores líquidos o relaciones livianas y la búsqueda de Lóri a partir del encuentro con Ulises es construir una relación más profunda", contó Drolas en diálogo con Télam.
El intérprete, conocido también por su actuación en "Las buenas intenciones" (2019), se explayó respecto de la situación de la protagonista, que hasta conocer al personaje que él encarna "tenía relaciones de una sola noche, vinculado con algo más generalizado" en la actualidad relativo al "traslado de la idea de consumo en relación con emparejarse, o la dinámica de las aplicaciones o la cosificación, pero que tiene que ver más con alguien temeroso a abrirse por temor a sufrir y entregarse al amor, con el riesgo que siempre conlleva".
"Lóri es una maestra de primaria de clase media acomodada carioca en la franja de los treintipico que no encaja en los cánones sociales y que por miedo al dolor se cierra a cualquier posibilidad de sentir", definió sobre la protagonista.
En cuanto a su personaje, lo caracterizó como "un hombre mayor que ella, profesor de filosofía, argentino, hedonista, con cierta templanza y una confianza en sí mismo que va de la mano con cierta arrogancia, que a la directora le venía bien para cerrar la idea de esa personalidad que tienen los brasileños sobre los argentinos".
Télam: ¿Hay mayores diferencias entre el libro y la película o es una adaptación fiel? ¿Agrega algunas temáticas?
Javier Drolas: La adaptación aggiorna un poco a los personajes. Porque, en el libro, la idea de que un hombre fuera más machista de lo que ahora es tolerable, no era nada que llamara la atención. En la novela, él le dice que no le gusta cómo se viste o que se corte el pelo; fue escrita en un contexto de época por una autora feminista muy fuerte.
El libro transcurre en gran medida en los pensamientos de Lóri y la directora prescinde de la voz en off, con lo cual hay una gran adaptación. Ella dijo que el mayor desafío era crear dramaturgia a partir de la novela vía la construcción de acciones. Además, es una película sumamente sensorial que echa mano a todos los recursos plásticos del cine. No solo la verbalidad tracciona el relato: hay algo muy sensorial que ya viene desde la escritura. Desde los ritmos, los tiempos que se toma, los espacios vacíos que retrata, como el departamento de ella, que es gigante pero vacío y transmite soledad. También hace mucho calor y falta agua en el departamento, que está frente al mar y transmite algo muy sensorial como si fuera un actor más, un personaje importante, porque es algo a lo que ella le tiene miedo y solo deja de temerle cuando lo enfrenta, algo que le ocurre también en relación con el amor.
T: ¿Es una historia centralmente femenina y de cosas que le pueden pasar a una mujer treintañera o se trata más bien sobre la renuencia al amor, independientemente del sexo de la protagonista?
JD: La directora y la actriz lo sienten como una temática femenina pero compartí con dos amigas la película y no se sentían tan identificadas en relación con cómo Lóri vivía el amor o el vínculo con Ulises. Obviamente es una mirada femenina porque colaboraron bastante la actriz y la directora. También hay una guionista y una productora, todas personas que tenían voz en el proceso creativo, así que claramente es una mirada femenina.
T: ¿Qué fue lo que más te gustó de la película?
JD: La actuación de Simone, que me parece brillante. Y después, lo sensorial que es la película. Sensual y voluptuosa, que tiene que ver con algo de Brasil y su naturaleza siempre presente, el calor y el sudor de las personas. También me gustó el tratamiento particular de las escenas de sexo: crudo en relación con los cuerpos, no tan hegemónicos. Y la duración de esas escenas, que le dio una entidad. Una cosa muy sexual y amorosa al mismo tiempo.
Algo que también me gusta de mi personaje es que, aunque se lo ve hedonista y promiscuo siempre le dice a ella: "Yo te espero, cuando estés lista, voy a estar acá". Como que él ya tomó la decisión de que ella haga su camino y que experimente lo que tenga que experimentar, más allá de lo sexual. Le da una seguridad que tampoco es común en esta época.
T: ¿Qué fue lo que más te costó de este registro actoral? ¿El tema del idioma? ¿Sabés portugués?
JD: Sí, el idioma fue un desafío. Me costó un montón. Ya venía trabajando en Brasil bastante pero siempre en español, con un director teatral que trabaja con literatura latinoamericana y quería una voz en español sobre el escenario. Y ahí aprendí a hablar portugués de forma autodidáctica, pero este fue mi primer trabajo en portugués, lo cual me dio bastante miedo. Y después de este ya hice dos trabajos más en portugués y me sentí cada vez más confiado.
Con información de Télam