No fue una buena semana para el sector agroexportador, perjudicado también por una mala decisión de acopiar granos sin vender a la espera de un mejor contexto que no llega; y parece, no llegará en el corto plazo. El sector recibió varias noticias estos días, en particular del principal demandante de los productos primarios que vende la Argentina, como es China, sobre una menor demanda mundial, lo que se suma a una caída generalizada de precios que erosiona la ecuación chacarera. Las condiciones climáticas tampoco auguran un buen escenario para la próxima siembra y el arribo de dólares al país producto del comercio exterior volvería a ser reducido. En tanto, los productores siguen sentados sobre sus silo-bolsas a la espera de que el Gobierno acepte una devaluación –o un tipo de cambio diferencial para el sector—y baja de retenciones para “compensar” el menor margen obtenido de la campaña actual.
La decisión de los productores agropecuarios de retener buena parte de su cosecha sin liquidar –o lo que es lo mismo, transacciones sin pactar precio—les jugó una mala pasada frente al desplome global de precios de los commodities alimentarios; y ahora quieren ser compensados con un tipo de cambio mayor o menores impuestos. Por su parte, el Gobierno, ávido de dólares para recomponer su stock de reservas, analiza alternativas para destrabar el remanente de divisas sin liquidar.
En el sector apuntan a una caída de la rentabilidad del 70 por ciento para el caso de los productores sojeros que trabajan sobre tierras alquiladas, según los datos de la Bolsa de Comercio de Rosario. El último Monitor Agroindustrial, elaborado por la cámara aceitera y cerealera (Ciara-CEC) advierte que hasta agosto existían 24 millones de toneladas de soja en manos de los productores, y otras 7 millones que fueron cedidas pero sin fijar precio; equivalente a 32 millones de toneladas guardadas en silo-bolsas, el 67 por ciento de la cosecha 2023-2024
En simultáneo, los precios de los granos en el año mantuvieron una caída sostenida. Los precios de los productos primarios disminuyeron 13,8 por ciento, principalmente debido a la baja en los precios de los sub-rubros cereales (-23,7 por ciento) y semillas y frutos oleaginosos (-13,5 por ciento), que tienen una notable ponderación en el índice que elabora el INDEC. En cuanto a las variaciones específicas por producto, las principales bajas fueron en trigo (-21,5 por ciento), maíz (-26,2 por ciento), sorgo granífero (-18,5 por ciento) y cebada disminuyeron (-26,2 por ciento). Sobre estos dos últimos se conoció una información que complicará su exportación, ante la parálisis de la compra por parte de China.
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Esta semana, el gobierno chino convocó a los principales importadores para pedirles que detengan las compras de cebada y sorgo, en el marco de previsiones internas de cosecha récord de granos este año. La medida busca aliviar el exceso de oferta interna y fortalecer los precios locales. La medida tendrá impacto directo en las exportaciones primarias argentinas, que para esta cosecha habían apostado a un mayor porcentaje de siembra para estos granos forrajeros. Con la caída de los últimos meses –los precios promedio en sorgo y cebada retrocedieron en un 20 por ciento promedio—, las exportaciones de cebada a China en el primer semestre sumaron 757 millones de dólares, 12 por ciento por debajo de igual período del año pasado. En sorgo, el comercio en el mundo es aún poco representativo, con unas 60 millones de toneladas anuales.
En en país se prevé un incremento del área sembrada en la campaña 2025, principalmente por los ataques de chicharrita al maíz y por los pronósticos de evento La Niña que reduciría las lluvias estivales. El aumento de la producción será destinado principalmente a la exportación, que representa el 85 por ciento del volumen generado; el resto va al consumo interno para alimento. Por el lado de la demanda, China es el principal importador mundial de cebada y sorgo y se encuentra activo comprando principalmente en Estados Unidos, Australia y la Argentina. Si se frena la demanda china, el impacto será devastador para el sector.
Tampoco quedó afuera la soja. Las especulaciones acerca de una posible guerra comercial entre los Estados Unidos y China mantiene la tensión de los operadores de soja en Chicago y, por carácter transitivo, a los productores agropecuarios argentinos. La mayor ingesta de proteína animal en el gigante asiático impulsó la producción china de cerdo y, como el animal es alimentado a base de soja, la venta argentina de oleaginosos a ese país, principal mercado de destino, se vio apuntaladas hasta niveles históricos. Por lo tanto, una caída en la producción porcina en China podría sumarle otro dolor de cabeza al gobierno de Milei, ávido de los dólares que pueda aportar el complejo agro-exportador al raquítico stock de reservas.
Por el lado de la oferta, también se conocieron proyecciones que no avizoran un panorama alentador para el sector. Las actualizaciones de las condiciones climáticas reveladas por la Bolsa de Cereales de Rosario para la próxima cosecha suman un elemento adicional a la discusión. Los datos de las actualizaciones más recientes por los organismos internacionales muestran un significativo corrimiento en el tiempo de los valores más bajos de enfriamiento en el Pacífico. Esto cambiaría el impacto de “La Niña” sobre la gruesa 2024/25 de la soja, principal cultivo exportable del país. Mientras tanto, el 67 por ciento de la cosecha 2023/2024, equivalente a 32 millones de toneladas de granos, sigue en silo-bolsas.
El reporte de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) detalla que el principal producto en el complejo de trigo, el grano de trigo (90,5 por ciento), al igual que en el maíz el grano de maíz (98,75 por ciento). El complejo de soja destaca por la exportación de harina y pellets (54 por ciento), mientras que en el complejo de cebada, el principal producto exportado es la cebada (73 por ciento), en primer instancia forrajera y luego cervecera. Desde el complejo de girasol, se exporta principalmente aceite.
El sector sigue reteniendo su cosecha. La menor liquidación de la cosecha anterior comenzó a hacerse más notoria a medida que el tipo de cambio se fue atrasando frente a la inflación. Hasta agosto, la liquidación acumulada asciende a 707.445.145 dólares, cerca del volumen de igual período del año pasado en plena sequía, pero se ubica un 35 por ciento por debajo de los primeros ocho meses de 2022 (1.093.391.530 dólares), según informe mensual de las cámaras Ciara-CEC. Un estudio de la Universidad de Avellaneda identifica el punto de inflexión ocurrió en abril cuando el tipo de cambio real perforó el nivel promedio y a partir de entonces el Banco Central no pudo acumular reservas. De acuerdo al Ag Barometer Austral, los productores de soja mantienen un 50 por ciento de su producción sin fijar precio a la espera de que cambien los precios internacionales o se produzca una devaluación.