Los precios internacionales de los commodities agrícolas se ubican en sus máximos en los últimos ocho años, mientras que las estimaciones para el 2021 año en el caso de la energía auguran un alza de un tercio respecto al 2020. Un informe del Banco Mundial anticipa que estas altas cotizaciones se mantendrán en el mediano plazo, lo cual puede ser una buena y una mala noticia para la Argentina. Los ingresos de divisas por mejores precios de los granos, principalmente de maíz y soja, fortalecerá la posición de reservas del Banco Central, mejorando su capacidad de fuego para estabilizar el dólar en niveles competitivos pero cumpliendo un rol de ancla frente a la inflación. También mejorará los ingresos tributarios del país.
Sin embargo, la posibilidad de que los precios internacionales se trasladen a los costos internos amenaza con nuevas tensiones inflacionarias, reduciendo el poder de compra de los salarios y jubilaciones y, consecuentemente, deteriorando el consumo. Si no se avanza en un programa económico que permita desacoplar los shocks externos de la economía local y desdolarizar las tarifas, el traslado a precios será inevitable. Fuentes oficiales sostienen que se está trabajando en medidas de fondo para estabilizar los precios, aunque la política anti-inflacionaria hoy se circunscribe a acuerdos parciales.
"El precio de la soja FOB Arg cotizó a 537 dólares (este martes 20 de abril), con un promedio de 518 dólares en lo que va de abril, cuando empieza a ingresar fuertemente la cosecha de la oleaginosa. Desde fines de 2020, el precio de la soja alcanza niveles que no se registraban desde el año 2014", señala el relevamiento del Grupo de Estudios de la Realidad Económica y Social (GERES). El precio de la oleaginosa a nivel global se ubica en un 80 por ciento por encima de un año atrás, tras superar los 560 dólares. Por su parte, el maíz, a 246 dólares la tonelada, evidencia sus máximos precios en ocho años. Sólo en lo que va de este año la soja aumentó un 14 por ciento y el maíz, un 29 por ciento. En el caso de la energía, el barril de petróleo acumula desde comienzo de año un aumento de 29,3 por ciento, al pasar de 51,80 a 67 dólares.
La tendencia en los productos agrícolas responde a la reducción en la estimaciones de oferta de granos en América del Sur en un contexto de sostenida demanda, principalmente desde China, y también a las condiciones climáticas adversas en América del Norte, que está produciendo retrasos en la siembra. A nivel general, incluyendo el petróleo, guarda relación con la debilidad del dólar respecto de otras monedas y activos. El Banco Mundial sostiene que los precios de commodities como el petróleo, los metales y los productos agrícolas se mantendrán cercanos a los niveles actuales a lo largo del 2021, gracias al repunte de la economía mundial y a las mejoras en las perspectivas de crecimiento. Los valores de los productos agrícolas se incrementarán este año casi un 14 por ciento, según la publicación semestral "Perspectivas de los mercados de productos básicos" de Banco Mundial que se difundió esta semana.
Viento de cola
Siendo la soja el principal producto exportable, la mejora en las cotizaciones de los granos serán un alivio para las finanzas del país. La mejora en el ingreso de divisas producto de las exportaciones de granos traería calma cambiaria, permitiendo equilibrar el mercado y evitar devaluaciones bruscas que impacten en los precios, lo que neutralizaría uno de los factores que atizan la inflación.
El complejo sojero liquidó en el primer trimestre la cifra récord de 5025 millones de dólares, potenciado por la suba de los precios internacionales del grano y la reprogramación de embarques de diciembre por medidas de fuerzas realizadas por trabajadores portuarios, de acuerdo con datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, ente concentrador del mercado granario. El informe señala que las exportaciones entre enero y marzo de 2021 crecieron 100,2 por ciento respecto al mismo período del año pasado y "tocaron su récord absoluto" en la historia. Del total de envíos, 3152 millones de dólares correspondieron a los despachos de harinas y pellets; 1551 millones a aceite; 271 millones a biodiesel y 52 millones a soja sin procesar.
Este ingreso genuino de reservas le permitió al Central mantener en lo que va del año una postura netamente compradora, la cual logró equilibrar el volumen total de ventas que debió realizar el año pasado en un contexto de fuertes especulación cambiaria. Actualmente el stock de reservas se ubica en niveles cercanos a los que el macrismo dejó en el Central en diciembre (43.785 millones de dólares). La gran diferencia con ese monto es que el gobierno anterior lo alcanzó luego de restaurar retenciones y cepo cambiario, acordar la más alta línea de financiamiento con el Fondo Monetario de su historia y con una ola de ventas de los sojeros a fin de año para anticiparse a una modificación de las retenciones de la mano de un cambio de Gobierno.
Pese al aporte de 44.500 millones de dólares del Fondo, las reservas se desplomaron en más de 25.000 millones de dólares entre las PASO y la salida del macrismo, casi el mismo monto que el organismo aporto con destino a las reservas. El 22 de junio de 2018, por el ingreso del Stand-by, las reservas pasaron de 48.478 millones de dólares a a 63.274 millones. Luego hubo aportes que fueron menos notorios.
"La suba del precio de las exportaciones mejora el total de ventas al exterior. Aunque al momento hay incertidumbre sobre la magnitud de la actual cosecha, si las lluvias siguieran siendo favorables, el incremento rondaría los 7000 millones de dólares (70 por ciento del complejo sojero y 30 por ciento del trigo y el maíz) comparado con el ingreso que hubiera habido de mantenerse los precios del primer semestre del año pasado", según un informe de Ecolatina. El Tesoro podría aprovechar la disponibilidad de divisas para cancelar pasivos con el Club de París, aunque fuentes oficiales sostienen que los países miembro no presionarán por el pago y habría intención de espera mientras se mantengan las negociaciones con el FMI.
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La ganancia externa también contribuye a una mejoría fiscal. Esta suba podría ubicarse por encima de los 180.000 millones de pesos (0,4 por ciento del PBI, un 31 por ciento de los ingresos por retenciones del 2020), comparando las ventas al precio futuro más representativo de cada cultivo con su valuación a precios del primer semestre de 2020. En este caso, casi 90 por ciento del incremento sería explicado por el complejo sojero, que tiene mayores alícuotas que los otros productos, según la consultora. El desafío en este sentido será que las ventas al exterior efectivamente se concreten. Las elecciones de medio término este año y su efecto en la brecha cambiaria podría incentivar la especulación de las corporaciones agropecuarias.
Viento de frente
El principal riesgo de la suba de precios internacionales de los commdities, principalmente de los agropecuarios, es su traslado a los precios de los alimentos merma al poder adquisitivo de los sectores más vulnerables. El rubro alimentos y bebidas no alcohólicas acumuló en los últimos doce meses hasta marzo un alza de 44,8 por ciento, 2,2 puntos porcentuales por encima del nivel general informado por el INDEC. La imposibilidad de desacoplar los precios internos de los alimentos de las cotizaciones internacionales elevó el costo en el bolsillo de los hogares. La canasta básica alimentaria se encareció en ese lapso un 48 por ciento.
Las perspectivas globales respecto de los alimentos es que continuarán en alza. El último informe de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) detalla que el índice de precios de los alimentos registró un promedio de 118,5 puntos en marzo de 2021, es decir, 2,4 puntos (un 2,1 por ciento) más que en febrero. El aumento representó la décima suba mensual consecutiva, que alcanzó su nivel más elevado desde junio de 2014. Esta suba obedeció a aumentos considerables en los subíndices de los aceites vegetales, la carne y los productos lácteos, mientras que los de los cereales y el azúcar disminuyeron.
En el caso de la energía, el impacto de la suba del petróleo en la Argentina implicó un alza del combustible en el surtido de 60 por ciento en 2019, un 32 por ciento en 2020 y en lo que va de 2021 ya aumentó un 27 por ciento, según datos de la consultora Focus Market. Las implicancias no son solo en el uso particular del vehículo y el costo del traslado sino en los efectos de segunda ronda sobre los costos de la distribución de bienes y sobre todos los alimentos, porque cada incremento impacta en los viajes necesarios que involucra cada eslabón de producción primaria, procesamiento industrial, distribución y llegada a góndola.
Desde las usinas neoliberales recetan utilizar los recursos adicionales provenientes de las mayores exportaciones de granos para compensar la suba de precios profundizando los programas sociales, como la tarjeta AlimentAR, el presupuesto de la AUH o congelar las tarifas. Básicamente, no intervenir en los mercados y suplir los efectos con gasto público. Se tratan de parches, similares a los acuerdos de precios por sectores, que no evitan el impacto inflacionario en la economía.
Con la llegada de Fernando Morra, como secretario de Política Económica, siendo un experto en temas de inflación en el país, se aguardaba por un programa global que permita desacoplar los precios internos de los vaivenes internacionales, avanzando en las estructuras impositivas de los complejos exportadores, intensificando los controles y desdolarizando las tarifas de los servicios.
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El 40 por ciento de la factura domiciliaria de gas responde a la compra del insumo, que quedó dolarizada por acuerdos pactados con las empresas durante el macrismo. En el caso de la boleta de luz, el mayor costo lo representa la generación de electricidad, con el 60 por ciento, cuyo precio también está pactado en dólares. En el surtidor, la nafta está compuesta en un 38 por ciento por el valor del petróleo. Cuando el tipo de cambio aumenta, el valor de estos precios se dispara. La estabilidad cambiaria podría ayudar en ese sentido, pero no es suficiente.