Aunque las cuentas públicas se acercan al equilibrio, algunos economistas lanzan la alertas "tempranas" sobre una aceleración del gasto público y un supuesto desajuste presupuestario que impactará en la inflación en la segunda mitad del año. Sin importar el contexto extraordinario de crisis sanitaria global, a la que se suma la económica que se vive en la Argentina desde 2018, no se privan de recetar medidas de ajuste. Pero en el mundo el dogma de mantener el equilibrio fiscal y no incurrir en gastos fuera del presupuesto no es parte del recetario.
En los últimos meses el equipo económico amplió partidas presupuestarias destinadas a paliar los efectos de la menor circulación a la que obliga la pandemia y también para reactivar la economía. Sin embargo, ese gasto se está financiando con la reducción acelerada del déficit de la primera parte del año generado por los ingresos del aporte a las grandes fortunas y una recaudación mayor a la prevista por el comercio externo, junto a un menor pago de deuda por la reestructuración del año pasado. Aún así, el gasto promedio destinado aún en lo peor de la pandemia no alcanza al porcentaje promedio de la economía global.
Entre enero y julio de este año las cuentas públicas exhibieron un déficit primario del 0,7 por ciento, a pesar de una apuesta en términos reales (frente a la inflación) que elevó las partidas en casi un 50 por ciento. El rojo de este año representa una reducción del 82,5 por ciento respecto del 4 por ciento de déficit del año pasado. En 2020 se destinaron 4 puntos del La recaudación creció en ese lapso un 72,2 por ciento.
MÁS INFO
Este ahorro fue utilizado por el Ministerio de Economía para comenzar a aflojar la billetera y destinar mayor cantidad de recursos en programas y planes sociales, además de seguir subsidiando la energía para evitar un mayor deterioro en el poder adquisitivo de los salarios.
El no-ajuste mundial
De acuerdo con datos del Fondo Monetario, en el segundo trimestre del año, la respuesta de política fiscal a la pandemia se incrementó en 500.000 millones de dólares a nivel global, hasta llegar a 16 por ciento del PIB mundial. "La mayor parte de este nuevo apoyo se dio en los países avanzados, como la zona del euro, Reino Unido, Japón, Canadá y Australia, para lidiar con los rebrotes de principios de año, mientras que muchas economías en desarrollo buscaron recomponer su situación fiscal", señala el último Informe de Política Monetaria del Banco Central.
El año pasado la Argentina destinó cerca de 5 puntos del PIB para paliar el impacto de las restricciones a la circulación frente al arribo del COVID-19, todavía lejos de lo que pudieron destinar otros países que no tenían previamente un Estado completamente desfinanciado y endeudado. Un informe de la Universidad de Columbia refiere que los países que más aumentaron el gasto fueron Japón, con un 21 por ciento del PIB, seguido por Luxemburgo (20 por ciento) y Bélgica (19 por ciento).
Este año el gasto estará focalizado en la recuperación de la actividad post pandemia. "Para los próximos años, con el impulso del Plan de Empleo y del Plan de Familias en Estados Unidos y el avance del plan Nueva Generación en la Unión Europea, las diferencias de estímulo fiscal podrían mantenerse, lo que complicaría aún más las posibilidades de convergencia entre países avanzados y en desarrollo", explica la entidad que conduce Miguel Pesce.
Según un informe de los economistas Fernando García Díaz sobre la base de datos del FMI, publicado por CITRA-Conicet, solo cuatro países el año pasado tuvieron superávit fiscal. El relevamiento refleja que la proporción de países con déficit varía con el ciclo económico global, pero siempre es mayor al 50 por ciento. En los últimos años rondó el 80 por ciento. En 2020 prácticamente todos los Estados del planeta fueron deficitarios. Y la mitad del total lleva al menos 10 años con déficit. Si bien este año la mayoría de los países registrarían en el año déficits de sus cuentas públicas menores a los de 2020, los desequilibrios continuarán siendo elevados, siendo los mayores rojos presupuestarios los de países avanzados.
La información del Fondo revela que los países avanzados tendrán este año déficit fiscal promedio de 9,9 por ciento del PIB, mientras que las economías emergentes y las de menores ingresos terminarían con desequilibrios de 7,1 y 5,2 por ciento del PIB respectivamente. En el caso de la Argentina, las estimaciones privadas anticipan un sobrecumplimiento de la meta, pudiendo cerrar con un déficit primario más cercano al 2 por ciento.
MÁS INFO
El tema es financiarlo
"Esta dinámica fiscal, junto con la recuperación prevista para la actividad económica, llevaría a una moderación en la evolución de los ratios de deuda a PIB a nivel global durante este año, incluso con leves caídas en los países avanzados y en los de menores ingresos", señala el informe del BCRA. Para algunos países como la Argentina, la financiación de grandes déficits seguirá siendo un desafío, dado el acceso limitado al mercado y el escaso margen para recaudar impuestos en el corto plazo. Desde comienzos de año hubo leves subas de tasas de interés de largo plazo en países avanzados que generaron preocupación y salidas de capitales de países emergentes.
En el contexto de las medidas económicas multilaterales para enfrentar la crisis se destacó el avance de la nueva asignación de derechos especiales de giro (DEG) por 650.000 millones de dólares, de los cuales Argentina recibió el equivalente a unos 4350 millones. También en cuanto a recursos presupuestarios para los países, la OCDE convalidó implementar una tasa mínima global de impuesto a las ganancias para multinacionales y que las ganancias de las grandes empresas multinacionales pasen a ser gravadas en parte por los países donde venden productos y servicios, en lugar de solo aquellos que albergan su sede o propiedad intelectual.
Esta brutal emisión no fue gratis y la debilidad del dólar se hace sentir en los precios de las materias primas. Esta dinámica fue potenciada por la depreciación cambiaria en respuesta a la crisis. Los rubros que más aportaron al aumento de los precios fueron los vinculados al precio del petróleo, como transporte y viviendas (incluye aumentos de electricidad y gas)", detalla el Central. También los alimentos, por el alza en los precios internacionales de los commodities.
En la Argentina, según ratificó el Central, la política monetaria seguirá enfocada en absorber los "esfuerzos anticíclicos de manera de preservar los equilibrios monetario y financiero, asegurando las condiciones necesarias para que el proceso gradual de reducción de la tasa de inflación continúe". Esto no debería implicar en sí mismo un mayor ajuste del gasto ni una contracción monetaria que dispare las tasas de interés y el endeudamiento, dado el carácter multicausal de la inflación. "Estas políticas macroeconómicas se seguirán acompañando de otras más específicas impulsadas por el Gobierno Nacional, tanto en el ámbito de las políticas de ingresos como en la regulación de ciertos mercados con formación de precios no competitivas", concluye el Informe de Política Monetaria.