No finalizará en el corto plazo. Quizás sea esa la única certeza que existe sobre la guerra entre Rusia y Ucrania. Lo que todavía no logra estimarse con exactitud, en parte por la extensión inesperada del conflicto bélico, es el impacto económico que tendrá en el mundo y, especialmente, en Europa. Los países del Viejo Continente son los que tendrían el impacto más directo de la guerra. "La guerra de Rusia en Ucrania cobra un precio cada vez mayor en las economías de Europa, el crecimiento está decayendo en todo el continente, mientras que la inflación muestra pocas señales de disminuir", destaca un informe del Fondo Monetario, que completa el documento de perspectivas económicas que presentaron hace unas semanas.
El organismo multilateral que conduce Kristalina Georgieva estimó distintos escenarios y sus posibles consecuencias económicas. "Nuestros escenarios muestran que un cierre total de los flujos de gas ruso restantes a Europa, combinado con un invierno frío, podría resultar en escasez, racionamiento y pérdidas del producto interno bruto de hasta el 3 por ciento en algunas economías centrales y orientales", señala el informe.
De acuerdo con el último informe de perspectivas del FMI, las economías avanzadas de Europa crecerán --en un escenario optimista-- solo un 0,6 por ciento el próximo año, mientras que las economías emergentes (excluyendo Turquía y los países en conflicto, Bielorrusia, Rusia y Ucrania) lo harán un 1,7 por ciento. Estas estimaciones fueron reducidas en 0,7 puntos porcentuales y 1,1 puntos porcentuales respectivamente respecto de las proyecciones de julio. Pero puede ser peor aún.
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Este invierno, más de la mitad de los países de la zona del euro experimentarán recesiones técnicas, con al menos dos trimestres consecutivos de contracción de la producción; entre estos países, la producción caerá, en promedio, alrededor de un 1,5 por ciento desde su punto máximo. Croacia, Polonia y Rumania también experimentarán recesiones técnicas, con una disminución promedio de la producción de más del 3 por ciento. El próximo año, la producción y los ingresos de Europa serán casi medio billón de euros más bajos en comparación con las previsiones anteriores a la guerra del FMI, una clara ilustración de las graves pérdidas económicas del continente a causa de la guerra.
"Aunque se prevé que la inflación disminuya el próximo año, se mantendrá significativamente por encima de los objetivos del banco central, en alrededor del 6 y el 12 por ciento, respectivamente, en las economías avanzadas y emergentes de Europa", señala Alfred Kammer director del Departamento de Europa del Fondo. En este cargo, supervisa desde agosto del 2020 el trabajo del FMI con Europa.
"Tanto el crecimiento como la inflación podrían ser peores que estos pronósticos que ya son aleccionadores. Los legisladores europeos respondieron rápidamente a la crisis energética y construyeron un almacenamiento de gas adecuado antes de la temporada de calefacción, pero más interrupciones en el suministro de energía podrían generar más problemas económicos. Nuestros escenarios muestran que un cierre total de los flujos de gas ruso restantes a Europa, combinado con un invierno frío, podría resultar en escasez, racionamiento y pérdidas del producto interno bruto de hasta el 3 por ciento en algunas economías centrales y orientales. Además de esto, también podría resultar en otro episodio de inflación en todo el continente", detalla Kammer.
Incluso sin nuevas interrupciones en el suministro de energía, la inflación podría permanecer alta por más tiempo. La mayor parte del aumento de la inflación hasta ahora se debe a los altos precios de las materias primas, principalmente la energía, pero también los alimentos, en particular en los países de los Balcanes Occidentales. Si bien estos precios pueden permanecer elevados durante algún tiempo, existe la esperanza de que dejen de aumentar y, por lo tanto, contribuyan a una disminución constante de la inflación a lo largo de 2023.
El informe de Perspectiva Económica Regional ya daba cuenta que la pandemia y la guerra de Rusia en Ucrania podrían haber alterado fundamentalmente el proceso de inflación, con el aumento de insumos y la escasez de mano de obra contribuyendo notablemente al reciente episodio de alta inflación. Esto sugiere que puede haber menos holgura económica y, en consecuencia, más presiones inflacionarias subyacentes de lo que comúnmente se piensa en toda Europa.
"Estos resultados resaltan un riesgo para nuestras previsiones y las de otros de que la inflación caerá de manera constante el próximo año. Otros comodines incluyen un desanclaje de las expectativas de inflación a mediano plazo, o una aceleración mucho más pronunciada de los salarios que desencadenaría un ciclo de retroalimentación adverso entre precios y salarios", señala el director para Europa del organismo multilateral de crédito.
"Los responsables políticos europeos se enfrentan a graves disyuntivas y decisiones políticas difíciles al abordar una mezcla tóxica de crecimiento débil y alta inflación que podría empeorar", agrega. Esas decisiones incluyen el margen de maniobra para endurecer las políticas macroeconómicas para reducir la inflación y, al mismo tiempo, ayudar a los hogares vulnerables y las empresas viables a hacer frente a la crisis energética. Las tasas de interés reales siguen siendo generalmente acomodaticias, se proyecta que los mercados laborales sean ampliamente resistentes (esto es, según el entendimiento del Fondo, mantener a la baja los salarios), los pronósticos de inflación están por encima del objetivo y la inflación aún corre el riesgo de aumentar aún más.
En las economías avanzadas, incluida la zona del euro, es probable que se necesite una política monetaria restrictiva en 2023, a menos que la actividad y el empleo se debiliten más de lo esperado, reduciendo sustancialmente las perspectivas de inflación a mediano plazo. "En general, se justifica una postura más estricta en la mayoría de las economías europeas emergentes, donde las expectativas de inflación no están tan bien ancladas, las presiones de la demanda son más fuertes y el crecimiento de los salarios nominales es alto, a menudo de dos dígitos", sostiene el directivo.
El análisis del FMI sugiere que si los trabajadores y las empresas comienzan a fijar los salarios en función de la inflación pasada en lugar de las metas del banco central, como sucedió en parte antes de la década de 1990, la inflación podría ser casi un 2 por ciento más alta al final de la década. el próximo año. "La política fiscal debe equilibrar los objetivos contrapuestos. Uno es la necesidad de reconstruir el espacio fiscal y ayudar a la política monetaria en su lucha contra la inflación. Esto exige que la consolidación fiscal avance en 2023 a un ritmo más rápido en países con menos espacio fiscal, mayor vulnerabilidad a condiciones financieras más restrictivas o posiciones cíclicas más sólidas. Esto incluye a la mayoría de las economías europeas emergentes", agregó Kammer.
"Pero la política fiscal también debe ayudar a mitigar el impacto brutal de los precios más altos de la energía en las personas y las empresas viables. Esto sugiere que el ritmo de consolidación puede tener que reducirse durante unos meses. Los precios más altos de la energía han aumentado el costo de vida de los hogares europeos en un 7 por ciento en promedio este año a pesar de las medidas generalizadas tomadas para aliviar esta carga", concluye.