La sequía extrema que azota a Entre Ríos y otras zonas del país tendrá una fuerte repercusión en la producción. Al menos así lo anticipan los especialistas y quienes trabajan día a día en el campo, que además solicitan medidas urgentes para paliar una coyuntura extraordinaria. Mientras el gobierno provincial estudia alternativas, el ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa, anunció un dólar diferencial para los territorios afectados. En el marco de un fenómeno netamente natural -la ausencia de lluvias- las previsiones no son para nada optimistas, y podrían afectar un ingreso de divisas que resulta fundamental para sostener las reservas del Banco Central.
El pluviómetro de septiembre, octubre y lo que va de noviembre marca que en la zona de Paraná cayó un 60% menos de agua que en la media histórica. La escasez de precipitaciones, que ya lleva tres años, comienza a sentirse con cada vez más fuerza. Lo que parecía algo transitorio se convirtió en una crisis y los productores le rezan a los pronósticos que, de tanto en tanto, anticipan aunque sea un leve chaparrón. En ese sentido, desde el Instituto Nacional del Agua (INA) trazan un diagnóstico que no es para nada favorable: la sequía se mantendría, por lo menos, hasta bien entrado el primer trimestre de 2023.
Uno de los problemas derivados de la falta de agua parece -al menos por ahora- resuelto. La altura del río Paraná ha repuntado notablemente, como consecuencia de las intensas tormentas que se desataron en el norte del país, en la cuenca alta. A eso se le suman registros parecidos en la zona de Brasil, que colaboraron a que se abran compuertas y llegue un caudal importante al puerto de la capital. Si bien no está en su índice promedio, ha traído tranquilidad no ver los enormes bancos de arena o la manta que recubre el túnel subfluvial que une con Santa Fe sobresaliendo en la superficie. Además, garantiza que las tomas de los municipios podrán trabajar regularmente en el verano, momento de mayor consumo, permitiendo un suministro de un servicio esencial en todo sentido. El otro, los efectos en la producción, se agrava día a día.
El panorama no es para nada alentador, dado que un efecto natural tiene sus serias implicancias en un problema macroeconómico estructural de nuestro país: la ausencia de dólares. El ministro de Economía, Sergio Massa, con la lupa encima del Fondo Monetario Internacional (FMI), trabaja celosamente en la administración de un bien escaso que además carga con la pesada herencia de la megadeuda tomada por Mauricio Macri. Ya sin la necesidad imperante de importar energía por las bajas temperaturas, el Palacio de Hacienda transita un período de bajo nivel de ingresos en dólares, apostando a una entrada fuerte en marzo, cuando se cosecha la soja. Pero todo eso está en veremos, dado que la sequía pone en jaque la calidad de los granos, la cantidad que se pueda comercializar y su competitividad en los mercados del exterior.
Jorge Gvozdenovich es ingeniero agrónomo e investigador especialista en suelos y agua del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Paraná. En contacto con El Destape, resaltó: "La situación en general en la provincia es crítica, pero es más crítica en algunas zonas que en otras. El norte tiene un poco más de reserva, porque hubo lluvias de 10 a 20 milímetros, pero en otros lugares, como en Paraná, los últimos registros son de 1 y 2 milímetros. Es decir, muy poca agua".
El tipo de suelo de Entre Ríos es más arcilloso que el de otras zonas del país. Por ende, demanda más agua para ser productivo: "La medición es de la superficie que nosotros hacemos es de un metro para adentro. Hoy eso está seco, con cero agua. Y por eso el contexto es tan delicado. El maíz está seriamente afectado, ya de por sí el rinde va a tener un impacto. Pero además están comprometidos las siembras de soja, sorgo y trigo, junto a las pasturas, que son la base de la alimentación del ganado".
Para que la situación mejore debería llover la media histórica, no debería pasar nada extraordinario. Es decir, unos 160 milímetros ahora, unos 100 llegando a fin de año, unos 50 en enero. Y no todo de una vez, sino que en lluvias separadas. De esa forma se absorbe mejor. Hoy por hoy, los departamentos Diamante, Victoria, Gualeguay, Islas del Ibicuy y Gualeguaychú son los más afectados.
Dado este contexto, ¿existen formas artificiales de proveer de agua a los campos? Para Gvozdenovich no es imposible, pero sí poco habitual. "Entre Ríos tiene una gran producción de arroz, para la cual se usa riego e inundación. Ese tipo de maquinaria puede usarse en otro campo, pero no es rentable, porque históricamente de cada 10 años, sólo tres tienen déficit hídrico. En otras palabras, en toda una década, el productor usaría esa herramienta sólo en tres temporadas, con lo cual nunca lo amortizaría. Es una posibilidad, algunos campos lo tienen y de hecho nosotros lo usamos en el INTA. Pero es experimental, de ninguna manera un productor entrerriano lo tiene en cuenta, por lo general, como parte de su inversión".
La sequía se ha extendido mucho más de lo esperado. La última lluvia importante en la zona data de 2018: "Cayeron 300 milímetros. Eso tampoco fue beneficioso, porque al caer todo de repente, el suelo sólo absorbió el 50%. Por ende, lo ideal son varias lluvias, que acumulen el total de humedad necesaria para que la tierra recupere su productividad".
Desde las entidades rurales, por su lado, vienen solicitando que el Estado otorgue herramientas que ayuden a sobrepasar el momento. Desde la órbita nacional, ya hubo un guiño: el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció que zonas afectadas por heladas y sequía tendrían un dólar diferencial, a la par de un nuevo acceso al crédito. La letra chica de la medida, por el momento, se desconoce. Se presume que, en parte, fue responsable de su impulso el actual secretario de Agricultura de la Nación, el entrerriano Juan José Bahillo. El oriundo de Gualeguaychú ascendió al cargo, como lo explicó oportunamente El Destape, dejando en Entre Ríos el Ministerio de Producción. Por ende, conoce de primera mano lo crítico del contexto.
En la provincia, en tanto, no se han anunciado decisiones. La seccional provincial de la Federación Agraria Argentina (FAA) emitió un documento con una serie de puntos que, a su juicio, son necesarios para paliar el delicado momento que atraviesan los productores. A la par, aseguraron que la tradicional emergencia en el sector no es suficiente.
"Entre Ríos estuvo en emergencia desde el 25 de enero, cuando tuvimos una mezcla de falta de lluvias con ola de calor, que afectó severamente a todos los cultivos en todo el territorio, dejando sólo afuera al arroz y la soja. Esa emergencia duró hasta julio de 2022. Lo que nosotros planteamos es que la actual ley de emergencia no es una herramienta que de respuestas satisfactorias a las graves dificultades que se dan en el sector a partir de estas crisis recurrentes", apuntó Alfredo Bel. En contacto con medios entrerrianos, el dirigente agregó: "Es preciso un seguro multiriesgo, que tenga en cuenta la integralidad de los problemas del sector, o fondos anticíclicos que permitan dar respuestas más rápidas a los productores".
Fuentes provinciales confirmaron a El Destape que aún se analiza, producción por producción, la situación en Entre Ríos. Al regreso del gobernador Gustavo Bordet -se encuentra en Singapur, encabezando una misión comercial- podría haber novedades. Por ahora, reina el hermetismo.