Esta semana el Congreso de Chile dio luz verde al proyecto que reduce la jornada laboral a 40 horas semanales. Los cambios en el país vecino se muestran en sintonía con otras propuestas globales y tensionan con las reformas regresivas que insisten con recortar derechos y desregular. En ese marco las discusiones de fondo parecen poner el foco en cuáles son las estrategias políticas para construir un futuro del trabajo más digno y en qué medida se incorporan las agendas de todas y todos los que trabajan.
América Latina se caracteriza por tener algunas de las jornadas laborales más largas del mundo, entre ellas la de Argentina que llega a las 48hs semanales. Si bien hay algunos proyectos presentados a nivel local, la discusión no logró avanzar al momento.
“Hoy escuchamos hablar a los candidatos de la derecha sobre la reforma laboral y sus planteos son incluso más conservadores que la propia agenda del FMI. Esto nos pone en la obligación de responder y ahí podemos hacerlo con una agenda igual de antigua o con una verdaderamente moderna”, señala el abogado laboralista Juan Manuel Ottaviano y agrega que “la estrategia defensiva no es suficiente, se requiere tener una estrategia ofensiva de futuro”.
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Al trabajo, ¿cuántas horas?
El proyecto chileno de reducción de la jornada laboral había sido presentado en el 2017 por la entonces diputada nacional, Camila Vallejo, hoy vocera presidencial en el gobierno de Boric. Luego de seis años logró avanzar con el cambio de gestión y convertirse en ley por amplia mayoría. “Ha quedado demostrado que, aunque algunos pensaran que era imposible avanzar en una mejor calidad de vida para los trabajadores de nuestro país, se puede”, dijo tras la aprobación la ministra de Trabajo y Previsión Social de Chile, Jeanette Jara.
La nueva ley que sería promulgada por el Ejecutivo el próximo 1ro de mayo, abarca diferentes aspectos que modifican el Código laboral del país y reducen la jornada de trabajo de 45 a 40 horas semanales promedio. Los cambios se irán implementando en el tiempo ya que durante el primer año se reduce una hora de trabajo, luego dos horas más el tercer año y al quinto las dos restantes. “Este cambio en la jornada laboral puedo hacerse en un marco de negociación político, sindical y empresarial que impide una interpretación unívoca de lo que significa más allá del título general. Se trata de una reducción de la jornada de trabajo escalonada que no va a ser de un día para el otro y que, algo muy importante, no implica una reducción salarial”, considera en diálogo con este medio Ottaviano, investigador del CETyD (UNSAM) y de Fundar.
En relación agrega que la reducción de la jornada no se aplica de manera uniforme para todos los sectores, “si bien hay una reducción de los máximos legales para el régimen general se admiten flexibilidades por acuerdo sectoriales, eso puede incluir descansos compensatorios, adaptación de la jornada a las tareas no remuneradas o los tiempos y corresponsabilidad de los cuidados, e inclusive con intervención sindical, puede significar una distribución semanal de la jornada de trabajo que implique, admitido por ley, el 4x3 de la semana laboral o lo que serían 4 días de trabajo y 3 de descanso”.
En esa línea, la normativa chilena incluye también compensar las horas extra por hasta cinco días feriados y contempla condiciones especiales para trabajadoras de casa particulares, con tope de horas semanales y mínimos de descansos para quienes trabajan puertas adentro, así como para la minería, el transporte, el trabajo agrícola, el trabajo en el mar, servicios aéreos, hotelería y turismo. “No se puede leer la reforma chilena ni con el diccionario del FMI ni con el diccionario del fordismo, tenemos que estar dispuestos a debatir formas de aumentar la soberanía del tiempo de trabajo de quienes trabajan, discutir con seriedad formas de flexibilidad admisibles y formas de flexibilidad que son inadmisibles. Hoy tenemos mercados de trabajo más desintegrados y fragmentados que probablemente requieran de una actualización de las propias agendas para responder a los desafíos actuales”, advierte el especialista en derecho laboral.
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Las agendas del trabajo
En nuestro país la normativa que regula la jornada de trabajo (Ley 11.544) data de 1929 y Argentina se mantiene como una de los países de la región con mayor carga horaria laboral.
En ese marco, el diputado nacional y representante sindical Hugo Yasky presentó en 2021 un proyecto legislativo para reducir la jornada laboral. Se proponía que “la duración del trabajo no podrá exceder de ocho horas diarias o cuarenta horas semanales para toda persona ocupada por cuenta ajena en explotaciones públicas o privadas, aunque no persigan fines de lucro”. En igual sentido, la diputada nacional de La Bancaria, Claudia Ormaechea, propuso un proyecto para “reducir la jornada a seis horas diarias o treinta y seis semanales”. Ante la nueva ley chilena, el secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina consideró que Argentina no lograr avanzar “porque las corporaciones empresariales y la oposición, que siempre ponen a Chile como modelo a seguir, se niegan a debatirlo”.
El investigador de la USAM dice en esa línea que “la reducción de la jornada es un planteo de Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de todo el mundo de trabajo, es un acuerdo global entre empleadores, Estados y sindicatos desde hace casi un siglo”, no obstante se presenta ahora como novedosa ya que “va a contramano de los últimos 40 años de reformas neoliberales donde se tendió a volatilizar los mercados de trabajo, a intensificar la mano de obra, lo que resultó en una fragmentación del mercado de trabajo que implica multiempleo, sobreocupación e informalidad, por lo que la reducción de la jornada de trabajo viene a tratar de corregir algunos de esos desajustes producto de las reformas neoliberales”.
Lo anterior va de la mano con las medidas que se impulsan, por ejemplo, desde los organismos internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional (FMI) que imponen “una agenda conservadora que incluye aumentar la edad jubilatoria, es decir, contener en el mercado de trabajo a los más adultos y a su vez debilitar la seguridad social, así como incorporar a jóvenes al mercado de trabajo con los planes de 'primer empleo que llevan a un aumento de la desocupación, sobre todo si también es parte de esa agenda desfinanciar la educación superior y la educación técnica”.
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Otras experiencias globales
Con esta medida Chile se suma a Ecuador y Venezuela entre los países de América Latina que fijaron por ley las 40 horas semanales. No obstante, también se promueven cambios similares en otros puntos de la región como México y Colombia.
En otras partes del mundo se aprobaron en estos últimos años cambios en la legislación laboral que modificaron las horas de trabajo y las condiciones de empleo. España realizó cambios para hacer frente al trabajo informal, mientras que Islandia aplicó la reducción de la semana laboral y en Bélgica se impulsa una reducción de la semana laboral a cuatro días. En Gran Bretaña también existes iniciativas que implementaron la semana laboral de menor cantidad de días, y lo mismo sucedió a nivel empresarial en Estados Unidos, Japón y Nueva Zelanda.