El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de Japón marcó un máximo inédito en los últimos 40 años, tras registrar una suba interanual de 3,6% interanual en octubre, según informó hoy el Ministerio de Asuntos Internos japonés.
El dato, que excluye los valores de los alimentos frescos, representa un récord desde 1982 en Japón, país que ha registrado índices bajos desde los años noventa y que, incluso con los datos de hoy, se mantiene a la cola del resto de las potencias.
De hecho, durante las ultimas dos décadas, el país asiático ha sufrido un fenómeno deflacionario que ha afectado negativamente su crecimiento.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Sin embargo, la tendencia se ha revertido con el incremento del costo internacional de los alimentos y de la energía, recursos de los cuales Japón es netamente importador.
El 3,6% registrado hoy superó el 3,5% pronosticado por los analistas y al 3% de septiembre, según indicaron las agencias de noticias Bloomberg, AFP y DPA.
Si bien el costo de la energía ha sido el principal impulsor de los precios, la misma se ha vista superada por los alimentos procesados.
Asimismo, los datos muestran que la inflación afecta cada vez a más sectores de la economía: si se excluyen alimentos frescos y energía, el índice núcleo fue del 2,5%.
El indicador coloca bajo las cuerdas al Banco de Japón (BoJ) ya que es el séptimo mes consecutivo donde la inflación excede su meta del 2% anual.
Tras conocerse el reporte, el gobernador del BoJ, Haruhiko Kuroda, reiteró que, pese a la suba de los precios, la entidad mantendrá sus tasas de interés ultra-bajas, aunque reconoció que los últimos avances fueron significativos y que la inflación podría acelerarse aún más antes de retrotraerse durante el año próximo.
Creo que el alza de precios caerá por debajo del 2% durante el próximo año fiscal, dijo Kuroda hoy frente al parlamento nipón.
El BoJ, al contrario de otros bancos centrales como la Reserva Federal estadounidense (FED), el Banco de Inglaterra (BoE) o el Banco Central Europeo (BCE), ha decidido ir en la corriente opuesta y evitar los aumentos de las tasas para bajar la inflación.
Si bien los economistas coinciden con el banco central en la idea de que la inflación bajará en 2023, algunos analistas creen que la entidad está subestimando las presiones de los precios.
Se le está complicando al BoJ seguir sosteniendo que la inflación es temporaria, afirmó la economista de mercado, Mari Iwashita.
Según Iwashita, si el yen permanece débil, más empresas tratarán de pasar los costos a los consumidores.
Es precisamente la política acomodativa del BoJ la que impactó de lleno en el yen, que se ha devaluado a mínimos de 32 años contra el dólar.
La debilidad de la moneda y el consecuente encarecimiento de las importaciones que afectó la balanza comercial- motivó a que la economía japonesa se contrajera 1,2% anual durante el tercer trimestre, según datos publicados esta semana.
Pero de acuerdo con el titular del BoJ, cuyo mandato finaliza en abril próximo, la inflación tiene como causas la propia devaluación y el alza de los costos de importación.
Desde su punto de vista, la mayor inflación permitirá que los salarios crezcan en lugar de mantenerse estancandos, abriendo un escenario más propicio al crecimiento para Japón a largo plazo.
No es deseable endurecer la política y aumentar las tasas ahora, porque esto retrasaría la recuperación económica y la habilidad de las firmas para aumentar salarios, afirmó Kuroda.
El mes pasado el primer ministro, Fumio Kishida, amplió el presupuesto en US$ 208 mil millones para financiar un paquete de estimulo para aliviar el efecto de la inflación.
Estas medidas, según los especialistas, van a permitir al menos temporalmente- bajar la inflación por debajo del 3%.
Con información de Télam