A tan solo una semana de las elecciones, el plan “platita” no fue más que un relato opositor, imposible de demostrar en los hechos. Y es que las transferencias directas del Estado nacional se redujeron apenas a una duplicación del salario familiar, una suba del mínimo no Imponibles de Ganancias Cuarta Categoría, y un aumento en los planes sociales Potenciar Trabajo, los cuales alcanzarán los 32.000 pesos recién en diciembre, una cifra distante a los 44.700 pesos que según el Centro Cifra de la CTA deberían cobrar para igualar el poder adquisitivo de 2015.
De esta forma, ni bono a jubilados ni un nuevo IFE fue anunciado, y en el caso de hacerlo, ya se aplicarían tras las elecciones, lo que marca la distancia con la estrategia del gobierno de la alianza Cambiemos de llevar adelante un fuerte esfuerzo fiscal para revertir la derrota, cuando en agosto de 2017 otorgaron un aumento del 20 por ciento del mínimo no imponible en el Impuesto a las Ganancias junto a la devolución de parte de este impuesto pagado en el año; la cobertura por parte del Estado de los costos laborales de los empleados en relación de dependencia (11 por ciento del sueldo bruto); la exención de la cuota de los monotributistas; pagos extras por hijos a los desocupados; bonos para empleados públicos, Fuerzas Armadas y fuerzas de seguridad; aumento del salario mínimo; nuevas líneas de financiación para Pymes; aumento del 40 por ciento en las Becas Progresar; y congelamiento de tarifas, combustibles, y créditos hipotecarios; todo lo cual permitió transformar su derrota en las PASO en una victoria en las elecciones legislativas de 2017.
Más aún, septiembre finalizó prácticamente en equilibrio fiscal primario (déficit de 0,3 por ciento), con una base monetaria, es decir el dinero en circulación y las reservas de los bancos, que creció 2,58 por ciento, es decir por debajo de la inflación del 3,5 por ciento. Si bien no se tienen aún los datos fiscales de octubre, si se sabe que existió incluso un decrecimiento de la base, pues subió 2,34 por ciento, también frente a una inflación que superará los 3 puntos.
Si bien es real que este resultado es también producto de la absorción de pesos vía Letras de Liquidez (Leliq) y Pases, no menos cierto es que el gobierno está capitalizando la asistencia que el FMI brindó a todos los países para que fortalezcan sus economías luego del momento más crudo de la pandemia.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
El factor dólar
Otro de los elementos que demuestran la inexistencia de “platita” inyectada fuertemente entre los sectores medios y populares, es el hecho de que, tal como lo informa el economista Juan Latrichano, de los 69.000 millones de pesos que creció la base monetaria en octubre, 33.000 millones hayan ido a la compra de dólares para fortalecer las reservas.
Que el gobierno se exhiba más preocupado en destinar pesos para atesorar divisas que en transferirlos a los sectores populares, da cuenta tanto de la razón que lo llevó a la derrota como del realismo por evitar escenarios aún más negativos.
Y es que posiblemente pueda hallarse una responsabilidad política en la actual coalición gobernante por haberse presentado fracturada en 2015 y propiciar el retorno del neoliberalismo, pero la Argentina endeuda y en default que se recibió en 2019, a la cual se le sumó la pandemia, dejó un muy estrecho margen de acción, en donde cualquier inyección de pesos en contexto de restricción de dólares, expone al país al enorme riesgo de una disparada en la cotización de la moneda norteamericana, es decir de la peor situación que podrían experimentar la mayor parte de la sociedad y especialmente los sectores populares.
Tal como lo informa el reciente informe del Mirador de Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), desde la asunción del actual gobierno, “el BCRA no puede acumular como reservas los excedentes del intercambio comercial”, pues si bien el país “vende más bienes y servicios que los que adquiere”, el pago de servicios de la deuda en moneda dura, tanto del sector público como privado, tuvo como resultado una salida de 26.396 millones de dólares, (15.845 millones del sector privado y 10.551 millones del público) frente a un ingreso de 19.123 millones de dólares por todo concepto.
Se trata, en rigor, de la mentada “restricción externa” es decir la carencia de divisas, que en gobiernos populares obedece al crecimiento de una industria muy dependiente de insumos y maquinaria importada, y en los neoliberales al crecimiento en los servicios de la deuda, luego de un inicial período de “plata dulce” producto del endeudamiento.
Esta última cuestión busca resolver el actual gobierno, y es en este delicado contexto que se optó por llevar adelante una política económica conservadora, que al tiempo que incumple su compromiso de “empezar por los últimos para llegar a todos”, evita el riesgo de una mayor disparada de los diferentes tipos de cambio, lo cual promovería una mayor inflación a la actual.
Lo cierto es que a diferencia de aquel 2017 de la alianza Cambiemos, ya no existe financiamiento para medidas de populismo electoral, con lo que, también por no haber elevado las imposiciones fiscales sobre el capital concentrado, un plan “platita” podría terminar perjudicando paradójicamente a los sectores más carenciados, además de las chances electorales del oficialismo.
Así, la ausencia de un verdadero plan "platita" puede ser leída como una política de realismo económico o como una falta de sensibilidad y compromiso del gobierno con su base electoral. Pero difícilmente pueda ser leída como un plan que llegó a existir.