Factores internos y shocks externos explican las distintas disparadas de la inflación en los últimos años, pero no alcanzan a dar respuesta a las causas de que esa tendencia se sostenga en el tiempo luego de concluidos esos fenómenos y, por el contrario, se retroalimente. Los sectores donde existe posición dominante de grupos económicos locales o extranjeros exhiben incrementos de precios sostenidos muy por encima de las alzas generales. “Las ramas oligopólicas lideraron la aceleración de los precios tanto mayoristas como minoristas en el marco de la post pandemia y la guerra en Ucrania, y que el núcleo de esos incrementos corresponde a las ramas altamente concentradas con un claro predominio de grupos económicos locales o conglomerados extranjeros”, señalan los investigadores Pablo Manzanelli y Leandro Amoretti, del Área de Economía y Tecnología de la Flacso.
Esta conclusión no es menor para una economía como la argentina, donde 95 de las 165 ramas industriales existentes están altamente concentradas en un pocas empresas. Solo ocho locales productivos explican el 50 por ciento del valor de su producción de su respectiva rama. Los rubros industriales con predominio de grupos económicos las que lideraron la suba de precios fueron la industria del azúcar, aceites, cubiertas de caucho y minerales ferrosos en formas básicas.
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El estudio de los investigadores revela que la dinámica de los precios domésticos evidencia tres velocidades que no parecen responder solamente a los resultados de una inflación de costos impulsada por precios internacionales que impactan, primero, en forma homogénea en los precios a puerta de fábrica y, posteriormente, se trasladan en la misma proporción a los minoristas. “Por el contrario, el impacto fue heterogéneo en el interior de los precios mayoristas y hasta el tercer trimestre de 2022 no lograron trasladarse proporcionalmente a los precios minoristas”, señala los economistas.
La carrera de precios
En contextos de competencia imperfecta, cualquier shock de internacionales desata modificaciones en los precios relativos a favor de las ramas altamente concentradas, lo que tendió a acentuar el proceso inflacionario en un nivel superior en el marco de la puja distributiva intra-capital.
El documento sugiere que la explicación de la aceleración del ritmo inflacionario durante el gobierno de Alberto Fernández no se agota en los “impulsos iniciales” asociados al shock de precios internacionales, sino que debe considerarse la rigidez que tiene la economía argentina para, una vez agotados sus efectos, retornar a los niveles de inflación anteriores.
Esa rigidez a la baja del nivel de incremento de los precios no derivó en esta etapa del desempeño de los salarios sino, a modo de hipótesis, de las derivaciones de la competencia imperfecta –como define el padre del modelo ‘no monetario’ de inflación Julio Olivera—la cual se ve profundizada en el marco de la concentración económica basada en la centralización del capital. “La estrategia de conglomeración empresaria que se consolidó a partir de los años ochenta en la economía argentina y que sigue vigente en la actualidad”, detalla el documento de los investigadores de Flacso.
Se tiende así, según la hipótesis de trabajo de los autores, a producir un intenso proceso de pugnas distributivas por la apropiación del excedente en el seno del entramado empresarial que vuelven crónico un ritmo inflacionario superior al vigente en forma previa. En este contexto no puede evitarse analizar la influencia que tiene la compleja situación del sector externo. La escasez de divisas actúa –de manera directa e indirecta– intensificando la puja distributiva aludida anteriormente. Esta situación estructural se vio agravada por la crisis de la deuda que generó el gobierno de Cambiemos.
Los últimos años
En el caso del proceso inflacionario que se desató durante 2018 y 2019, las devaluaciones, que signaron el ocaso del proceso de valorización financiera que puso en marcha el gobierno de Mauricio Macri, constituyeron el principal impulso inicial de la aceleración en la variación general de precios en ese bienio. Ese salto fue coincidente con la contracción del salario real y el nivel de consumo y, por consiguiente, con la irrupción de la recesión económica.
Por el contrario, durante el gobierno actual el impulso de la escalada inflacionaria se asocia, en parte, a los efectos de la post pandemia y la guerra en Ucrania sobre los precios internacionales en el marco de la recuperación del nivel de actividad económica. Todo esto en un escenario de fuerte restricción externa.
La aceleración posterior a esos dos eventos responde a una serie de reacciones que provocan su permanencia en el tiempo en el marco de las inestabilidades del sector externo. Sin el efecto de los grupos concentrados la dinámica de precios se debería agotar junto con el fin de los shocks externos, cuya persistencia aduce a que su impacto inicial se manifiesta en una suba de los precios mayoristas que luego se traduce, lentamente, en un incremento de los precios minoristas. Esto sería consecuencia de un proceso ‘natural’ resultante de las características de una inflación de costos impulsada por precios internacionales.
“Los empresarios serían, aquí, tomadores del precio internacional (amplificado por el tipo de cambio) y la suba de sus márgenes unitarios tendría un efecto general ya que, en su visión, no incide la política de precios de ‘grupos monopólicos’ y tampoco distorsión alguna en los distintos mercados debido a que en su planteo subyace el funcionamiento de mecanismos de competencia”, señalan los autores.
Dueños de la inflación
Las ramas altamente concentradas en la industria manufacturera aumentaron los precios mayoristas por encima del promedio en 7,6 por ciento entre 2001 y 2010 por efecto de lo ocurrido, principalmente, entre 2001 y 2003. Entre 2007 y 2014 se constató que esa brecha fue superior en 2,5 por ciento. En el marco de la aceleración de los precios que tuvo lugar a partir del tercer trimestre de 2020, los precios mayoristas se expandieron por encima de los minoristas.
El primero tuvo una variación acumulada de 180,2 por ciento y el segundo de 169,8 por ciento entre los terceros trimestres de 2020 y 2022. Esa brecha se puso de manifiesto durante 2021 y tendió a desacelerarse en 2022. A tal punto que entre el tercer trimestre de 2020 y el mismo período de 2021 el aumento de los precios mayoristas fue 18,7 por ciento superior al de los minoristas (61,6 por ciento versus 51,9 por ciento, respectivamente) cuando en el período que llega al tercer trimestre de 2022 fue 6,1 por ciento superior.
“Esa divergencia en la trayectoria de los precios minoristas y mayoristas no solo estuvo impulsada por la política de las tarifas de los servicios públicos (que implicó un incremento superior de los precios de la energía en los mayoristas que en los minoristas) sino también por la evolución de los precios de las ramas oligopólicas industriales cuyo incremento fue superior al promedio de los precios mayoristas durante el período que coincide con el gobierno del Frente de Todos y, específicamente, a partir del tercer trimestre de 2020”, señalan los investigadores.
Entre las ramas industriales con mayor nivel de concentración, se destacan: 1) la industria aceitera donde convergen grupos locales como Aceitera General Deheza, Molinos Agro y Renova o conglomerados extranjeros como Louis Dreyfus y Bunge; 2) la industria del azúcar con el predominio del grupo Ledesma; 3) la industria de chocolate y golosinas donde tallan fuerte el grupo Arcor y el conglomerado Mondelez (ex Kraft Foods); 4) la industria del tabaco donde se radican los grupos Nobleza Piccardo y Massalin Particulares; 5) la industria de cubiertas de caucho con el grupo local Madanes (FATE) y el conglomerado Pirelli; 6) la industria siderúrgica (minerales ferrosos en formas básicas) con la presencia del Grupo Techint y Acindar, entre otros; 7) la del aluminio con la primacía de Aluar del mencionado grupo Madanes; y 8) la industria de equipos y aparatos de radio y televisión amparada por los regímenes promocionales de Tierra del Fuego (BGH, Newsan, Electronic System, Mirgor, entre otras).
Considerando el promedio ponderado de estas ocho ramas se advierte que el incremento de sus precios mayoristas (204,5 por ciento) fue superior al promedio de otras ramas altamente concentradas (197,8 por ciento) en 3,4 por ciento entre el tercer trimestre de 2020 y el mismo período de 2022. Esta brecha se amplía al 11,7 por ciento si se considera el tercer trimestre de 2022 en comparación con el cuarto trimestre de 2019.