El Banco Central Europeo (BCE) se reunirá mañana para definir una nueva suba de tasas de interés, la octava en el último año, con el objetivo de frenar el índice de inflación en los veinte países que utilizan el euro como moneda.
La nueva suba en las tasas sería, al igual que en mayo último, de 25 puntos porcentuales, lo cual ubicar a las tasas de facilidad de depósito, de refinanciamiento, y de préstamo marginal en 3,50%, 4% y 4,25%, respectivamente.
La expectativa del mercado es que, al igual que la Reserva Federal estadounidense (FED), el BCE está en el último trecho de los aumentos de tasas, con otra suba -la última- a aplicarse en la próxima reunión de julio o septiembre.
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Al contrario de su contraparte estadounidense que comenzó su ajuste monetario en marzo del año pasado, el BCE recién hizo lo suyo en julio, por lo que hay un cierto retraso de política entre ambas instituciones.
La entidad se afronta a una situación donde la economía del bloque, si bien superó las expectativas iniciales y se mostró más resiliente de lo esperado, entró en una recesión técnica en el primer trimestre de este año al marcar una contracción de 0,1%.
El estancamiento es más notorio es sectores como la industria, mientras que otros como los servicios logran resistir la contracción de la demanda.
Pero además de la demanda, otros indicadores -como los de los créditos- también muestran una economía empantanada, siendo la única excepción las cifras del empleo, que siguen manteniéndose en mínimos históricos.
Pero la decisión no será fácil para el BCE pues la inflación sigue más que duplicando las metas de la entidad monetaria, marcando 6,1% anual en mayo último.
Si bien la tasa general sigue moderándose, el índice núcleo -que excluye los valores de los alimentos y la energía- fue foco de atención de los funcionarios del banco central, por su persistencia, bajando recién tres décimas en el último indicador
No hay una evidencia clara de que la inflación subyacente llegó a su pico, dijo la presidenta del BCE, Christine Lagarde, a principios de este mes tras publicarse los datos de la inflación.
Tras ello, señaló que, además de los precios de la energía actualmente en baja-, existe otro factor que motoriza los precios subyacentes: los salarios.
Según su mirada, tras una pérdida del salario real que promedio el 4% respecto a los niveles pre-pandemia, resultará clave que los costos del shock energético sean compartidos de forma balanceada entre firmas y trabajadores para evitar una espiralización de los precios.
La sorprendente resiliencia del mercado laboral y la suba de salarios podría volver más resistente a la inflación núcleo y derivar en más subas de tasas, opinó Veronika Roharova del banco Credit Suisse a la agencia Bloomberg.
Con información de Télam