Producto de la guerra desatada entre Rusia y Ucrania, el precio de las materias primas se disparó hasta alcanzar valores históricos en la cotización internacional, un efecto colateral que ya se siente en la mesa de los argentinos. Todos los productos que utilizan como insumos al trigo y el maíz, como panificados, cereales y pastas, lideraron los aumentos de precios de la últimas semanas.
En la comparación con febrero, el trigo subió un 30% mensual en marzo (440 dólares por tonelada, su máximo valor en nueve años), el maíz un 16% (332 dólares por tonelada) y la soja un 8% (superando los 700 dólares por tonelada, el mayor valor desde 2008). El impacto tan rápido se debe a que Rusia y Ucrania producen casi el 30% del total de las exportaciones mundiales de trigo, casi el 20% de maíz y más del 80% de aceite de girasol.
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Pero aún si los efectos de la guerra ya se sienten en el país, lo cierto es que la exposición comercial y financiera argentina a los países involucrados directamente en el conflicto es muy baja. Los datos del comercio exterior indican que el vínculo comercial con Rusia -sumando exportaciones e las importaciones en términos del PIB- es del 0,27% y con Ucrania del 0,01%.
Por qué aumentan los alimentos en el mercado interno
El principal canal de transmisión del conflicto pasa por la dinámica de los precios de las commodities. Por un lado, el ritmo ascendente en los precios de las materias primas agrícolas implicaría un efecto total favorable de unos 5.000 millones de dólares por exportaciones, según la consultora FIDE. Sin embargo, persisten dos problemas para el escenario local.
En primer lugar, los ingresos extra no serán suficientes para revertir el efecto adverso sobre el balance energético ya que se prevé un déficit de 6.000 millones de dólares (impulsado tanto por precios como por cantidades importadas). De esta manera, el balance comercial continuaría siendo superavitario en 2022, aunque con 1.000 millones de dólares menos para el acumulado del 2021. En segundo lugar, el costado más dañino de este contexto comercial es la brutal suba de los alimentos que utilizan como insumos al trigo y el maíz. Los costos internos se dispararon a raíz del alza internacional y alimenta el espiral inflacionario.
De acuerdo al último informe de la consultora LCG, el índice de alimentos y bebidas tuvo una inflación mensual de 4,8% promedio en las últimas cuatro semanas de febrero y 4,6% punta a punta en el mismo periodo. En la escala de aumentos, más atrás aparecen lácteos y huevos, con un alza de 4,8% seguido por aceites (+4,5%); carnes (+3,8%); comidas para llevar (+2,9%) y productos de panificación, cereales y pastas (2,4%).
Pero la escalada se acelera con la profundización de la guerra. Solo en los últimos siete días, la suba de precios de los alimentos promedió 1,6%. Este indicador se aceleró un punto porcentual respecto a la semana anterior y, en esta oportunidad, los segmentos de carnes y panificados "explicaron 2/3 de la suba semanal", según apuntó el informe.
Además, desde la ONG Consumidores Libres que lidera Héctor Polino informaron que, según el relevamiento efectuado por la entidad en supermercados y negocios barriales de la ciudad de Buenos Aires, el precio de los 21 productos de la llamada “canasta básica de alimentos” registró un aumento del 4,29% durante febrero, mientras que la suba acumulada en el año es del 9,54%. En un análisis específico, la entidad afirmó que el segmento “Almacén” aumentó 7,66%. La docena de huevos fue lo que más aumentó con una suba de 20%, seguida por el kilo de pan fresco que registró un alza de 16,67% intermensual.
Impacto sobre los productos básicos y faltantes
La Federación Argentina de la Industria del Pan aseguró que en la mayoría de las panaderías, el kilo de pan se vende entre $ 240 y $ 260, y en algunas se lo llegó a encontrar hasta en $ 320. La incertidumbre se apoderó del rubro alimenticio y afecta la comercialización de, por ejemplo, la harina 000 y los fideos secos.
Además del problema de abastecimiento de huevos y de la suba de precios por una cuestión estacional de falta de producción, las cadenas ya sufren faltantes en harinas, aceites y mayonesas
De momento, el cierre del registro de exportaciones para la harina y el aceite de soja podría derivar en una suba de retenciones de dos puntos para estos productos. Con la recaudación extra, el objetivo es subsidiar a los panaderos para evitar mayores escaladas.
Las dudas sobre cuándo cesará la guerra y, en consecuencia, de cuál será entonces el costo de reposición, genera que muchos empresarios especulen y se guarden el producto, o en su defecto lo entregan con precio a convenir.