Esta semana se conocerá el dato oficial de inflación para el mes de diciembre. Como anticipó El Destape, las estimaciones privadas señalan una leve suba con respecto a noviembre (había sido de 4,9%) en tanto que desde el gobierno nacional calculan que no se alejará demasiado del mes anterior. Con un 2022 que cerraría igualmente por debajo de las tres cifras, las posibilidades de aplanar la curva en 2023 vuelven centrales algunas variables internas y externas como el programa Precios Justos, precios internacionales de alimentos, la inflación núcleo y los precios regulados.
El 2022 ya había comenzado con un régimen inflacionario con niveles al alza. Tras el periodo 2016-2019, el nivel de inflación se duplicó y llegó al 50%, ese piso se sostuvo en el 2021 y sólo cayó en 2020 por impacto directo de la pandemia. A inicios del año pasado se sumó la suba de precios internacionales por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que agravó la inercia heredada, más factores como una brecha cambiaria con fuertes tensiones y movimientos más acelerados del tipo de cambio en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
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Así, desde marzo, el promedio de suba mensual del IPC osciló en torno al 6% (con un máximo en julio de 7,4%) e impactó de lleno en los bolsillos de la población, con los alimentos encabezando principalmente esa tendencia. Recién en noviembre pasado el rubro logró una baja significativa y se ubicó en 3,5%. En esa línea, uno de los ejes centrales a resolver pasa por lograr controlar la inflación núcleo, en un contexto de corrección de precios regulados. Si se mira el devenir de este indicador se observa que en julio alcanzó el pico de 7,3%, y en los meses sucesivos bajó a 6,8% (agosto) y 5,5% (en septiembre y octubre) hasta ubicarse en noviembre en 4,8%.
Los pronósticos de la inflación
Para lograr sostener el proceso de desinflación será necesario que continúe bajando en los próximos meses. Las expectativas oficiales esperan un sendero que parte del 5% y llega cerca del 3% en abril próximo, mientras que el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del Banco Central arroja un 5,5% para la inflación núcleo de diciembre, y luego tres meses de subas de 6%, sin grandes cambios para abril (5,9%) y mayo (5,8%), llegando a mitad de año con 5,7% de suba.
La medición relevada de diciembre por el BCRA es 0,5 puntos inferior al valor pronosticado en la encuesta previa, y las estimaciones a diciembre 2023 también están 4,4 p.p. por debajo de la encuesta anterior.
Los alimentos en el mundo
Otra variable a seguir es la evolución de los precios internacionales de alimentos. Los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) indican que volvieron a los niveles previos a la guerra y se mantienen en retroceso.
Entre enero y junio de 2022, los precios globales de alimentos en pesos y el IPC de alimentos se movieron a la par, llegando a mitad de ese año al mismo valor, es decir, el efecto bélico se tradujo entonces al ciento por ciento a precios. Luego, en los últimos cinco meses, los precios internacionales retrocedieron y en noviembre la brecha con los locales se ubicó en 10%.
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A diciembre, el índice de precios de los alimentos globales confirmó la tendencia a la baja y se situó en un promedio de 132,4 puntos, lo que implica 2,6 puntos menos que en noviembre, con nueve meses de descenso consecutivo. Sin embargo, si se mira todo el 2022 los precios internacionales superan en 14,3% al 2021 y algunos rubros están cerca de máximos históricos.
Precios Justos
Considerando todo lo anterior, un factor decisivo para los objetivos del gobierno es la política de control de precios. En esa línea, aparece la implementación del programa Precios Justos que fija los precios de unos 1.900 productos de la canasta familiar mediante acuerdos voluntarios con las empresas, y establece topes de aumento para aquellos que no están incluidos en los acuerdos. Recientemente fue extendido hasta fin de año.
El inicio de su implementación se dio en un momento donde los incrementos de precios estaban lejos de encontrar justificación en el derrotero del dólar oficial, los paralelos, las tarifas, las naftas o los salarios, todos con subas por debajo de la inflación general. Es decir que la regulación de precios buscó responder a las sostenidas remarcaciones arbitrarias que se registraron, sobre todo, desde mitad de año en adelante en los productos de consumo masivo.
Su impacto se hizo evidente también en diciembre, ya que se mantuvo la desaceleración de precios en alimentos, con subas del 3,3% según la consultora LCG. En este punto, se sumaron también acuerdos para regular medicamentos, indumentaria (rubro que en noviembre tuvo una importante caída mensual), naftas e insumos difundidos, sector clave por su incidencia en los costos de producción de las empresas, y se incorporarían materiales para la construcción y artículos para el hogar.
Este programa, que busca establecer precios de referencia para lograr un descenso de la inflación, se vincula también con un problema central de la economía argentina como es la falta de divisas. Por eso, la zanahoria para las empresas que se adhieren al acuerdo es facilitarles el acceso a dólares para importación, buscando impacto en los niveles de producción y oferta.
Para reforzar su cumplimiento, la Secretaría de Comercio impulsó este mes una mayor fiscalización en los locales de venta. Sobre ello, relevamientos propios de este portal realizados en comercios de proximidad de tres grandes cadenas de supermercados muestran que el problema más importante se registra en la falta de stock de los productos.
¿Por qué es clave controlar la inflación?
Si bien la economía cerraría el 2022 con un crecimiento en torno al 5% y los datos de empleo siguen siendo favorables, ya que las últimas cifras del Ministerio de Trabajo indican que en octubre se generaron 17.171 puestos de trabajo registrados en el sector privado, el poder de compra de los ingresos se mantiene en niveles equivalentes de finales de 2019 y toda suba nominal por paritaria termina absorbida por el fuerte proceso inflacionario.
Al respecto, datos recientes de la remuneración promedio de los trabajadores en relación de dependencia (RIPTE) indican que en noviembre tuvo lugar “un repunte del 0,7%, aunque los últimos 12 meses registran una retracción del 4,8%”, según la consultora Sarandí.
Si se mira el conjunto de los salarios medido por Indec se observa que a octubre del 2022 crecieron 5,1% nominal, por debajo de la inflación del mes (6,3%). Un informe del CEPA advierte que se ubican en términos reales, 4% por debajo de octubre de 2021 y pierden 5% de poder de compra en relación a fines de 2019.
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Si bien los salarios del sector privado logran sostenerse sin caídas bruscas, los públicos caen 3% comparado con diciembre del 2019, y la situación se agrava para los no registrados que “vienen siendo los más afectados en los últimos años y hoy se encuentran 9,1% real por debajo de octubre 2021 y 16,8% por debajo de diciembre 2019”.
Para atrás en el tiempo, si se lo compara con diciembre de 2015, se observa que tuvo lugar “una enorme transferencia de ingresos desde la clase asalariada hacia el capital. Cada trabajador perdió, desde entonces, nada menos que $2.827.731”, detalló un informe del Mirador de Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE).
Números similares arrojó un estudio de la Universidad Nacional de Avellaneda que explica que “desde diciembre de 2015 los salarios privados perdieron 16% de poder adquisitivo, los públicos cerca de 23% y los informales alrededor de 37%".
La pelea contra la inflación es condición necesaria para recuperar el poder de compra de los ingresos, más aún en un escenario electoral donde las posibilidades de un resultado favorable para el oficialismo se vinculan estrechamente con la evolución de los precios.