El aumento en el precio de los alimentos encendió una alerta en el gobierno y se ubica entre las principales preocupaciones de una sociedad golpeada en su poder adquisitivo en los últimos años, con el arrastre de una recesión que comenzó durante el gobierno de Mauricio Macri y sumó el impacto de la crisis que provocó la pandemia.
El INDEC informó este jueves que la Canasta Básica Alimentaria (CBA) registró en diciembre un aumento del 5,1%. El índice determina que un grupo familiar compuesto por dos adultos y dos menores necesitó percibir ingresos por $ 22.680,97 para no caer en situación de indigencia. Cerró el 2020 con una suba acumulada de 45,5% con una baja de 7,3 puntos porcentuales en comparación con 2019.
El gabinete económico analizó el estado de precio de los alimentos frescos. Luego de la reunión de este jueves, el ministro de Agricultura, Luis Basterra, afirmó que “lo mejor que nos puede ocurrir es que los argentinos nos comprometamos a garantizar el acceso a los alimentos para toda nuestra población”.
Basterra dijo en rueda de prensa a los periodistas acreditados en Casa de Gobierno que se analizaron "el impacto que tiene la suba de los precios internacionales", además de "la relación con los sectores de la producción primaria y la vinculación con el abastecimiento y los precios". Señaló también que trabajan en articulaciones con distintos actores de la cadena agroalimentaria y de exportación "para cumplir con el doble objetivo de generar ingreso de divisas al país" y que los alimentos de consumo interno "tengan valores razonables para la población para su acceso".
Organizaciones de consumidores y productores advierten sobre la distorsión de precios. Así lo demuestra un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) en el que advierten que esas diferencias se deben a un conjunto de comportamientos. Por un lado, los especulativos, “adoptados por diferentes actores de la cadena de valor que abusan de su posición dominante en el mercado –básicamente, los hipermercados, los galpones de empaque y cámaras de frío–”.
Por el otro, existen factores como “la estacionalidad, que afecta a determinados productos en algunas épocas del año, y los costos de almacenamiento/acopio y transporte”, entre otros.
La diferencia entre el precio que recibe el productor de alimentos y el que paga el consumidor en las góndolas se multiplica por 4,68. Es decir que las frutas, verduras y carnes se pagan casi cinco veces más caro en comercios minoristas e hipermercados de lo que recibe el productor en la tranquera de su campo al vender la mercadería.
La brecha se incrementó un 8,6 por ciento en diciembre luego de una reducción de dos meses, en octubre y noviembre, cuando la diferencia entre ambos puntos de la cadena de comercialización fue de 4,31 veces.
Los datos surgen del Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) que elabora el sector de Economías Regionales de CAME en base a los precios de origen de las principales zonas de producción y a más de 700 precios de cada producto en destino, relevados en verdulerías y mercados, y mediante un monitoreo de los precios online de los principales hipermercados del país.
El presidente del Mercado Central de Buenos Aires y coordinador Nacional de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), Nahuel Levaggi, señaló la necesidad planificar “una política de abastecimiento y con eso transparentar la cadena, para que no haya ningún vivo que remarque un 300%”. En diálogo con El Destape Radio, explicó que se deben generar “los canales para que esa cadena sea racional y no haya 70 manos en el medio desde que sale del campo hasta que llega a tu mesa”.
“Hay productores grandes pero no es un monopolio, es posible empezar a tener diálogo con respecto a cómo pensamos un abastecimiento popular, lo que pasa es que en el tema de fruta y verdura cualquier política es a mediano plazo”, explicó Levaggi.
Según el informe de la CAME, la brecha de precios frutihortícolas se multiplicó por 5,01 veces en diciembre, con una suba de 9,8%. En el caso de la carne subió 2,7%, con una brecha promedio de 3,42 veces. En general, la participación del productor en el precio final descendió 13%, de 30,7% en noviembre a 26,7% en diciembre.
El IPOD de CAME releva la variación de precios en las principales zonas de producción del país con el precio en góndola en unos 700 puntos de venta, y sobre los 24 principales productos agropecuarios que se consumen en la mesa de los argentinos.
La variación fue impulsada por el aumento de catorce productos, entre los que se destacaron la calabaza, con un alza de 161,3%; el zapallito que aumentó 102,1%; la mandarina, con un alza de 80,4%; y la acelga con un aumento de 77,3%.
La mejor situación la tuvo la frutilla donde el productor recibió, en promedio, el 56,2% del precio de venta minorista de esa fruta. En cambio, en la manzana roja el productor apenas se llevó el 7,4% del precio final.
En relación al control del precio de las frutas y verduras, el presidente del Mercado Central sostuvo que se debe comenzar “por una planificación productiva que en Argentina históricamente no hay, la tenemos que construir”.
Esta semana, por otra parte, la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines (Faipa) advirtió que el sector atraviesa una "situación grave" por el incremento de costos de producción, y anunciaron que los precios de sus productos subirán entre 5% y 15%. Alertaron que hay "un aumento indiscriminado en los precios de los insumos".
El efecto del aumento en el costo de la comida y la inflación general es directo en los niveles de pobreza e indigencia, con indicadores sociales críticos, mientras 11 millones de personas asisten a comedores y merenderos comunitarios en todo el país.