En el mundo, más de la mitad de las y los trabajadores jóvenes tiene empleo informal y el 33% vive en países que no logran reducir la tasa de quienes no estudian y tampoco consiguen trabajo. Asimismo, en Argentina, este grupo poblacional llega a duplicar el nivel de desempleo de la población general en tanto que más de la mitad (57%) trabaja en la informalidad. Sin embargo, mientras crece la preocupación por esta dura realidad, el gobierno nacional se encamina a reglamentar en las próximas horas una reforma laboral que, advierten especialistas, terminará por precarizar aún más el ingreso a un trabajo, facilitar el despido y fomentar la no registración.
Los datos globales fueron difundidos recientemente por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y revelan el alto porcentaje de jóvenes que está sin empleo en el mundo, así como las brechas regionales y de género que se sostienen en el tiempo. Al respecto, el escenario es poco alentador: más desempleo, informalidad y precariedad conformar el centro de las problemáticas laborales para la juventud y ello tiende a agravarse en coyunturas de crisis y deterioro sostenido de los ingresos, como el de nuestro país.
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En esa línea, a nivel local, datos recientes muestran que cuatro de cada diez jóvenes viven con sus padres o abuelos porque no pueden acceder a una vivienda. Según un informe de la Fundación Tejido Urbano, entre 2 y 2,5 millones de personas de 25 a 34 años no tienen acceso a una vivienda ya que “no cuentan con ingresos suficientes para mudarse o carecen de ahorros para cubrir los gastos asociados con la independencia”.
Empleo joven en crisis
Las y los jóvenes de la mayoría de las regiones del mundo tienen cada más dificultades para encontrar un trabajo con plenos derechos y las chances disminuyen a medida que se contrae el nivel de ingresos en sus respectivos lugares de vida. Tal es así que en los países de salarios bajos o en crisis, solo uno de cada cinco jóvenes de entre 25 y 29 años consigue un puesto de trabajo remunerado. “Este panorama no ha cambiado mucho desde el comienzo del milenio, más allá de una ligera disminución de la proporción de jóvenes con un trabajo independiente y un aumento paralelo de la proporción de quienes trabajan en puestos de trabajo temporales, básicamente pasando de una forma de trabajo precario a otra”, alertó el último informe "Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil" de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En tal marco, las proyecciones muestran que la tasa mundial de desempleo juvenil se ubicaría en torno al 13% en 2024. A su vez, no es la única señal en contra de las posibilidades de los jóvenes en el mundo del trabajo ya que, según OIT, “una proporción mucho mayor, el 20,4%, no tenía empleo en 2023 ni estudiaba ni recibía formación” lo que da cuenta “una imagen mucho más amplia de la exclusión del mercado de trabajo entre los jóvenes”.
En cuanto a las brechas de género, el documento al que accedió este medio señaló que “los hombres jóvenes se han beneficiado de la recuperación del mercado de trabajo más que las mujeres jóvenes”. En detalle, ellas “han experimentado una doble desventaja” ya que “en primer lugar, la tasa de desempleo juvenil aumentó más bruscamente en el caso de las mujeres durante la crisis de COVID-19, y después, durante el periodo de recuperación, el descenso de la tasa de desempleo juvenil fue menor entre las mujeres trabajadoras”.
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Como consecuencia del sostenimiento de esta problemática en el tiempo “muchos jóvenes de hoy se sienten estresados por la pérdida de empleo y la estabilidad laboral, el estado de la economía, la falta de movilidad social entre generaciones y sus perspectivas de una eventual independencia financiera”, indicó el organismo internacional del trabajo.
A nivel de nuestro país, los datos del mercado laboral dan cuenta de que la franja etaria de 14 a 29 años (según la medición oficial) tiene tasas de actividad y empleo que están entre 10 y 20 puntos por debajo del promedio general mientras duplican el guarismo de desempleo. En lo concreto, la tasa de desocupación de las mujeres jóvenes fue de dos dígitos (17,3%) en el primer trimestre de este año, lo que implica 0,4 puntos más que en igual trimestre del 2023, y se ubicó 9,6 puntos por arriba del nivel de desocupación total (7,7%; +0,8 puntos vs 1T23). Por su lado, los varones jóvenes de igual franja etaria registraron un nivel de desempleo del 14,1%, esto es 1,3 puntos más que en el primer trimestre del 2023, siendo este segmento etario el que evidenció el mayor incremento interanual en la población desempleada al inicio del 2024. La tasa juvenil masculina quedó 6,4 puntos por arriba de la general, en este caso.
Sobre ello, otro punto central a considerar respecto de la realidad laboral tiene que ver con la informalidad, una de las problemáticas que más atraviesa a la juventud. De acuerdo con datos difundidos a fines del 2023 por el Ministerio de Economía de la Nación, el 57% de las mujeres y el 56% de los varones jóvenes no percibían aportes jubilatorios por su trabajo en nuestro país al punto de que, de cada 5 trabajadores informales, 2 son jóvenes. En relación, sobre las actividades en las que logran insertarse laboralmente, la principal tanto para mujeres como varones jóvenes es el comercio (emplea a un cuarto del total), y de entre los jóvenes que trabajan de forma asalariada en este rubro, el 66,4% lo hace informalmente.
Como se evidencia a nivel global, pese a que toda la población joven tiene una tasa de actividad y empleo menor a la general, al abrir por sexo se observa que los varones jóvenes registran, una tasa superior a la del total de mujeres. Así la brecha laboral por género en el nivel de actividad de la juventud es de 11,5 puntos a favor de los varones y en el caso del empleo ellos las superan en 11,2 puntos. En contraste, las mujeres encabezan el porcentaje de desempleo juvenil estando 3,2 puntos por arriba, según los datos oficiales difundidos.
Reforma regresiva
En todo el mundo, más de la mitad de las y los trabajadores jóvenes tienen empleo informal y se estima que "tres de cada cuatro de quienes viven en países de bajos ingresos “sólo conseguirán un empleo por cuenta propia o un trabajo temporal remunerado", según las proyecciones de OIT. En tal sentido, el organismo remarcó la importancia del rol de los Estados y la implementación de cambios que mejoren las perspectivas laborales de la juventud "en una época caracterizada por crisis e incertidumbres".
Sin embargo, en nuestro país, el horizonte se presenta más que complicado ya que, al momento, las modificaciones impulsadas en materia laboral por el gobierno de Javier Milei podrían generaran, contrario a las recomendaciones globales, mayor precarización en la entrada, permanencia y finalización de una relación laboral.
Concretamente la reforma laboral aprobada en el Congreso de la Nación y que, según anticipó el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, a la prensa se reglamentará esta semana apuntan a: extender del período de prueba en el ingreso a un trabajo (pasa de 3 a 6 meses con posibilidad de suba a 1 año en algunas empresas) pudiendo el trabajador ser despedido sin causa en tal lapso, reemplazar la indemnización por despido por un fondo de cese con aportes del trabajador y legalizar la figura del “trabajador independiente con tres colaboradores” es decir, reemplazar la relación de dependencia con aportes por un contrato de servicios/monotirburismo.
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Lejos de incentivar la creación de fuentes de trabajo formales esta reforma, por un lado, flexibiliza en favor del empleador el ingreso a un trabajo a partir de extender el periodo de prueba en el tiempo a la vez que, con el reemplazo de las indemnizaciones, facilita el despido sin causa que actuaba además como desincentivo para que ello sea lo habitual en el mercado laboral. A su vez, en cuanto a la no registración un informe del Centro de Capacitación y Estudios sobre el Trabajo y el Desarrollo (CETyD) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) advirtió que el 55% de los asalariados informales se desempeñan hoy en unidades productivas que tienen entre uno y 5 empleados, es decir que “la reforma no combate la informalidad la legaliza ya que, en vez de formalizarlos, permite que los contraten como monotributistas” al tiempo que “aquellos trabajadores que están correctamente registrados en esas unidades como empleados podrían ser despedidos y recontratados como independientes”.
La flexibilización también queda de manifiesta en otros puntos de la reforma libertaria como la eliminación de la protección por despido injustificado por ejemplo en caso de “participación activa en bloqueos o tomas de establecimiento", la eliminación de las infracciones y multas que pagan empleadores por no registrar al trabajador, la incorporación del llamado despido discriminatorio con sentencia que fija indemnización siempre que exista sentencia judicial que corrobore el origen del despido, todo lo que profundizará las desigualdades existentes no solo entre registrados y no registrados, sino que también aumentarán las brechas laborales entre grupos etarios, sociales y de género.