Esta semana se conoció el índice de inflación para el mes de octubre que se ubicó en 6,3%, y alcanza en los últimos doce meses 88% de suba. ¿Cómo analizar este escenario?
En primer lugar, los rubros que explican los aumentos fueron Comunicación, con 12,1%, vinculado a las suba autorizada de hasta un 19,8% por parte del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom). En segundo orden, se observa el impacto del inicio de la segmentación de tarifas, en tanto el rubro Vivienda, Agua y Electricidad tuvo un incremento del 7,5%.
Luego, en la línea de aquellos rubros que vienen disputando la punta de los que más le ganan a la inflación en estos últimos meses, nuevamente aparecen Restaurantes y Hoteles que registró una suba mensual del 7,4%, con un incremento interanual del 105%; y Prendas de Vestir y Calzado que llegó a un interanual del 121,5%. La suba en los últimos meses fue de 10,6% en septiembre, 9,9% en agosto, 8,5% en julio, 5,8% en junio, 5,8% en mayo, 9,9% en abril y 10,9% en marzo.
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Sin dudas, el rubro continúa con un nivel significativo de incrementos aunque es posible analizar que, el acuerdo que desde mediados de septiembre se anunció con las principales marcas de indumentaria para la retracción de precios a principios de mes y el congelamiento hasta diciembre, podría haber impactado en la caída de 3,8 puntos de un mes a otro.
Por su parte, si se focaliza la mirada en Alimentos, el rubro muestra un incremento de 6,2%, en sintonía con la inflación mensual. Según Indec, los aumentos se encuentran particularmente influenciados por frutas y verduras, lácteos y bebidas.
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Dicho lo anterior, ¿cómo se explica entonces este incremento de precios? No es por el conflicto bélico, ni por la brecha, ni las tarifas, ni el dólar sino por una fuerte “inercia especulativa”.
Entre enero y junio de este año, los precios de alimentos relevados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) en pesos y el IPC de alimentos, se movieron a la par, llegando en junio al mismo valor, es decir, el efecto bélico se tradujo al ciento por ciento a precios. Sin embargo, en los últimos cuatro meses los precios internacionales redujeron su valor, 12,2% en dólares (+9,1% en pesos), por lo cual no explican los datos recientes.
Sin embargo, desde julio y a pesar de dicha retracción de los precios internacionales, se observaron subas significativas en productos de consumo masivo. Para ilustrar ello cabe mencionar que entre enero y octubre la inflación sumó 76,6% de incremento, si se compara con las variables que suelen presentarse como causales se observa que: el dólar oficial se incrementó 52,7% en igual período, el CCL lo hizo en 52,1%, las tarifas en 66,3%, las naftas en 52,9% y los salarios en 71%, aproximado.
En paralelo algunos ejemplos gráficos de incrementos en productos de consumo cotidiano este año: detergente 119%, azúcar 96,3%, Coca-Cola 88,9%, dulce de leche 82,3%, pan 186%, lavandina 182,9%.
Es decir, cuesta identificar las razones de incremento de precios por el lado de los costos: no es el conflicto bélico, ni es escenario cambiario, ni el TC, ni las tarifas, ni las naftas, ni los salarios. A pesar de la mejora en la situación macroeconómica, la dinámica de precios muestra una evidente “inercia especulativa”, cuyo objetivo es mejorar la alta rentabilidad existente, configurando un escenario preocupante en materia de recuperación del poder adquisitivo de los salarios.
Finalmente, la expectativa pasa por el resultado del programa Precios Justos, donde unos 2000 productos mantendrán fijos sus precios por cuatro meses, a lo que se agregan puntos interesantes como el tope de 4% de suba para el resto de los productos que ofrecen las 100 empresas que se sumaron al programa y la posibilidad de acceso de dólares para la producción para “premiar” el compromiso de las empresas. Todo ello en un contexto donde la volatilidad de precios vuelve necesario una mayor estrategia que, además, refuerce la capacidad de fiscalización y sanción estatal.