El marco
La economía real envía señales de recuperación. Cuando se compara el cierre del primer trimestre de este año con el primer trimestre del 2020, que fue el único sin virus con el que se gobernó hasta ahora, vemos lo siguiente:
El PIB experimentó un crecimiento interanual del 2,5%, el mayor registro positivo trimestral en los últimos tres años.
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La tasa de desempleo frenó la curva ascendente que presentaba desde el 2016 y presentó una leve baja interanual del 10,4% al 10,2%.
Al evaluar el año de pandemia en los datos duros de la economía real, PIB y desempleo, pareciera que las políticas del Gobierno, aún atenazadas por el virus y con un Estado endeudado, comenzaron a incidir favorablemente en el despegue de la actividad.
La luz
Si se desagrega el número del crecimiento del primer trimestre del 2,5%, se observa, no sin sorpresa, que el “conductor” del crecimiento de la demanda agregada fue la Inversión. Este componente de la demanda agregada presenta una variación interanual positiva del 38,4%, acompañada de una mejora en las Exportaciones del 1,2%, con estancamiento en el Consumo Privado del -0,7% y en el Consumo Público del -0,5%.
Que la Formación Bruta de Capital Fijo haya sido decisiva en la variación positiva de la tasa de crecimiento de la demanda agregada total es una señal muy favorable de la expectativa del empresariado acerca el horizonte futuro de la Argentina.
Relevando otros indicadores del comportamiento de la inversión, se advierte que los mismos corroboran el efecto positivo.
La variación interanual (1er.Trim.2020/1er.Trim.2021) de las importaciones de Bienes de Capital fue del 41,6%, de u$s 1.630 millones a u$s 2.308 millones. La industria (32,8%) y la construcción (97,6%) expresan repunten significativos.
Estos números confirman que la dinámica de los agentes económicos tiende a fluir por carriles diferenciados de los reclamos de la cúpula empresarial, en nítido conflicto con el Gobierno, cuyas aristas fueron comentadas en una columna anterior.
La actividad del sector privado descansa en los planes de negocios de las 120.000 empresas medianas que actúan en el mercado argentino. Habría que estudiar una acción positiva del Estado sobre esta franja empresarial y a la vez construir un liderazgo sólido que los constituya en un actor importante de las definiciones de políticas públicas.
Este planteo parece insertarse en la corriente mundial de nacionalismo económico que tiende a desarticular las cadenas globales de valor o redes mundiales de empresas, para retomar la producción nacional integrada como respuesta a los golpes sufridos por el modelo de globalización en la crisis del 2008 y ahora con la propagación del virus. Es un sendero en desarrollo.
La sombra
A pesar de la variación interanual positiva del 2,5% del PIB, la reducción de la tasa de desempleo fue magra, apenas del 0,2%, beneficiando a 198.000 argentinos y argentinas que pudieron abandonar esa condición a lo largo de un año. Pero persisten 2.204.000 millones de compatriotas desempleados y desempleadas.
La relación de cuánto disminuye el desempleo ante un crecimiento del PIB (elasticidad empleo/PIB) ha sido baja. Cada punto de crecimiento del PIB reduce sólo un 3,3% el número de desocupados.
Se trata sin duda de una mirada de estrecha coyuntura en dónde el número lo explica el hecho que el “conductor” del crecimiento fue la Inversión, que representó al cierre del 1Trim2021 el 15,8% del PIB respecto del Consumo Privado, que es el 56,2%, y el Consumo Público, que alcanza al 11,0%.
Sin duda, una expansión basada en el consumo privado y público no sólo representará una tasa de crecimiento bruta más elevada, sino que mejorará la relación empleo/PIB bajando la desocupación en forma más acelerada.
Es muy positivo apreciar la expectativa favorable en un conjunto relevante del empresariado, pero no debe minimizarse el efecto positivo de los estímulos a la demanda y la política de ingresos sobre el apalancamiento del crecimiento económico.