La industria creció un 6 por ciento en agosto comparado con mismo mes del 2019, mientras que para octubre el consumo de electricidad de grandes usuarios industriales (excluyendo ALUAR) subió 36,2 por ciento en comparación contra 2019. Para este último mes, el sector construcción está 6,8 por ciento contra octubre de 2019, mientras que los despachos de cemento reportados por la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland muestran un crecimiento del 20,5 por ciento en el interanual contra octubre 2019. Estas cifras de dos rubros mano de obra intensiva, difundidas en el último informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), no hacen más que consolidar una tendencia iniciada desde mediados de año, en la que los rubros económicos más importantes no solo están recuperando lo perdido en 2020, sino que están superando los guarismos del último año de la alianza Cambiemos, que gobernó sin pandemia.
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Aún así, diversos analistas demostraban que el crecimiento, que anualizado superará al 9 por ciento del PBI, no se estaba derramando ni en los ingresos ni en una suba sustantiva del empleo, pero parte de estas cuestiones también se modificaron. Y es que si bien no son cifras contundentes, desde junio el salario real registrado está ganándole a la inflación, acumulando una suba real de tres puntos porcentuales en lo que va del año, en tanto que la suba acumulada de planes sociales alcanzaron un aumento real del 8,4 por ciento, aspectos que pudieron verse reflejado en último informe de CAME, que señaló que para septiembre el consumo minorista subió un 6,8 por ciento en comparación con el mismo mes de 2019.
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Estos datos de incipiente recuperación, sumado a un resultado electoral menos negativo de lo vaticinado, podrían poner en carrera a cualquier gobierno, máxime si su principal opositor político es aquel que produjo las variables macroeconómicas que se están superando.
Realidad argentina y FMI
Pero la realidad argentina siempre es particular. Estructuralmente, el país sufre de una industria desequilibrada, es decir de una economía que para progresar, necesita ingente cantidad de dólares que permitan importar insumos y bienes de capital, fundamentales para sostener el crecimiento de una industria nacional históricamente dependiente de las importaciones. Este fenómeno, que se agudizó significativamente luego de las experiencias neoliberales que a partir de los setenta desmantelaron el débil tejido productivo, se dio en paralelo con un contexto mundial de avance acelerado de la ciencia y la tecnología, lo cual amplió aún más la brecha entre las potencias industriales y nuestro país, haciendo aun mas complejo la posibilidad de generar una industria competitiva.
Pero si este panorama es de por si complejo para el crecimiento, mucho más lo es con la deuda récord que tomó el macrismo con el FMI, lo cual le suma al gobierno el desafío de lograr un virtuoso acuerdo con este organismo, más concretamente retrasar los pagos por 20.000 millones de dólares, -cerca de una vez y medio el saldo comercial anual del país-, que vencen entre este año y el próximo, para que cada dólar resultante de las exportaciones, -y del acceso al financiamiento externo-, se destine a ampliar la capacidad productiva, el empleo, y el consumo.
Por cierto, al repasar la historia económica argentina, hablar de acuerdo virtuoso con el FMI suena más bien a oximorón.
Sin embargo, resultaron muy claras las palabras del presidente Alberto Fernández el pasado domingo, donde señaló que, en efecto, la deuda con el FMI fue “el escollo más grande que enfrentamos” pero aclaró, haciendo una solapada referencia a este organismo, que “con ajuste no se logra ni siquiera ordenar las cuentas públicas. El superávit fiscal virtuoso siempre es hijo del crecimiento, nunca del ajuste”, ya que ello, agregó, “impediría darle continuidad a esta recuperación económica que estamos viviendo. El ajuste fue practicado repetidas veces en Argentina y solo profundizó la desigualdad y la pobreza”.
Fue en ese marco que anunció el envío al Congreso del plan económico que se presentará al FMI, que por la flamante ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública, debe ser aprobado por ese recinto para obtener validez.
Si bien se espera algún tipo de corrección en el gasto, lo expresado el domingo demuestra que se plasmará en concreto la idea del camino alternativo, en donde el problema para el crecimiento industrial continúe siendo la carencia de dólares, y no un ajuste que eche por tierra la incipiente suba de la demanda, la producción, y el empleo.