En la semana previa a la cumbre del G20, la directora gerenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, alertó sobre la crisis de deuda que puede dispararse a nivel global en los próximos meses ante el complicado panorama derivado de la invasión rusa a Ucrania. La suba de los alimentos y la energía, tal como viene planteando el Gobierno argentino, hace imposible cumplir con las metas impuestas en su programa. Pero en el pedido no está solo, sino que varios países acompañaron la propuesta ante temores sobre un colapso económico que profundizaría la crisis.
El Banco Mundial hizo un diagnóstico similar y exhortó a encarar "un enfoque integral del problema de la deuda, incluida su reducción, una reestructuración más rápida y una mayor transparencia". La Argentina solo pide que se tome en cuenta los mayores costos en importaciones producto de la guerra y en una reducción de los sobrecargos de intereses.
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Con una premura autoinfligida por el entonces ministro de Economía Martín Guzmán, se firmó un acuerdo de facilidades extendidas para pagar la deuda de 44.500 millones de dólares que dejó el macrismo. "Es eso o el abismo", fue el latiguillo que se escuchó por ese entonces. Lo cierto es que se está al borde de ese abismo, provocado por un acuerdo inflacionario con el organismo y un ajuste que amenaza estancar la actividad económica en los próximos meses.
Sin embargo, el listado de países que quitaron los pies del plato servido por el Fondo es más que abultado. El Convenio Constitutivo del FMI fue aprobado en 1944 y permaneció inalterado durante dos décadas para luego modificarse en seis ocasiones. La primera enmienda data de 1969 y la última de 2011.
En más de casi ocho décadas de vida el FMI registra 32 casos de default con el organismo de los cuales 28 países incurrieron en esa situación entre principios de los 80 y los 90, según cifras del organismo que conduce Georgieva. También hubo países, como Portugal, que no siguieron las recetas propuestas y, aún así lleva tres años con un crecimiento del PIB y redujo su déficit fiscal a la mitad.
"No necesitamos al FMI para saber que hay que reducir el déficit. El equilibrio fiscal tiene que ser nuestro horizonte", sostuvo Fernández este jueves durante el discurso de apertura del 141° período de sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa del Congreso. "Tampoco necesitamos al FMI para saber que la Argentina debe aumentar sus exportaciones. Si no generamos divisas no vamos a poder sostener nuestra actividad económica y eso va a significar menos trabajo y salarios más bajos. Cuidar el valor de la divisa es fundamental para seguir el camino del crecimiento", agregó el Presidente.
En los últimos días se conoció que el FMI estaría dispuesto a modificar las pautas de acumulación de reservas, pero sin reformar las otras metas (las que más le interesa) del déficit fiscal y asistencia del Tesoro. El principal factor que imprimió el organismo en su relación con América Latina fue siempre la restricción externa a una división internacional del trabajo, situando a la región en la periferia de la economía mundo, especializada en la exportación de materias primas y la importación de productos elaborados.
Cuando se observa la lista de países que tuvieron default con el FMI por un plazo de al menos seis se encuentran Honduras, Haití, Congo, Panamá, Somalia, Sierra Leona, Jamaica, Zambia, Gambia, Zambia, Tanzania, Liberia, Sudán, Vietnam, Chad, Guyana, Nicaragua y Perú. En los ’70 se registra el caso de Camboya. Mientras que el resto se dieron en los ’90, Afganistán, Bosnia, Yugoslavia, Congo, República dominicana, Iraq, y de nuevo Haití.
De todos estos casos el que más duró fue el de Sudán. Este último lo extendió casi 37 años, seguido por Somalia con casi 33 años y Liberia con más de 23 años. Otros como Zimbawe, Iraq, Camboya y Chad duraron entre 10 y 16 años. El promedio de los 32 casos es de casi ocho años.
El tema de los atrasos con el organismo ya fue todo un tema luego de la crisis financiera mundial pero recientemente volvió al tapete del debate interno. En 2016 un working paper del FMI “Arrears to the IMF - A Ghost of the Past?”, los economistas Anne Oeking and Mariusz Sumlinski analizaron los determinantes y la dinámica de los incumplimientos frente al FMI y concluyeron que entre las variables macroeconómicas e institucionales,
"La morosidad con el FMI en los últimos cinco años, la cobertura de reservas de las importaciones y la calidad institucional se encuentran entre las más importantes factores que se correlacionan con la ocurrencia de atrasos. Con respecto a la duración de los atrasos prolongados, concluimos que el crédito del FMI pendiente de pago de la cuota, el crecimiento del PIB real, los episodios de disturbios civiles y la participación porcentual de las exportaciones a las economías avanzadas están correlacionados con el tiempo que un país permanece en mora con el FMI”, señala el organismo.
El Fondo confirmó que comenzará las negociaciones para revisar la deuda de Egipto, Sri Lanka y Túnez, tres países especialmente afectados por las consecuencias económicas de la invasión rusa en Ucrania, según anunció la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva. Túnez parece uno de los que más riesgo corre, con un déficit presupuestario cercano al 10 por ciento, una de las facturas salariales del sector público más elevadas del mundo y la preocupación de que garantizar, o al menos cumplir, un programa del Fondo pueda ser difícil.
En ese tándem intenta sumarse Argentina, también afectado por los efectos inflacionarios en alimentos y energía por la guerra. La estimaciones del equipo económico que comanda Sergio Massa dan cuenta de una pérdida de 5000 millones de dólares derivada de mayores importaciones de energía.
Egipto, uno de los países más endeudados del Medio Oriente e importador de los alimentos, manifestó el mes pasado su intención de extender el programa de financiamiento que posee con el organismo. Ya había entrado en un programa de 12.000 millones de dólares en 2026, al cual se sumó un acuerdo "stand-by" de 5200 millones y otro préstamo de 2800 millones en 2020. Túnez, si bien negociará con el FMI, no planea una reestructuración de la deuda –que incluye al menos 5000 millones de dólares en eurobonos- con los demás acreedores.
Georgieva afirmó ayer que el 60 por ciento de los países de bajos ingresos se encuentra en o cercanos a una situación de sobreendeudamiento, y algunos de ellos necesitarán entrar en negociaciones para reestructurar.
El listado de países en riesgo de default suma a Ucrania, por el costo de la guerra. El país deberá deberá reestructurar sus más de 20.000 millones de dólares de deuda. En septiembre, Kiev debe efectuar un pago por 1200 millones, que los expertos consideran factible de pagar. aunque el pedido de congelar deudas durante dos años hecho por la estatal ucraniana Naftogaz lleva a los inversores a considerar que el gobierno puede intentar hacer lo mismo, según consigan medios europeos.
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Kenia destina aproximadamente el 30 por ciento de sus ingresos al pago de intereses. Sus bonos han perdido casi la mitad de su valor y actualmente no tiene acceso a los mercados de capitales, un problema antes de que venza un bono de 2000 millones de dólares en 2024. Ecuador cayó en mora hace dos años, pero ha vuelto a entrar en crisis debido a las violentas protestas.
A diferencia de los slogans anti-argentinos, un estudio internacional permitió elaborar un ránking de países con el mayor número de 'defaults' desde el siglo XVI (o desde su independencia), el peor deudor de la historia ha sido España, con 14 crisis relacionadas con compromisos financieros, según consigna la BBC. La mayoría de estas situaciones se produjeron en el siglo XVI (seis episodios, el de mayor duración entre 1557-1560) y en el XIX (otros seis, durando uno de ellos 31 años).
Al país ibérico le siguen Venezuela y Ecuador con un total de 11 situaciones de 'default'. Brasil ocupa el tercer lugar, con diez. Francia, Costa Rica, México, Perú, Chile y Paraguay se posicionan los cuatro con nueve 'defaults' y Argentina, El Salvador y Alemania ocupan el quinto puesto con ocho cada uno. La investigación se ha realizado considerando el 'default' como una crisis de deuda externa producida por inestabilidad política, guerras y revoluciones, o bien por oleadas de crédito barato debido a un aumento especulativo de los préstamos.
Los elevados riesgos para la deuda soberana obligan a adoptar un enfoque colaborativo para resolver de forma ordenada los problemas que genera la deuda e impedir incumplimientos. Corren tiempos difíciles. El mundo se enfrenta con un recrudecimiento de la incertidumbre, con una guerra que viene a sumarse a una pandemia persistente y en evolución continua, que ha entrado ya en su tercer año. Además, los problemas que existían antes de la COVID-19 no han desaparecido. La guerra en Ucrania añade riesgos a una situación de niveles de endeudamiento público sin precedentes, mientras la pandemia sigue tensando los presupuestos de muchos gobiernos.