16 de noviembre, 2021 | 13.57

Informe especial: ¿el dólar está caro o barato?

El tipo de cambio real evidencia que el peso se encuentra en niveles competitivos, entre 10 y 20 puntos por encima del promedio de la última década. 

Mientras la agenda mediática debate acerca de si el precio del dólar está caro o barato basándose en datos de mercados ilegales y alternativos, el tipo de cambio real evidencia que el peso se encuentra aún en niveles holgadamente competitivos, entre 10 y 20 puntos por encima del promedio de la última década.  Con excepción del salto devaluatorio de 2018, que trastocó todas las estadísticas y depreció a la moneda ficticiamente a sus mínimos desde la salida de la convertibilidad, el tipo de cambio real se ubica hoy en su máximos desde el promedio abril de 2012, actualmente en torno a 106 unidades. El promedio de los primeros dos años del macrismo se había mantenido por debajo de 100.

Una leve baja en la competitividad respecto a los principales socios comerciales de los últimos meses, donde impacta la política de ancla cambiaria frente a la inflación, se explica principalmente por la fuerte de devaluación del real en Brasil, siendo la moneda que más pesa, por ser el principal socio comercial de la Argentina, en la canasta que aglutina el Banco Central para determinar el sendero del tipo de cambio. Lo compensa la pérdida de peso del dólar respecto al resto de las monedas fuertes, principalmente contra el euro.

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Los cálculos sobre los cuales se suele basar los pronósticos del dólar están vinculados con el stock de reservas y la emisión de pesos, dos factores clave que explican la posibilidad de defender el precio de la moneda y la tensión que genera del exceso de liquidez sobre la compra de moneda extranjera. Sin embargo, ninguna da cuenta de si una economía tiene un peso más o menos competitivo; al menos no directamente. Para analizar eso es necesario cotejar los precios de cada de una de las divisas de los países con los cuales comercia la Argentina, los cuales, además, deben estar ajustados por la inflación de cada una de esas economías. Eso es lo que llama el tipo de cambio real multilateral.

Cómo está el tipo de cambio real

Al considerar las variaciones en las monedas y en los precios minoristas internos y de los socios comerciales más importantes del país, el índice de tipo de cambio real es una herramienta útil para observar cómo las fluctuaciones relativas en el valor del peso influyen sobre la estructura de la demanda interna y de la producción, sobre el patrón de comercio internacional y sobre la competitividad de nuestra economía. 

El índice contempla las variaciones de los tipos de cambio reales bilaterales de Argentina con cada uno de sus principales socios comerciales ponderadas por su participación en los flujos de comercio (exportaciones + importaciones) del país de manufacturas. Ese valor se ubica en 106 unidades, según la publicación diaria que realiza el Banco Central desde 1997, en plena Convertibilidad. 

En los últimos meses hubo una leve baja, luego del arrastre que dejó el proceso devaluatorio que inició el macrismo a principios de 2018 y mantuvo hasta entregar el poder en 2019. La baja se explica principalmente por la devaluación de Brasil, cuyo peso en la canasta que integra el índice de principales mercados es el más alto. Por su parte, si se mide el tipo de cambio bilateral real con el dólar, actualmente de 114,3 puntos, vuelve a los mismos niveles de 2010. Siempre, exceptuando los dos años (2018-2019) de devaluación de la administración Cambiemos. 

En las cifras también impactan las modificaciones en las ponderaciones; es decir, qué mercados van ganando relevancia para la Argentina, lo que repercute en la índice. Actualmente, el peso de las monedas en el tipo de cambio real son la de Brasil (26,1%), Canadá, (1,1%), Chile (4,4%), Estados Unidos (9,8%), México (2,5%), Uruguay (2,1%), China (21,2%), India (6,2%), Japón (1,8%), Reino Unido (1,6%), Suiza (1,8%), Zona Euro (17,2%) y Vietnam (4%).  En términos comparativos, la competitividad de la economía con este conjunto de mercados se encuentra en sus mejores registros en muchos años. 

Cómo osciló en los últimos diez años

Tras la salida de la convertibilidad, que triplicó la depreciación real de la moneda, pasando el tipo de cambio real de de 69 a 198 unidades, el indicador se fue reduciendo hasta estabilizarse apenas por encima de 100 puntos. En abril de 2012 el índice volvió a subir hasta los 106,9 puntos, similar al actual, y después se mantuvo hasta principios de 2014 entre 100 y 103 puntos. En ese momento, el gobierno aceleró el ritmo de devaluación como preludio al relajamiento de las restricciones a la compra de moneda extranjera por parte de particulares y el tipo de cambio real multilateral tocó durante medio año los 104 puntos. 

En ese momento, el ritmo lo marcaba el proceso de devaluación del real, sobre el que se perdió la "guerra de monedas". "Los mismos que nos dijeron durante diez años que el dólar valía un peso, son los que hoy nos quieren convencer que vale 13, así que saquen sus propias conclusiones", aseguraba en ese momento el entonces ministro de Economía y actual gobernador bonaerense Axel Kicillof. Es lo que hicieron, entre 2015 y 2016, con la asunción del gobierno de Cambiemos, se disparó el precio del dólar, con un fuerte impacto en la inflación. 

Con la devaluación de 2016, el el tipo de cambio real pasó de 85 a 103 en tres meses. Sin embargo, en los dos años siguientes, en los cuales solo uno hubo crecimiento (2017), la competitividad del peso respecto de las monedas de sus socios comerciales se mantuvo en promedio entre 85 y 94 puntos. 

En 2018 el flujo de capitales especulativas, el cierre de los mercados, la profundización de la restricción externa (por haber descuidado el ingreso genuino de dólares recostándose en el endeudamiento) y una cuenta capital abierta, el dólar inició una raíd alcista a principios de 2018. Un raíd que no se detuvo hasta 2019, elevando artificialmente el tipo de cambio real --de la mano del bilateral del dólar-- a niveles de 136 puntos, casi cuarenta puntos por encima del promedio histórico. Ese peso devaluado derivó en un proceso inflacionario que superó al último registro de 1991.

Desde entonces el tipo de cambio se mantuvo por encima de la media de 100 y actualmente se ubica en 106, con una pérdida de 19 puntos respecto del 10 de diciembre (124,2 unidades). 

Dos pesos pesados en la ecuación

Si bien el mayor volumen de comercio se da actualmente con China, la moneda del gigante asiático (el yuan) no fluctúa como otras monedas. Las dos que más mueven el amperímetro en el tipo de cambio real argentino es el dólar y el real.

En el caso del real, el precio continúa en el sendero de baja iniciado en los últimos meses y tocó esta semana un nuevo récord al ubicarse en el orden de los 4,35 reales por dólar. Como consecuencia de este movimiento cambia la relación entre el real y el peso argentino, que hace meses se encuentra virtualmente planchado. En el último mes el real respecto a la moneda local perdió un peso, de 15 a 14. 

En Estados Unidos, los efectos de la recesión económica causada por la pandemia es que el mundo fue inundado por dólares. La Reserva Federal, cuya misión es controlar la política monetaria del país como lo hacen todos los bancos centrales, redujo drásticamente la tasa de interés hasta dejarla casi en 0%. Como la tasa de interés equivale al costo del dinero de un país, mientras más baja, menos vale su divisa.

En paralelo, la FED emitió un enorme volumen de dólares para comprar bonos (tanto en el sector privado como en el sector público), con el objetivo de mitigar los efectos de la crisis. "En el 2020 fue el año en que se imprimieron más dólares que nunca", reconoce un informe de la BBC Mundo. Esto derivó en una baja del 12 por ciento en el valor del dólar frente a las principales monedas del mundo durante los últimos 10 meses.

Actualmente está en su nivel más bajo desde comienzos de 2018 y muchos expertos coinciden en que la moneda seguirá depreciándose. Esa baja podría beneficiar la importación de productos manufacturados, aunque también podría compensarse con la suba de los precios de algunas materias primas alimenticias.