El ministro de Economía, Luis Caputo, recalcula el balance cambiario con el objetivo de mantener, al menos en lo discursivo, la promesa dolarizadora que le hizo al presidente Javier Milei. En los últimos días cobró fuerza el rumor de cambios en el Palacio de Hacienda, a partir del reemplazo de Caputo por el diputado y economista liberal José Luis Espert. Según trascendió, el distanciamiento entre el líder libertario y el “Toto” Caputo sería por el descalabro inflacionario. Sin embargo, el principal escollo pasa por la ausencia de resultados concretos en materia de ingreso de divisas desde el sector financiero y el Fondo Monetario para, en el corto plazo, eliminar el cepo.
La apuesta sigue enfocada en el sector agroexportador, el cual, ya golpeado por la sequía del año pasado, ingresaría a partir de mediados en una nueva fase climática de escasas precipitaciones y calor extendido y extremo. En tanto, sojeros y cerealeros mantienen acopiados en plantas de almacenaje y de la industria 22,7 millones de toneladas en granos de soja, maíz, trigo y girasol, según la Secretaría de Agricultura, especulando con forzar mejoras en sus márgenes de rentabilidad.
La cifra mágica, con la que Milei compró el paquete del endeudador Caputo, es de 15.000 millones de dólares, que le permitirían avanzar en la dolarización. “Para salir del cepo necesitamos 15.000 millones de dólares”, reiteró Milei este viernes en declaraciones a la agencia financiera Bloomberg, y añadió que hay “distintas vías (para conseguirlos)”, y que una de ellas es que el FMI trabaje como auditor que aporte una parte, pero que otras podrían provenir de “fondos de otros países con los que Argentina tiene comercio fluido”, y una tercera parte de “fondos de inversión”.
Sin embargo, las fuentes financieras no parecen aseguradas. El propio FMI volvió a poner en duda el desembolso de unos 5000 millones de dólares que habían quedado de resabio del mega-endeudamiento de Mauricio Macri y que Alberto Fernández optó por no tomarlo. Es por eso que el Gobierno se centra en las posibilidades ciertas que pueda ofrecer el frente externo, con el agro a la cabeza.
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En este contexto, también se encuadran las declaraciones del presidente de YPF, Horacio Marín, quien esta semana hizo referencia a la posibilidad de que Vaca Muerta permita en cinco años llegar a un ingreso de 30.000 millones de dólares en divisas por exportación de GNL. El riesgo es en manos de quién quedará la explotación hidrocarburífera.
Se recalientan los silo-bolsas
La apuesta a los dólares del agro tampoco estaría asegurada. El sector mantiene un ritmo de liquidación que se encuentra lejos de lo prometido a Caputo para el inicio del año, producto de una posición especulativa frente a la posibilidad de que se devalúe la moneda cuando se produzca la liberación del cepo o se elimine retenciones, pese a que el sector mantiene un esquema de liquidación que le permite ingresar una parte de sus ventas a los valores del dólar financiero.
Sin embargo, la reducción de la brecha cambiaria les quita “incentivos” al sector para liquidar a los precios actuales y buscan forzar, como siempre una devaluación. A esto se suman las previsiones del mercado de una cosecha de “regular” a “mala” para el cierre de la campaña actual (2024/2025) y condiciones poco favorables para la próxima siembra por cuestiones climáticas adversas.
“Hacia julio-septiembre 2024, según la información a la fecha, aumentan las probabilidades (más del 60 por ciento) de transitar hacia una fase La Niña”, sostiene el informe del Instituto de Clima y Agua del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). El fenómeno de “La Niña” suele ir acompañada de bajas temperaturas y provoca fuertes sequías, explican desde el diezmado Servicio Meteorológico Nacional.
El informe destaca, además, que se espera que “El Niño” continúe en desarrollo. La probabilidad de que se extienda durante hasta este abril es de 70 por ciento. Posteriormente, se prevé una transición hacia la fase neutral del ENOS en el trimestre abril-mayo-junio con una probabilidad del 75 por ciento. El fenómeno de la Niña suele ir acompañada de bajas temperaturas y provoca fuertes sequías. El fenómeno ENOS comprende tres fases: El Niño, La Niña y un período neutro.
Los efectos de esta oscilación sobre nuestro país son diversos y varían dependiendo de la fase, la región y la época del año. En particular durante la primavera y verano el noreste argentino tiende a registrar precipitaciones por debajo de lo normal en la fase La Niña.
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Un informe reciente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) avanza en el desarrollo estacional del clima a lo largo del año en curso, a través de la precipitación relativa, es decir la proporción porcentual entre la lluvia registrada o prevista y el promedio normal 1991-2020. El documento señala que el verano cierra con vastas áreas, incluyendo buena parte de la zona núcleo, con precipitaciones leve a moderadamente. Para el otoño se prevé un final temprano de las precipitaciones en la mayor parte de la región pampeana y el sur de la Mesopotamia, aunque no se presentará el riesgo de heladas tempranas.
Para el invierno, la BCBA anticipa que se observarán precipitaciones bajo la media en la mayor parte de la región pampeana y la Mesopotamia, mientras que sólo el NOA y la Región del Chaco registrarán precipitaciones sobre lo normal, lo cual es consistente con el posible desarrollo de un episodio en el rango frío. En tanto, las heladas invernales serán bastante intensas hasta bien entrado agosto.
Para esta primavera se presentar un panorama muy típico del inicio de un episodio en el rango frío, con precipitaciones bajo lo normal en la mayor parte del área agrícola. “No se prevé un riesgo elevado de heladas tardías, mientras es probable que las zonas afectadas por sequía sean afectadas por calores tempranos, que irán en aumento hacia la proximidad del verano”, concluye el informe bursátil, que destaca que bajo este escenario “los planes productivos para el final de la Campaña Agrícola 2023/2024 y el inicio de la Campaña Agrícola 2024-2025 deben hacerse con mucho realismo y prudencia”.
Esta “prudencia” se suma a la que prima en el sector para liquidar los dólares de la exportación o vender sus cosechas, en el caso de los productores. De acuerdo con cifras publicadas por la cámara cerealera y aceitera (Ciara-CEC), la liquidación del complejo alcanzó a 1.501 millones de dólares en marzo. Este nivel de liquidación está 22 por ciento por encima de igual mes del año pasado, cuando la sequía desplomó las ventas, pero aún es poco más del 50 por ciento de lo liquidado en marzo de 2022 (2.984 millones de dólares) y de marzo 2021 (2.774 millones de dólares).
Esta situación se da en un contexto en el que buena parte del sector agropecuario está reclamando por una devaluación ante un supuesto atraso del tipo de cambio. Los datos sobre la existencia física de granos al primero de abril que informó Agricultura arrojan tenencias por 9,6 millones de toneladas en maíz, 4,2 millones en soja, 6,8 millones en trigo y 2,1 millones de girasol. Estos valores incluyen mercadería depositada en acopios, plantas industriales y elevadores terminales de granos. No se contabiliza en este relevamiento las existencias en poder de productores.