Desde el arco opositor se viene machacando incansablemente sobre los efectos de la supuesta emisión descontrolada de pesos sobre el nivel de precios de la economía. Las declaraciones sobre el tema se fueron incluso intensificando en las últimas semanas, en este caso para justificar una corrida cambiaria fogoneada por el propio establishment para forzar una devaluación después de las elecciones 2023 PASO. De acuerdo con el último informe monetario del Banco Central, en términos reales y ajustados por estacionalidad, los medios de pago (transaccional) registraron en julio una contracción de 4,5 por ciento, y de esta manera acumularon una caída del orden del 14,5 por ciento en el año.
Los ejemplos que desmienten los argumentos sobre una relación directa -e incuestionable- entre emisión y precios de la economía (incluyendo el valor del dólar) son variados. El más cercano es el programa de emisión cero que llevó a cabo el macrismo en los últimos años por imposición del Fondo Monetario, momento en que se aceleró la inflación para dejarla con un piso de 50 por ciento, mientras que tras las PASO el gobierno de Cambiemos permitió un salto devaluatorio “disciplinador”, dejando de intervenir en el mercado cambiario durante 72 horas.
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De todos modos, volvieron con la cantinela en los últimos días. “Vamos a terminar con el déficit fiscal, con la maquinita de la emisión de dinero que genera inflación, vamos a dictar una ley que asegure la independencia del Banco Central, imponer estabilidad en el tipo de cambio con dólares genuinos”, señaló este martes el jefe de Gobierno porteño y precandidato presidencial Horacio Rodríguez Larreta (Juntos por el Cambio) en un acto con gobernadores electos de su espacio político.
El lunes, en una entrevista con LN+, el ministro de Economía y precandidato presidencial Sergio Massa (Unión por la Patria), desmintió que la emisión actual se ubique actualmente en un nivel récord.
Los pesos que no queman
El informe del BCRA ratificó que se mantiene la caída –descontando la inflación—del circulante en poder del público. El circulante (medios de pagos) son los que explicarían una mayor presión en precios y dólar, porque “los pesos queman”, de acuerdo con el argumento esgrimido por el espacio opositor.
La baja que se registró en la emisión obedeció “tanto al comportamiento del circulante en poder del público como de los depósitos a la vista no remunerados”, señala el informe en referencia a los plazos fijos. Estos últimos explicaron la mayor parte de la caída. En la comparación interanual, y a precios constantes, el dinero de privados con fines transaccionales se ubica 20,7 por ciento por debajo del nivel registrado en julio de 2022.
“Los medios de pago en términos del Producto se habrían situado en 7,2 por ciento, lo que implicaría una disminución (0,4 puntos porcentuales) respecto al mes previo y marcando nuevos mínimos de los últimos 20 años”, señala el informe monetario del Central. En particular, el circulante en poder del público alcanzó un nuevo mínimo histórico en términos del PIB, mientras que los depósitos a la vista continúan ubicándose ligeramente por encima de los valores mínimos alcanzados a fines de 2019.
Como consecuencia, según el BCRA, la base monetaria se ubicó en promedio en 6,1 billones de pesos en julio, lo que implicó una expansión mensual de 9,4 por ciento (con un aumento de 525.073 millones de pesos) a precios corrientes. “Cabe señalar que en julio influye la estacionalidad positiva del circulante en poder del público debido a las vacaciones de invierno”, señala la autoridad monetaria en su informe, en referencia a la mayor demanda endógena de dinero.
Ajustada por estacionalidad y a precios constantes exhibe una disminución de 1,1 por ciento, acumulando en los últimos doce meses una caída del 31,5 por ciento. Como ratio del PIB, la Base Monetaria se situó a julio en 3,7 por ciento, cifra 0,1 puntos por debajo del valor registrado el mes previo y en torno a los mínimos valores desde la salida de la convertibilidad.
Los principales factores de expansión de la base monetaria fueron las operaciones del sector público (transferencias al Tesoro Nacional mediante Adelantos Transitorios y Utilidades, cuyo efecto expansivo resultó parcialmente compensado por la venta de dólares al Tesoro para realizar pagos al exterior) y las operaciones con títulos públicos en el mercado secundario, con el objetivo de acotar una excesiva volatilidad financiera.
Por otra parte, los pasivos remunerados del BCRA resultaron en una expansión de la liquidez, debido a que las suscripciones fueron inferiores al pago de intereses. Estos factores fueron parcialmente compensados por el efecto contractivo de la venta neta de divisas al sector privado. También destaca una recuperación a fin de mes por el efecto del crecimiento de los depósitos con ajuste en función del tipo de cambio tras las modificaciones en el Programa de Incentivo Exportador (dólar-agro).
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El BCRA decidió mantener sin cambios sus tasas de interés de referencia en julio considerando su nivel actual en términos reales y la desaceleración de la tasa de inflación por segundo mes consecutivo. La tasa de interés mínima garantizada para las colocaciones de personas humanas se mantuvo en 97 por ciento nominal anual (154,3 por ciento en términos reales), mientras que para el resto del sistema financiero la tasa de interés mínima garantizada se mantuvo en el 90 por ciento nominal (138,3 por ciento real).
Corridas sin una meta concreta
Otro argumento que se utiliza para justificar la demanda especulativa de dólares es una supuesta situación delicada del sistema financiero. No obstante, los depósitos en dólares en julio registraron una expansión neta de 71 millones en julio y finalizaron el mes con un saldo de 15.498 millones de dólares.
Por su parte, el saldo de los préstamos el sector privado disminuyó 105 millones de dólares y finalizó el mes en 3759 millones. Esto refleja el bajo nivel de apalancamiento (préstamos sobre depósitos en moneda extranjera) de los bancos en dólares, lo que contradice las alertas sobre que la corrida cambiaria se transforme en una bancaria.
Los depósitos a plazo fijo en pesos del sector privado habrían experimentado en julio una contracción de 0,8 por ciento a precios constantes. A pesar de dicha disminución, estas colocaciones se mantuvieron en torno a los niveles máximos de las últimas décadas. En igual sentido, como porcentaje del PIB se habrían ubicado en 7,5 por ciento en julio (0,2 puntos menos que en junio), valor similar al máximo alcanzado en la pandemia de COVID-19.
Por estrato de monto, el segmento mayorista (más de 20 millones de pesos) fue el que concentró casi toda la caída del mes, que se explicó por el cambio de composición de cartera de los Fondos Comunes de Inversión. Los depósitos de menos de 1 millón de pesos a precios constantes también presentaron una contracción mensual, aunque de una magnitud acotada.
En julio, la liquidez bancaria amplia en moneda local mostró un nuevo incremento de 1,1 puntos con respecto a junio, promediando 83,8 por ciento de los depósitos. De este modo se mantuvo en niveles históricamente elevados.