El uso de yuanes para importaciones: una sana desobediencia

El Gobierno cerró un acuerdo trascendente, no solo a nivel económico local, sino también político regional. La activación de swap para cubrir el déficit con China implica pasar de un acuerdo financiero a uno también comercial.

30 de abril, 2023 | 00.05

La corrida especulativa de esta semana llevó a que el ministro de Economía, Sergio Massa, a tomar la medida hasta el momento más disruptiva en el marco de los condicionamientos que impone el Fondo Monetario. En medio de la escalada de los dólares paralelos, decidió, previo aviso al organismo, transgredir la prohibición de intervenir en el mercado de cambios para evitar una escalada mayor. En simultáneo, cerró un acuerdo todavía más trascendente en materia financiera y comercial, dejar de usar dólares en el comercio externo con China y pasar a utilizar yuanes, lo que implica un ahorro superior a los mil millones de dólares en reservas.

Esta es una medida a la que, directa a indirectamente, el Fondo, en representación de los intereses estadounidenses, no ve con buenos ojos la medida, en medio de la pérdida de participación del dólar en el comercio global. No solo profundiza el vínculo comercial y político entre Argentina y China -algo que Washington está tratando de evitar en América Latina y en todo el mundo-, sino que además, si el acuerdo demuestra ser exitoso para un país en dificultades económicas, podría ser un ejemplo para el resto de las naciones de la región que ya tienen a Beijing como su principal socio comercial. El listado de posibles interesados ya incluye a casi toda Sudamérica. 

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La posibilidad de utilizar la moneda china para cubrir el déficit con el gigante asiático implica pasar de un acuerdo financiero, como el swap (intercambio) de monedas que robustece las reservas, a uno de integración más comercial, al poderlo usar para el pago de importaciones desde ese destino. Massa destacó este viernes la importancia de profundizar la complementariedad con China, señalando que el gigante asiático "es nuestro principal comprador", durante la presentación del Plan Integral Argentina irrigada en el Centro Cultural Kirchner (CCK).

El anuncio de la activación del swap con China para el intercambio comercial sin tener que pasar por el dólar se produce en la antesala del desembarco de una misión del equipo económico encabezado por el viceministro Gabriel Rubinstein en Washington para acelerar el adelanto de los desembolsos programados para el resto del año. No es solo una señal al Fondo para que habilite un desembolso de 12.000 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG), sino que se permita el uso de estos como reserva de libre disponibilidad. La medida también le pone un coto en la práctica a las ideas trasnochadas de dolarización de la economía argentina.

En una semana convulsionada en materia financiera, el ministro Massa sostuvo que este escenario “obliga a repensar” el acuerdo de refinanciación firmado en 2022 con el Fondo, que incluye entre sus metas una de acumulación de reservas, y también a "redefinir la estrategia de trabajo" con importadores y exportadores. El acuerdo con China le otorga a mayor libertad y capacidad al acción del Banco Central en momento en que se debe “tomar la decisión de intervenir frente a aquellos que sobreespecularon” en los mercados cambiarios.

La activación del swap con China para importaciones, entonces, permitirá ahorrar dólares que irán a las arcas del BCRA y además, agilizará las compras a ese país de muchos bienes para las distintas actividades que componen la economía nacional. El mes pasado Brasil y China alcanzaron un acuerdo para dejar a un lado la moneda estadounidense para todo tipo de comercio bilateral, una movida similar a la que ejecutó Francia para la compra de gas licuado en yuanes. 

De acuerdo con información de Bloomberg, China llegó a un nuevo hito en su búsqueda de reducir su dependencia del dólar estadounidense: su moneda, el yuan, pasó a serla más usada para pagos transfronterizos en el país por primera vez en marzo. La proporción de envíos llegó a un 48 por ciento desde casi 0 en 2010. En contraste, la cifra en dólares pasó del 83 por ciento en 2010 a 47 por ciento en marzo último. 

Esa mayor participación llevó a que el propio FMI incorporará la moneda china en la cesta que componen los DEG. En 2016, se incorporó el yuan, con una representación de 10,9 por ciento de la cesta del FMI, por encima de la británica libra esterlina (8,1 por ciento) o del yen japonés (8,33 por ciento. Pero en junio del año pasado, la ponderación de la divisa china pasó del 10,92 al 12,28 por ciento en la ponderación de la canasta de monedas que definen el valor de los DEG.

El impacto político 

Desde los años 70 se viene hablando de la caída gradual de la hegemonía mundial estadounidense y, desde hace 20 años, del ascenso meteórico de China. Las chispas entre la superpotencia que empieza a perder su dominio total y la nueva potencia que desafía el orden establecido no es algo nuevo. Pasó numerosas veces en el pasado y desde hace más de una década está a la vista de todos, cada vez de manera más explícita. 

China parece ya haber ganado el frente comercial en la disputada global con Estados Unidos y América Latina es un ejemplo perfecto de eso. Hace solo 20 años, casi toda la región miraba a Estados Unidos para vender, comprar y buscar inversiones. Hoy, ese mismo mapa cambió significativamente. Sudamérica mira mayoritariamente a China -y a India, en el caso de Bolivia-, con la excepción de Ecuador, un país dolarizado, y Colombia, el histórico socio estratégico de Washington en la región. 

Si la experiencia de Argentina resulta exitosa no solo para proteger las reservas internacionales del país en un momento de crisis económica, sino para ampliar el intercambio sin necesidad de endeudamiento en dólares a tasas altas, podría convertirse en un ejemplo para seguir por otros países, dentro y fuera de la región. Y para Estados Unidos esto es potencialmente más peligroso que perder las licitaciones de las redes de telecomunicaciones de 5G, una de las batallas principales hoy para Washington en la región. 

Porque mientras ya casi ningún analista serio duda que China ganó el frente comercial en la disputa de poder global, Estados Unidos sigue dominando el frente financiero sin mucha resistencia significativa. El avance de vínculos comerciales bilaterales basados en yuanes -o incluso en monedas locales, pensando también en que India, otra potencia en ascenso, quiera copiar este esquema- podría empezar a crear fisuras pequeñas pero concretas en la hegemonía por ahora indiscutible del dólar y del andamiaje financiero institucional que se creó junto con este patrón-moneda a finales de la Segunda Guerra Mundial y que tiene al FMI como uno de sus emblemas. 

El impacto financiero-comercial

Para China, el valor estratégico de este tipo de acuerdo es político y también económico, dada la caída de su comercio exterior. Tras convertirse en el mayor exportador del mundo y en el segundo mayor importador, representó el 37 por ciento, según el Banco Mundial. Las principales exportaciones de China incluyen equipos eléctricos y electrónicos, maquinaria, reactores nucleares, calderas, muebles, rótulos luminosos, edificios prefabricados, plásticos, juguetes, aparatos ópticos, fotográficos, técnicos y médicos, vehículos distintos de los ferroviarios, tranvías, artículos de hierro y acero. 

Por otro lado, el país importa principalmente equipos eléctricos y electrónicos, combustibles minerales, aceites, productos de destilación, maquinaria, reactores nucleares, calderas, escorias y cenizas de minerales de hierro, aparatos ópticos, fotográficos, técnicos y médicos, vehículos distintos de los ferroviarios y tranvías. Los principales socios del país son Estados Unidos, Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Australia y Alemania. 

Sin embargo, el aumento de las tensiones en la relación económica entre Estados Unidos y China ha incrementado las incertidumbres comerciales desde 2020. El superávit comercial de China cayó a 78.010 millones de dólares en diciembre de 2022, con respecto a 93.210 millones el mismo un año antes,. Esta cifra se produjo en un contexto de baja de la demanda global e interna. Las exportaciones cayeron un 9,9 por ciento, la mayor baja en casi tres años, mientras que las importaciones se redujeron algo menos, con un 7,5 por ciento, el tercer mes seguido de baja. 

Con la Argentina, el intercambio comercial con China registró un saldo negativo de 685 millones de dólares. Las exportaciones sumaron 410 millones de dólares, con una reducción interanual de 14,6 por ciento (-70 millones de dólares). El 56,1 por ciento se concentró en carne bovina, deshuesada, congelada, y cebada en grano, excluida la cervecera. Las importaciones totalizaron 1.095 millones de dólares y se redujeron 32,5 por ciento con respecto a marzo de 2022 (-527 millones de dólares). Ell descenso más significativo se registró en las importaciones de computadoras y teléfonos  El comercio con China constituyó el 7,2 por ciento de las exportaciones totales argentinas y el 16,1 por ciento de las importaciones.

El embajador chino en Argentina, Zou Xiaoli, confirmó, tras el anuncio, que se venía trabajando tras la visita de Alberto Fernández a ese país, en la posibilidad de pagar las importaciones en yuanes para descomprimir al dólar. “Argentina tiene un swap con China que funciona, no solamente como instrumento de fortalecimiento de las reservas, sino que funge como instrumento financiero y comercial”, agregó Massa. 

A través de este convenio, en mayo se van a reemplazar 1.070 millones de dólares que se iban a pagar en divisa estadounidense por yuanes, ya que son importaciones de China, aseguró el titular de Hacienda. Según fuentes officiales, desde mayo habrá 790 millones de dólares que dejan de importarse en esa moneda y pasan a traerse en yuanes.

El acuerdo también permite detectar operaciones de triangulación en las que se utilizaban una modalidad para pagar más barato en China lo que se pagaba más caro en Argentina. Esto con la activación del swap, según señaló el ministro Massa, también tendrá un control más estricto. El swap es un canje de monedas en que la Argentina deposita pesos en China a cambio de recibir yuanes en el Banco Central. Se trata de esta forma de una modalidad para ampliar las reservas de divisas extranjeras del Banco Central, incrementando el total de las mismas.

La idea de cancelar intercambios comerciales con empresas de ese país ya había sido deslizada el año pasado por el presidente del Central, Miguel Ángel Pesce, quién anticipó que "se estaba trabajando" en esa idea. "China tiene un interés en que el yuan se convierta en una moneda global. Ya ha sido incorporada a la canasta de DEG del FMI y la idea es que los exportadores chinos valoran los contratos en yuanes y se pudieran pagar a través del swap", explicó en ese entonces.

Los yuanes que utilice Argentina deberán ser devueltos por el Banco Central a su homólogo chino junto al pago de una tasa de interés calculada en base a la tasa interbancaria de Shangai (Shibor), más alta de las de los organismos internacionales, pero menor a la que el país podría obtener hoy en día en el mercado. En noviembre del año pasado, el “swap” fue “activado” y se utilizaron 5000 millones de dólares del acuerdo para fortalecer las reservas de libre disponibilidad en dólares del BCRA.