La falacia a la que se aferró Milei: por qué no hay comercio exterior sin el Estado

El planteo de Milei en el debate es falaz en dos aspectos claves: los países “más abiertos” están encuadrados en estrictos marcos regulatorios –como la OMC—y los acuerdos entre países son la puerta de entrada para que las pymes arriben con sus productos.

13 de noviembre, 2023 | 13.34

En el último debate presidencial en el que el candidato al balotaje de las elecciones 2023, el libertario Javier Milei, debió explicar –sin éxito—algunas de sus propuestas, volvió sobre la idea de un comercio internacional llevado a cabo solo entre privados sin intervención de los países de origen. “Como liberal libertario creo profundamente en el comercio internacional y en su apertura. Básicamente, aquellos países que son más abiertos al mundo tienen ingreso per cápita nueve veces mayor que aquellos que los tienen cerrado. También creo que el Estado no tiene que interferir en las relaciones comerciales. No tiene por qué meterse a decir con quién debo comercializar y con quién no”, señaló Milei durante el intercambio.

Independientemente de que la agenda diplomática entre países, principalmente con Brasil y China, le da un marco para que las empresas comercien y, en el caso argentino, generó más de dos millones de puestos de trabajo de primera calidad; el planteo de Milei es falaz en dos aspectos claves: los países “más abiertos” están encuadrados en estrictos marcos regulatorios –como la Organización Mundial del Comercio (OMC)—y los acuerdos entre países son la puerta de entrada para que las pymes arriben con sus productos.

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Dos ejemplos rápidos para iniciar cualquier análisis. En el rubro automotor, sin el acuerdo del sistema flex, que refiere a cuanto puede importarse por dólar vendido a ese país –para evitar que el gigante sudamericano inunde al país con su unidades. El segundo es China, en momentos en que escasean los dólares en las reservas, sin la posibilidad (que también se negocia con Brasil) de utilizar las monedas de origen (swap) sin pasar por la divisa estadounidense hubiese paralizado el intercambio comercial.

Pensar en el dueño de una pyme, viajando con su valija con productos de muestra hasta China para conseguir comprador, solo puede pensarlo una mente afiebrada como la de Milei. En la “vida real”, las charlas diplomáticas se inician previamente y allí se discuten las necesidades de cada país y las posibilidades de abastecer la demanda. Nadie ofrecería soja a la Argentina ni tecnología de punta a China.

Naturalmente el negocio se da entre privados, pero la intervención del Estado es inevitable: desde la política comercial que influye las condiciones comerciales entre estos privados (política arancelaria, impositiva, entre otras.) hasta las condiciones macroeconómicas para que estos intercambios se favorezcan (estabilidad de precios internos y tipo de cambio). Inclusive en el perfeccionamiento de las operaciones existe la intervención del Banco Central para, por ejemplo, el giro o la recepción de las divisas”, señaló a El Destape Matías Bolis Wilson, economista jefe de la Cámara Argentina de Comercio (CAC).

Marcelo Elizondo, chairman de la Cámara de Comercio Internacional (ICC) por Argentina señaló a este medio que “los países sí tienen un rol en la generación de condiciones favorables”. “Y lo que hacen los países es generar tratados de libre comercio entre sí, para que las empresas puedan operar con más facilidad vinculándose desde un país con otro. O sea, los países lo que hacen es generar condiciones favorables para reducir obstáculos en frontera”, dijo Elizondo.

El marco que incluye a todos

El principal tablero en el que cada país mueve sus fichas en materia comercial es la OMC. El mero hecho de no cumplir con sus estándares deja afuera al país de cualquier tipo de intercambio comercial. La OMC administra el sistema mundial de normas comerciales y ayuda a las economías en desarrollo a crear capacidad comercial.

“Las normas que regulan el comercio mundial aportan seguridad y estabilidad. Gracias a ellas, los consumidores y los productores tienen la certeza de poder beneficiarse de un suministro seguro y una mayor variedad de productos acabados, componentes, materias primas y servicios, mientras que los productores y los exportadores tienen la certeza de que los mercados exteriores permanecerán abiertos para ellos”, detalló en sus objetivos la organización de la que participan casi todos los países del mundo, sin importar ideologías ni niveles de apertura de sus mercados.

En la OMC prácticamente todas las decisiones se adoptan por consenso entre todos los países-miembro para después ser ratificadas por los respectivos parlamentos. “Las fricciones comerciales se canalizan a través del mecanismo de solución de diferencias de la OMC, centrado en la interpretación de los acuerdos y compromisos, que tiene por objeto garantizar que las políticas comerciales de los miembros se ajusten a estos. De ese modo, se reduce el riesgo de que las controversias desemboquen en conflictos políticos o militares”, detalló la organización.

Si bien las posturas en geopolítica tienen incidencia en la potencialidad de hacer negocios con cada país, los canales políticos y comerciales son vías de comunicación paralelas que no necesariamente dependen uno del otro. Es decir, se puede comerciar con países con los cuales haya eventualmente diferentes visiones geopolíticas.  Si bien la coincidencia de visiones y posturas promueve un mayor volumen de intercambio comercial en el mediano y largo plazo, este no es el factor más determinante. A menos que ocurra un conflicto de diplomático de gran impacto cosa que no vemos con una probabilidad elevada de ocurrencia”, explicó a El Destape el presidente FECACERA Comercio Exterior, Federico Rodríguez.

Al reducir los obstáculos al comercio mediante negociaciones entre los gobiernos, el sistema de la OMC también contribuye a eliminar otros tipos de barreras que se interponen entre los pueblos y las economías comerciantes.

La OMC nació en 1995, lo que la convierte en una de las organizaciones internacionales más jóvenes y es la sucesora del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), establecido tras la Segunda Guerra Mundial. Y a diferencia de lo que sostiene Milei, las exportaciones totales en 2022 eran 250 veces superiores a las registradas en 1948. El GATT y la OMC contribuyeron a crear un sistema comercial sólido y próspero que permitió lograr un crecimiento sin precedentes. La Argentina ingresó en la OMC el 1 de enero de 1995, bajo el mandato del gobierno neoliberal de Carlos Menem.

De autos, swap, Brasil y China

Más allá de los acuerdos globales, existen convenios bilaterales que le dan marco al comercio en general como a sectores en particular. El más cercano, por obvias razones, es al acuerdo automotriz, el cual se prorrogó por diez años hasta el 2028. Este esquema brinda previsibilidad a las terminales y generará mayor certidumbre para invertir en el sector en el país, tanto en la producción de unidades terminadas como en autopartes.

Este último acuerdo le permitió a la Argentina avanzar hacia la consolidación del patrón de especialización del sector en vehículos comerciales livianos, SUV y vehículos de mayor cilindrada, y hacia la diversificación de la oferta exportadora del país. Este convenio se complementa con los otros tres concluidos recientemente: el acuerdo con México, en principio con la Unión Europea y con Paraguay. Las tres contrapartes de estos acuerdos constituyen los principales proveedores del país en este sector y explican el 95 por ciento de nuestras importaciones.

Este acuerdo tiene mayor relevancia porque desde la creación del Mercosur el sector automotriz quedó excluido de la Unión Aduanera. Con este acuerdo se crea un sendero creíble y gradual hacia el libre comercio con Brasil, lo que abrirá el camino para incorporar el sector al bloque, que se denomina flex, y detalla un sendero gradual hacia el libre comercio, protegiendo a terminales y autopartistas locales del ingreso ilimitado de unidades brasileñas.

En este intercambio se acordó una fórmula que replica la que el Mercosur utiliza en sus acuerdos extra-zona (MCS-UE y MCS-Colombia) la cual establece un contenido regional (ICR) del 50 por ciento, calculado como “materiales originarios” sobre precio FOB.

La Argentina obtiene financiamiento para obras de infraestructura estratégicas y se incorpora a la Franja y la Ruta de la Seda, esto abre un sinnúmero de posibilidades comerciales. El financiamiento para obras estratégicas de infraestructura en la Argentina se instrumentará en dos tramos, uno ya aprobado por 14.000 millones de dólares, bajo el mecanismo del Diálogo Estratégico para la Cooperación y Coordinación Económica; y un segundo paquete, por 9700 millones de dólares, que la Argentina presentará en el Grupo Ad Hoc creado entre ambos países para iniciar el trabajo tras la adhesión a la Franja y la Ruta de la Seda.

Bajo estos dos mecanismos de relacionamiento bilateral se discuten oportunidades concretas para promover la inversión extranjera directa de China en la Argentina con el objeto de ampliar la oferta exportable de nuestro país, al tiempo que se trabajará con el objetivo de ampliar la participación de proveedores argentinos en las obras de infraestructura.

Otro aspecto, además de las inversiones, tiene que ver con el uso del swap (intercambio de monedas), una alternativa que permite en un contexto de restricción externa suplir la demanda de dólares y no congelar el intercambio de bienes y servicios entre ambos países. Este se amplió por tres años por una valoración cercana a los 19.000 millones de dólares o 130.000 millones de yuanes.