La inflación de la zona euro superó expectativas en octubre y alcanzó su nivel más alto de los últimos 13 años, añadiendo presión a la actual política monetaria del Banco Central Europeo, que durante el último año ha reiterado su visión de que el incremento de los precios al consumo será transitorio.
La inflación en los 19 países que comparten el euro subió al 4,1% en octubre, frente al 3,4% del mes anterior y por encima de la previsión de consenso del 3,7%.
La inflación se vio impulsada por el aumento de los precios de la energía, las subidas de impuestos y las crecientes presiones sobre los precios derivadas de los cuellos de botella en la oferta, que están limitando la producción industrial, especialmente en la fabricación de automóviles, según mostraron los datos de Eurostat el viernes.
La cifra es la más alta desde julio de 2008 e iguala el ritmo más rápido desde que se inició la serie de datos, conocida como índice de precios de consumo (IPC) armonizado, en 1997.
Sólo los precios de la energía subieron un 23% en comparación con el año anterior, siendo la mayor contribución a la inflación. Los servicios, que durante años han registrado un crecimiento anémico de los precios, registraron una inflación del 2,1%.
Con un 4,1%, el crecimiento de los precios al consumo es ahora más del doble del objetivo del BCE y es probable que se acelere aún más en los próximos meses, antes de que se produzca un lento retroceso el año que viene, cuando algunos factores técnicos puntuales queden eliminados de las cifras del año anterior, según prevén los analistas y los responsables del BCE.
Pero todos los indicadores sugieren que la inflación disminuirá más lentamente de lo que pensaban los responsables del BCE, lo que aumenta el riesgo de que los precios altos, aunque sean temporales, se arraiguen en los salarios y en las estructuras de precios de las empresas.
De hecho, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, adoptó el jueves un tono más cauteloso sobre la inflación, advirtiendo de que las interrupciones de la oferta durarán más de lo que se pensaba, manteniendo el crecimiento de los precios al consumo durante más tiempo y ejerciendo presión sobre los salarios.
La inflación subyacente, un punto clave para los responsables de política monetaria, ya que excluye los volátiles precios de los alimentos y la energía, también se aceleraron por encima del objetivo del BCE.
La inflación subyacente, que excluye los precios de los alimentos y el combustible, y otro indicador más restringido que también excluye el alcohol y los productos del tabaco, aumentaron al 2,1% desde el 1,9%.
Además de la preocupación por la inflación, una encuesta del BCE realizada el viernes indicaba que más del 30% de las empresas encuestadas por la entidad esperaban que las limitaciones de la oferta y el aumento de los costes de los insumos duren otro año o más, mientras que un porcentaje ligeramente inferior de los encuestados preveía que las dificultades duraren entre seis y doce meses más.
Las empresas también informaron de una "escasez de solicitantes" de empleo, ante tendencias de cambio de profesión, país o estilo de vida, lo que probablemente provocaría aumentos salariales.