Las mujeres se enfrentan a mayores dificultades al momento de insertarse en el mercado laboral en comparación con los varones debido a que destinan más cantidad de su tiempo a realizar trabajos no remunerados y, en relación, trabajan menos horas afuera del hogar, sumado a condiciones laborales y salariales más precarias e informales. Esta problemática que no es nueva y a nivel nacional viene siendo planteada desde la economía feminista con persistencia, tiene ahora reconocimiento internacional a partir de que la estadounidense Claudia Goldin recibió el Premio Nobel de Economía 2023 por su investigación científica sobre las brechas de género en el mundo laboral.
Mientras tanto en nuestro país, en el marco de las elecciones 2023, el candidato presidencial de la Libertad Avanza, Javier Milei, desconoció las desigualdades de género y rechazó que existan diferencias salariales que perjudiquen a las mujeres, las que terminan sobrerrepresentadas en en sectores de la población de menores ingresos. Sin embargo existen datos concretos que así lo demuestran: en el mundo las mujeres cobran un 20% menos que los hombres en tanto que persiste una brecha de 30 puntos en la participación económica que hace que, al menos, 2 millones de mujeres tengan menos derechos laborales que los varones.
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A nivel local, cifras oficiales dan cuenta de que la participación de las mujeres en el trabajo remunerado se encuentra aún 19 puntos por debajo en relación a los varones, en tanto que ellas ganan, en promedio, un 27% menos. Se agrega el impacto del pluriempleo que llega al 11,7% en las mujeres, lo que representa 5,5 puntos más que en el caso de los trabajadores.
La brecha que Milei no quiere ver
La existencia de desigualdades entre los géneros al momento de acceder al mercado de trabajo representa una problemática estructural que requiere, de mínima, ser reconocida para luego planificar posibles políticas que contribuyan a su reducción en el tiempo. “Si las mujeres ganaran menos que los hombres, las empresas estarían llenas de empleadas, pero como no es así, se puede ver que en cualquier empresa hay mitad varones y mitad mujeres”, señaló el libertario Milei en el primer debate presidencial en Santiago del Estero al ser consultado por declaraciones en las que ya había negado la brecha salarial, sumado a sus propuestas para eliminar el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, y plebiscitar leyes del Congreso como la interrupción voluntaria del embarazo.
Sin embargo, las estadísticas -a las que en este caso el candidato parece preferir no recurrir- tanto a nivel mundial como local contradicen sus dichos. Y ahora, además, la propia Real Academia de las Ciencias Sueca que otorga el Premio Nobel de Economía decidió reconocer el trabajo de la economista estadounidense Claudia Goldin, profesora en la Universidad de Harvard y quien fuera presidenta de la Asociación estadounidense de economía, por su recorrido para entender científicamente la brecha de ingresos en el trabajo. Según señaló la Real Academia, Goldin “proporcionó el primer relato completo de los ingresos de las mujeres y su participación en el mercado laboral a lo largo de los siglos. Su investigación revela las causas del cambio y las principales fuentes de la brecha de género restante”.
Entre los argumentos que fundamentan la premiación a la tercera mujer en la historia en ser reconocida con un Nobel de Economía, se destacó también haber mostrado que “las mujeres están muy subrepresentadas en el mercado laboral mundial y, cuando trabajan, ganan menos que los hombres. Goldin revisó los archivos y recopiló más de 200 años de datos, lo que le permitió demostrar cómo y por qué han cambiado las diferencias de género en los ingresos y las tasas de empleo”. Al entender de la Academia “ha demostrado que la mayor parte de esta diferencia de ingresos se produce ahora entre hombres y mujeres en la misma ocupación, y que surge en gran medida con el nacimiento del primer hijo, cuando la tendencia cambia, los ingresos caen inmediatamente y no aumentan al mismo ritmo para las mujeres que para los hombres, aunque tengan la misma educación y profesión” y resaltaron que “gracias a la innovadora investigación de Goldin, ahora sabemos mucho más sobre los factores subyacentes y qué barreras pueden necesitar ser abordadas en el futuro”.
La brecha salarial hace referencia al conjunto de la masa salarial que perciben los varones sobre el conjunto de la masa salarial que perciben las mujeres y se estima dividiendo entre la diferencia del ingreso promedio de varones y mujeres y el ingreso promedio de los varones.
¿Es un invento argentino? Al contrario, este año el Banco Mundial difundió un informe donde subrayó que todavía persiste una brecha de 30 puntos en la participación económica que tienen las mujeres en relación a los varones y alertó que, de continuar tal situación, “en muchos países una mujer que ingresa a la fuerza laboral hoy se retirará antes de obtener los mismos derechos que los hombres”. Así unas 2.400 millones de mujeres en edad de trabajar todavía no tienen los mismos derechos laborales que los hombres, en más de 90 economías aún no existe igualdad salarial por un mismo trabajo y en algunas incluso se observan retrocesos sobre derechos ya adquiridos. Desde la óptica del organismo internacional, la persistencia de dichas desigualdades “constituye un obstáculo potencial para el crecimiento económico en un período crucial para la economía a nivel mundial”. Se estimó en ese sentido que “la reducción de la brecha de género en el empleo podría incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita a largo plazo en un promedio de casi 20% en todos los países, con ganancias económicas globales de entre USD 5 a 6 billones”.
En relación, datos de Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalaron que “en todas las regiones, a las mujeres se les paga menos que a los hombres, con una brecha salarial de género estimada alrededor del 20% a nivel mundial”. En relación, se señaló que “la incorporación de una perspectiva de género es fundamental en la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, que refiere al consenso multilateral entre gobiernos y actores de la sociedad a favor del empleo con derechos y el desarrollo en diferentes aspectos sociales, que el candidato Milei aseguró a su vez que abandonaría en el caso de ser presidente.
Por su parte, en nuestro país, de acuerdo con información oficial en 2022 la brecha salarial alcanzó el 27,7% y las mujeres ocupadas debieron trabajar 8 días y 10 horas más que los varones ocupados para ganar lo mismo en un mes, en tanto que los datos difundidos por el Indec para el segundo trimestre del 2023 muestran que la brecha fue del 26,6%: el ingreso medio de varones fue de $161.252 y el de las mujeres se ubicó por debajo, en $116.584.
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Según el informe Igualar: La participación de las mujeres en el trabajo, el ingreso y la producción del Observatorio de las Violencias y Desigualdades por Razones de Género la tasa de actividad de las mujeres se ubicó en 51,5% al inicio de este año, lo que da cuenta de que “desde mediados del año 2021, ha permanecido en valores superiores al 50%”, aunque aún persiste una brecha con los varones de 18,3 puntos. En igual sentido, las mujeres registraron una tasa de desocupación del 6,9% (con una brecha de 1,2 puntos) y un nivel de informalidad laboral del 39%, lo que equivale a 4 puntos más que los varones, lo que implica que “las mujeres están más expuestas a trabajos precarios, sin acceso a la seguridad social (aportes jubilatorios, obra social, entre otros) ni al resto de los derechos laborales”.
En el mismo sentido se agregó que “las mujeres enfrentan mayores obstáculos para acceder a puestos de dirección y de toma de decisiones” ya que “solo el 5,4% de las ocupadas están en cargos de jefatura mientras que en el caso de los varones dicho indicador alcanza el 8,5%”. En contrapartida, el 93% de las titulares de Asignación Universal por Hijo (AUH) son mujeres, en tanto que 9 de cada 10 mujeres requiere de una moratoria para alcanzar los aportes necesarios para jubilarse en nuestro país, y también están sobrerrepresentadas en el trabajo por cuenta propia y son el 58% de las trabajadoras de la economía popular.
Mujeres y sectores de la actividad
En el mercado de trabajo las mujeres continúan siendo relegadas a las actividades con menor remuneración. Por ejemplo, el salario promedio en los servicios de atención a personas mayores, donde las mujeres alcanzan el 88%, es nueve veces menor que el del sector hidrocarburífero, en el que la participación de las mujeres es de apenas 22%, de acuerdo a datos oficiales. Asimismo, según la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, el sector de trabajadoras de casas particulares está conformado casi íntegramente por mujeres (97%), concentra un 15% del total del empleo femenino, sin embargo tiene una tasa de informalidad del 76%. A diferencia, en sectores mejores pagos como los Servicios Financieros las mujeres son el 41,1% frente al 58,9% de varones, en Transporte y logística ellas son apenas el 10,9% y en Automotriz el 9,2%.
Pese a que Milei sostiene que “en cualquier empresa hay mitad varones y mitad mujeres”, relevamientos de la Unión Industrial Argentina (UIA) dan cuenta de que las mujeres representan solamente un 19% del empleo registrado en la industria del país y además existe una marcada heterogeneidad en cuanto a los sectores industriales donde se da esa participación. Al interior de la industria un 57,5% de las mujeres se encuentra en la actividad de Confecciones, seguido por un 30,8% en Radio y TV y un 26,4% en textiles, entre los tres de mayor porcentaje. En otro extremo las mujeres son solo el 9,8% de la rama Automotores y en Minerales y en Metales, apenas llegan al 6% de participación, lo que da cuenta de una mayor feminización de ciertas actividades mientras que en otras es minoritaria y casi inexistente su presencia.
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Un estudio reciente del centro de investigaciones Fundar que analizó las brechas sectoriales en la industria minera junto con propuestas de política pública indicó que “hoy existen más de 160 proyectos mineros en cartera, 22 en producción y 18 en etapas avanzadas. El sector minero metalífero y de litio es un importante generador de divisas, con la menor tasa de empleo no registrado de la economía y los salarios más altos (junto a petróleo y gas)”. No obstante “la participación de las mujeres trabajadoras es reducida, compone el 12,6% de los puestos de trabajo. La masculinización de la industria minera es un problema global. Argentina supera a Perú (7%), se acerca al de Colombia (13%), pero dista de la situación en Chile (17%) y otras geografías mineras como Sudáfrica (17%), Australia (18%), Canadá (19%) o Suecia (25%)”.
Además el documento destacó que existen “patrones de segregación horizontal de género (paredes de cristal) ya que las mujeres se concentran en puestos de calificación media (67%) y la mitad de las trabajadoras (49%) son administrativas”, en tanto que en esta actividad “la brecha salarial se ubicó en torno al 10% ya que las mujeres suelen insertarse en dichos puestos de oficina, por lo que es menor la brecha salarial, pero si tuviesen la misma distribución entre ocupaciones, la brecha aumentaría al 22%”.
¿Quién le hace la cena a Milei?
Una de las principales causas para explicar las brechas estructurales de género en el mercado laboral es la desigual distribución del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, mayormente realizado por las mujeres. Al hablar de trabajo doméstico no remunerado se incluye a tareas como planchar, cocinar, hacer las compras, hacer trámites y pagar servicios, lavar, limpiar, ordenar, en tanto que las tareas de cuidado incluyen también el cuidado de infancias, personas adultas mayores, personas con discapacidad, es decir, todo aquello que permite sostener el día a día.
“Según nuestros cálculos, las mujeres argentinas le dedican más de 96 millones de horas diarias a estas tareas, sin ningún tipo de remuneración pero con un gran costo en términos de tiempo”, explicaron desde la Dirección de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía Nacional. Según los datos disponibles, 9 de cada 10 mujeres realiza estas tareas y esta jornada de trabajo se extiende, en promedio, 6:31 horas al día -y crece a 9hs en hogares con niños-, muy superior a las 3:40 horas que dedican, en promedio, los varones. Sobresale también el rol de las mujeres en espacios comunitarios que, de acuerdo a datos de la organización La Garganta Poderosa, entregan cada día más de 40.000 raciones de comida, dedican entre 6 a 8 horas diarias de trabajo, unas 144 horas mensuales, acumulan una antigüedad de 6 años en promedio, y llegan a alimentar a unas 10 millones de personas, pero sin acceder a derechos laborales.
A escala mundial las mujeres dedican en promedio 3,2 veces más tiempo que los hombres a la prestación de cuidados no remunerados, lo que representa unas 4 horas y 25 minutos al día frente a 1 hora y 23 minutos en el caso de los hombres, de acuerdo a la OIT. Así, en un año las mujeres dedican en total 201 días de trabajo (sobre una base de ocho horas diarias) en comparación con 63 días de trabajo para los hombres. Se trata entonces de tareas que requieren tiempo y esfuerzo pero no tienen ninguna retribución monetaria aunque representan un gran aporte a la economía.
“Cuando Adam Smith - ´padre de la economía clásica’- se sentaba a cenar pensaba que si tenía la comida en la mesa no era porque les cayera bien al carnicero y al panadero, sino porque estos perseguían sus propios intereses por medio del comercio. Era, por tanto, el interés propio el que le servía la cena. Sin embargo, ¿era así realmente? ¿Quién le preparaba, a la hora de la verdad, ese filete a Adam Smith?”, se preguntó la escritora sueca Katrine Marcal, en el inicio de su libro ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? Y agregó “Smith cenaba cada noche gracias a que su madre le preparaba la cena, y no lo hacía por egoísmo, sino por amor. Hoy, la economía se centra en el interés propio y excluye cualquier otra motivación. Ignora el trabajo no pagado de criar, cuidar, limpiar y cocinar”.
Proponía así mirar la economía a partir de reconocer un trabajo históricamente invisibilizado e ignorado.