En ocasión de la presentación de los candidatos legislativos del Frente de Todos para Capital Federal y Provincia de Buenos Aires de cara a las elecciones 2021, Cristina Kirchner reclamó el fin del “mercadeo electoral” en las campañas por venir.
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Fundó el planteo en la grave crisis que atraviesa Argentina, crisis que no admite que la dirigencia política se presente ante la ciudadanía como un producto elaborado de frases e imágenes vacías de contenido con el objetivo de solicitar el voto.
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Exigió, siendo la líder más relevante de la Nación, que se expresen proyectos de país y que se discutan los mismos a la luz de las administraciones llevadas adelante a la hora de gobernar por las fuerzas políticas que se presentan a los comicios.
Ese desafío colisiona de lleno con el grotesco del PRO de enrocar los distritos de pertenencia de los candidatos a diputado nacional: el vicejefe de Gobierno de la Ciudad -Diego Santilli- se presenta a encabezar la lista en la Provincia de Buenos Aires y la reciente exgobernadora de la Provincia de Buenos Aires -María Eugenia Vidal- tendrá el número uno de la lista de la Capital Federal.
El PRO, cultor del “marketing”, el “coaching” y los “bailecitos con suelta de globos” festivos, intenta eludir cualquier debate sobre su gestión nacional, provincial y capitalina, prometiendo un futuro que jamás cumplió a la hora de gobernar. El cinismo macrista siempre obtura el debate de ideas.
Cristina describió el péndulo entre los proyectos nacionales-populares truncados a fuerza de golpes de Estado sangrientos, mentiras mediáticas y persecución judicial, y los gobiernos conservadores-liberales que viabilizan la apropiación de la riqueza nacional a través del endeudamiento del Estado y la fuga de capitales.
La líder remató su alocución definiendo, con la angustia de todos los que amamos a la Patria, que se estaba ante la última oportunidad de afirmar un sendero inclusivo y cohesionado para todos los argentinos y todas las argentinas. El presidente admitió lo difícil que era hablar después de Cristina.
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La pregunta -que hemos formulado en columnas anteriores- es: ¿Cuántas quiebras del Estado por este mecanismo de “deuda pública-fuga de capitales privados” resiste la Argentina sin perder su cohesión territorial y social como Nación?
El conflicto sostenido en el tiempo entre la élite oligárquica aliada al capital foráneo contra el movimiento popular que tenazmente intenta construir un país autónomo ha provocado tres grandes crisis recurrentes en las últimas tres décadas: la Hiperinflación de 1989, el “crack” de la Convertibilidad en 2001 y la crisis del FMI del 2018, desatada por el saqueo macrista, que nos dejó como saldo una deuda de u$s 45.000 millones con el organismo multilateral, agregada a los u$s 66.000 millones con el sector privado reestructurada el año pasado.
La Argentina golpeada por el virus que se descarga como remache sobre la tragedia de pobreza social y endeudamiento del Estado que legaron cuatro años de Macri, no parece dispuesta a soportar otra crisis como las reseñadas.
Cristina ha sido precisa y clara, los agentes socioeconómicos y las expresiones políticas responsables también están identificados. Es hora de superar definitivamente este conflicto.